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Ladenkino, el cine del estallido social en Berlín CULTURA

Ladenkino, el cine del estallido social en Berlín

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La actriz chilena Julieta Figueroa construyó hace diez años, y junto a su marido, tres salas de proyección, tres baños y un bar. En su cine no venden popcorns, no aceptan nazis ni pagos con tarjetas de crédito. Tienen un público de barrio fiel al que ofrecen una suscripción a la videoteca. B-Ware! Ladenkino se llama este cine que participó en la Berlinale –festival que concluyó hace dos semanas– por segundo año consecutivo. Después del estallido social un grupo de personas se juntó para programar ciclos gratuitos de películas sobre el país. En cada una de estas jornadas se recolectaron donaciones voluntarias que enviaron a «Los ojos de Chile», que ayuda a las víctimas de trauma ocular severo por violencia policial, y al Cine Arte Alameda para su reconstrucción.


“Soy la primera dama y gásfiter de este cine”.

Así se define Julieta Figueroa en un pasillo angosto que une tres salas.

Es un sábado de febrero por la noche y este cine está repleto. La proyección principal es Parasite, éxito de taquilla antes y después de recibir 4 trofeos Oscar. En esta noche de sala llena Julieta se pone nerviosa, ya que –dice– “pienso que a lo mejor es incómodo, pero parece que eso le gusta a la gente porque se sienten más acompañados”.

Crédito: Cabildo Berlín.

En el pasillo el público espera. Julieta saluda a una señora en alemán. Ella le pregunta por Chile, Julieta por Turquía. Hablan de volver a sus países. Se conocen hace tiempo, porque este cine tiene un público fiel. Diferente de lo que sucede en los cines inmensos en los que “todo es impersonal y no hay contacto con nada. Uno necesita el factor humano. A nuestro público le agrada venir por eso, por el acercamiento humano y porque es cómodo”.

Julieta vive hace 18 años en Berlín, es actriz y fue una de las protagonistas en Vendrá la muerte y tendrá tus ojos (2019) de José Luis Torres Leiva. Su última participación es en la serie Dignidad, un thriller policial sobre las indagaciones de un abogado en 1997 en Colonia Dignidad. La serie tendrá su estreno mundial durante el próximo festival Canneseries, en el que competirá junto a otras nueve producciones.

Hacen el llamado para las películas de esta noche y Julieta guía a las personas hacia las tres salas. Wohnzimmer, que se traduce como sala de estar, tiene capacidad para 85 personas. Romy Royal y Le petit titan tienen capacidad para 70 y 35, respectivamente.

El pasillo queda vacío de gente, pero aparecen las repisas y sus hileras de cajas de películas en DVD. Están separadas por directores, países, géneros y otras categorías. Es la videoteca que el cine ofrece a los suscriptores. Entremedio de estas 17 mil películas, Julieta cuenta su historia que es, hasta cierto punto, la historia de este cine.

Este no es un cine

Alemania, Berlín, migrar y tener un cine no estaban en los planes de vida de Julieta. Hasta que en 2002 se radicó en la capital alemana. Conoció a Skali, su actual marido, que tenía una videoteca y realizaba proyecciones en una pequeña tienda. Pero su proyecto era construir salas de cine grandes y un restaurante. Consiguieron un espacio en un predio con hangares de trenes y a los pocos meses surgieron problemas con los dueños del terreno que cancelaron la construcción. Se quedaron sin lugar, con deudas millonarias y desesperados.

Julieta y Skali ajustaron el proyecto a una escala más pequeña y arrendaron un otrora video club en una esquina cercana. Botaron paredes viejas. Levantaron paredes nuevas, que empapelaron y refaccionaron con aislamiento acústico. Cambiaron el piso. Instalaron 131 butacas recicladas, proyectores y parlantes. Construyeron tres baños y un bar. “Todo lo hicimos nosotros, con la ayuda de muchos amigos que trabajaron por voluntad”. Con el cine aún en construcción iniciaron las primeras proyecciones de películas. No hubo inauguración, pero un día de un mes de 2010 abrió sus puertas oficialmente.

Para entrar a este cine será necesario que usted atraviese con éxito aquella puerta y el manifiesto disfrazado de advertencia que hay sobre ella: Kein Kino (Este no es un cine). “¿Quién define lo que es un cine?”, se pregunta Julieta. Algunas personas ingresan para averiguar si el lugar es o no un cine. “Depende de sus parámetros”, responde Julieta. ¿Pero proyectan películas? “Sí, proyectamos películas”, responde, pero en este cine no se venden popcorns, no se aceptan nazis ni tarjetas de crédito.

