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La manipulación de los sentimientos en el cine: Searching for sugarman Opinión

La manipulación de los sentimientos en el cine: Searching for sugarman

Este documental Searching for Sugarman está siendo exhibido actualmente en el Festival de Cine de Valdivia


Sixto-Rodriguez-Sugar-Man

Estamos en una sala de conciertos de Barcelona en una calurosa noche de julio del 2013. Miles de personas expectantes frente al escenario. Se intuye una silueta recortada en negro. Varios fans lloran, la mayoría hace fotos con sus celulares, algunos gritan “I love you”. Es la única, y puede que la última, oportunidad de verlo en “vivo” (tiene 71 años), ya que canceló su otro concierto en España por motivos de salud. El cantante se acerca al micrófono. Torpemente con su mano temblorosa se aferra al pedestal. Tiene serios problemas de vista. El público sigue jadeando antes incluso de que su ídolo abra la boca. Lo hace. La audiencia entra en éxtasis. El artista emite una voz débil y desafinada. Es Sixto Rodríguez. Apodado Sugarman (el hombre de los dulces).

Para quienes no conozcan a Sixto, les contaré un cuento. Era un cantante de Detroit con un gran talento musical. Sus letras eran geniales y tenía una voz con personalidad. Grabó dos discos, Cold fact (1970) y Coming from reality (1971). Sin embargo, por distintos motivos, no fue capaz de consolidar su carrera y de alcanzar el éxito. Cosas del destino, sus discos eran muy escuchados en Sudáfrica. Tanto, que, sin él saberlo, sus canciones eran extremadamente populares en aquel lejano país. Unos nostálgicos de ese cantante desaparecido, a finales de los 90, quisieron localizarlo, a pesar de los rumores de su muerte (incluso circulaba una leyenda de que había muerto tras quemarse en un concierto). Luego de superar muchas dificultades, lo encuentran en su Detroit natal, donde seguía viviendo, realizando trabajos en la construcción, ignorante de su fama africana. Lo vuelven a llevar de gira y obtiene la gloria en forma de multitudes, besos, abrazos y aleluyas.

afiche sugarEste relato es el que se expone en el documental Searching for Sugarman (2012), ganador del Óscar al mejor en su género. El documental no sólo logró múltiples premios, sino que relanzó la carrera de Sixto Rodríguez, quien volvió a hacer giras por todo el mundo, agotando las entradas con celeridad. Ese largometraje fue vendido como “documental”, no como ficción. ¿Por qué remarco esta diferencia? ¿por qué les he advertido de que lo que les iba a relatar es un “cuento”?

Esta es la realidad que obvia el documental: Sixto Rodríguez ya reapareció en 1979 en Sudáfrica, y repitió la experiencia en 1981. También hizo un concierto en dicho país en el año 2000 y en el 2001. En Australia, donde también se le reconoce, realizó una gira de 15 conciertos en 1979, y se publicó un disco de aquel tour. Es decir: Sixto no estaba ni muerto ni desaparecido.

Se puede admitir que el género documental nunca fue al 100% puro. No es un reportaje. Los hechos se ponen a disposición de la historia, normalmente para contarla “mejor”. Pero uno se da cuenta cuando algo “desafina” demasiado. Aquí se han superado los límites y con una intención clara: hacer un producto ganador (el productor de Searching for Sugarman venía de ganar el Óscar con otro documental, Man on the Wire). Las omisiones son escandalosas y restan credibilidad a la historia (¿de verdad los fans que buscaban a Rodriguez hasta debajo de las piedras no fueron capaces de descubrir que este estuvo de gira años antes?). El documental se aprovecha del cantante, que es una persona real, no una animación. Y deja su cuerpo a merced de los tiburones.

Sin embargo, no quiero detenerme más en la manipulación de los hechos para contar una buena historia. Lo que más me inquieta son las consecuencias: la manipulación de sentimientos. El que miles de personas que jamás habían oído hablar de Sixto Rodríguez de repente se conviertan en seguidores enloquecidos, presas de las lágrimas, en feligreses sedientos; el que casi siempre esto ocurra desde Estados Unidos y acabe afectando al resto del mundo, en un ejemplo más de imperialismo cultural. Y esto lo logra un sólo documental. La música, el cine, la televisión y la publicidad modifican nuestros sentimientos; amor, odio, solidaridad, política. El nuevo campo de batalla es Internet. Un niño en Portugal es grabado por su madre. El niño dice que no quiere comer pulpo porque es un animal. La madre llora. 2.864.382 personas ven el video en Youtube. Los vegetarianos tienen un nuevo gurú.

No sabemos si Sixto Rodríguez está agradecido de los productores del documental o todo lo contrario. No acudió a la recepción de los Óscar, porque no quería “eclipsar a los merecedores del premio: los creadores del documental”.

Padecemos de disgeusia cuando tenemos distorsionado el sentido del gusto. Probamos algo dulce y nos sabe amargo. Se nos ha inducido esa distorsión en la narración de Sugarman. Lo grave no es que las imágenes nos manipulen. Lo peligroso es que nosotros no seamos conscientes de ello, o que no queramos ser conscientes.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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