B-Ware! Ladenkino tiene, según el idioma, diferentes significados. En inglés B-Ware es : ¡Atención! En alemán B-Ware se le dice a aquello que es de segunda clase. Skali se adueñó con orgullo de aquel nombre. Ladenkino, por su parte, fue el nombre que recibieron en 1905 los cines para quienes no tenían dinero. En Estados Unidos se popularizaron como Nickelodeon, ya que costaban un nickel, que es una moneda de cinco centavos de dólar. En Berlín también prosperaron y por lo general eran improvisados y ocurrían dentro de una tienda (Laden). “Fueron los primeros cines para el pueblo, porque los cines grandes solo permitían el ingreso de la clase alta”, cuenta Skali.

Atornillada contra una pared sobre el bar del cine hay una pequeña televisión negra. “El cine es como es, gracias al gran equipo de apoyo humano que ha estado con nosotros en el pasado y presente”, dice Julieta. Enciende la TV y en la pantalla aparece la estática, aquel patrón aleatorio de puntos negros y blancos que para muchos se llama «guerra de hormigas».

La pantalla está tapada con un papel con letras recortadas.

Se lee: «Chile despertó».

Proyecciones del estallido

Después del estallido social, la comunidad chilena en Berlín se juntó en una asamblea abierta. Fue una reunión especial en la que, por la angustia de no saber qué y cómo hacer algo, ocurrió una especie de “catarsis porque hubo un espacio de expresión para hablar de lo que uno quisiera, que era súper importante en ese momento”, cuenta Julieta.

Luis Cortés llegó antes del estallido social a Alemania y participó en aquella asamblea. “Todos querían no solo decir lo que opinaban, sino también ofrecer sus habilidades y contactos para abrir cursos de acción y apoyo”. Se dividieron en grupos de trabajos. Ese fue el origen del Cabildo Berlín Chile, que trabaja de forma activa para apoyar las demandas del movimiento social en el extranjero y cuyas asambleas han tenido hasta 150 asistentes.

Julieta ofreció en esa reunión las salas del B-Ware! Ladenkino para realizar proyecciones y conversatorios. Entre los interesados estaba Rayuela Kollektiv, una organización conformada por migrantes de distintos pueblos del norte y del sur, que realizan documentales sobre experiencias de resistencia al despojo y al desarraigo. Se armó un grupo que se llamó Kino Kollektiv. Planificaron proyecciones semanales gratuitas. Maitén Arns es parte de esta iniciativa y cuenta que el ciclo de cine nació “como una oportunidad para mostrar e informar al público alemán sobre la situación de Chile”.

En el primer ciclo se presentaron seis documentales: Chicago Boys (2015); El vals de los inútiles (2013); La ciudad de los fotógrafos (2006); Guerrero (2017); Hoy y no mañana (2018); y El diario de Agustín (2008).

El segundo ciclo comenzó el pasado jueves 20 de febrero, el mismo día en que se inauguró la 70ª Berlinale, festival del cual el cine forma parte en el marco de Berlinale Goes Kiez (Berlinale va al barrio). Proyectaron la película Cine Chileno en Rebelión, una muestra colectiva de 18 cortometrajes que ya se presentó en Francia, España e Italia. Una semana más tarde proyectaron El Palero (2016), documental sobre la búsqueda y hallazgo de la fosa de Pisagua. “Fue todo súper autogestionado, la suma de muchos esfuerzos y un trabajo colectivo”, detalla Julieta.

En cada una de estas proyecciones se recaudó dinero por donación voluntaria. En las primeras seis fueron 584 euros, cerca de 526 mil pesos, que se enviaron a «Los ojos de Chile», la organización que ayuda a las víctimas de trauma ocular severo por la violencia policial. Durante la primera proyección de febrero recolectaron 121€, alrededor de 109 mil pesos, que enviaron al Centro Arte Alameda para su reconstrucción.

Ver una película para luego salir rápidamente no es lo que sucede en Ladenkino. En este espacio las personas se quedan después de la proyección, como si estuvieran en una sala muy cómoda de una gran casa que les pertenece un poco. Aquello ocurrió también durante los ciclos de cine nacional. Maitén fue la traductora español-alemán en estos conversatorios. “Se informaba a los alemanes, y para los chilenos era importante, porque hay una gran necesidad de hablar sobre lo que ha sucedido”.

El cine es, para Julieta, una ventana que invita a hablar sobre un sinfín de temas, como amor, política, miedo y filosofía. “Agarra tantas ramas que uno llega a cada ser humano de forma distinta”. Por eso lo importante es, para ella, no solo ver una película y luego irse, sino que aprovechar el espacio y el tiempo para conversar, opinar y reflexionar.

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