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“La Chica Nabokov y otros poemas”, un nuevo libro de José María Memet, los poemas entre Chile y Loinville, Francia CULTURA|OPINIÓN

“La Chica Nabokov y otros poemas”, un nuevo libro de José María Memet, los poemas entre Chile y Loinville, Francia

José Miguel Ruiz
Por : José Miguel Ruiz Escritor, poeta y profesor de Castellano (UC). Ha publicado, entre otros libros, “El balde en el pozo” (poesía, 1994), “Cuentos de Paula y Carolina” (narrativa, 2011) y “Gramática de nuestra lengua” (2010). Mención Honrosa en los Juegos Literarios Gabriela Mistral de la I. Municipalidad de Santiago, 1975. Primer Premio en el Concurso de Poesía de la P. Universidad Católica de Chile, 1979. Premio Municipal de Arte, Mención Literatura, de la I. Municipalidad de San Antonio (1998).
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En la poesía de José María Memet, aun en la marcadamente más contingente, existe un anhelo de belleza, tal vez nacida o revelada en la infancia profunda de los lares del sur. El poeta buscando asomarse a lo sublime, a lo poético y luminoso aun en un mundo amenazador: “Tenía 8 años./ Estaba recostado en un camastro/ en una casa antigua en el campo/ y amanecía.[…] /No tenía sueño/ y escuché claramente/ como entraba un rayo de sol/ por la ventana./ Por primera vez me di cuenta/ del poder de la vida./ Giré y lo vi hermoso/ iluminando la pared/ y supe que nunca me sentiría / desolado/ aunque fuera duro/ el camino./ Es horrible vivir/ entre canallas/ y asesinos,/ pero la fuerza/ de la luz/ en tu alma,/ es indestructible”.


José María Memet, poeta nacido en Neuquén, Argentina (1957), nacionalizado chileno en 1970; en el momento de escribir este artículo, vive en Loinville, Chartres, Francia; entre otros, Premio José Lezama Lima Casa de Las Américas (distinción que hasta aquí han recibido solo tres poetas chilenos: Raúl Zurita, Óscar Hahn y José María), ha escrito este libro dividido en “La peste en Comala”, “Haikus/Epigramas/Ecos”, “Los cerezos de Kurosawa”, ”La poesía es un deporte político”, “Notas musicales”, “Escenas de circo”, “Flaites airways”, “Ramos de flores”, “Gallos”, “La chica Nabokov” y un “Epílogo”.

 

Cada uno de estos “capítulos” daría para un estudio que excede estas líneas. Nos queda, entonces, solo realizar un comentario y citar algunos fragmentos de este poemario, obra de la madurez poética.

Los temas son muchos: desde rememorar la infancia (el niño poeta que descubre el sentido de la belleza y sabe que hay allí una clave de lo que será su vida): “Año 1967 Balneario de Porma/ … Nunca olvidé ese momento/ y rodaban lágrimas por mi cara/ tan saladas como el mar/ Todos los niños gritaban/ mientras yo entraba a la belleza/ y comprendía que salimos/ de esas aguas” (fragmento, p. 85); el reflexionar sobre la poesía: “Moraleja:/ con la poesía no se juega” (Moraleja, p. 95); “La belleza resiste/ como un gorrión sobre la rama/ en pleno invierno” (La Gorriona, fragmento, p. 47); ); “Era tan bella/ que era un poema caminando/ Era la humanidad perfecta/ una sola raza (nunca hubo otra)/ donde todos somos todos/ La tierra es la perfección de las especies/ en el universo conocido/ La belleza / Una epifanía/ La revolución” (La habanera, fragmento, p. 52); “Ningún cañón puede destruir/ una metáfora. […]/ Sólo pueden matar al poeta/ La belleza no muere jamás” (Acerca del poder, fragmento, p. 35); la conciencia revelada y total del “aquí y ahora”, aun en la fragilidad de la existencia humana: “Duermo tranquilo/ y aunque no amanezca un día/ producto de la guerra nuclear,/ estuve aquí. Estuvimos aquí./ En un punto del universo/ nos conocimos y compartimos/ el tiempo./ Aquí te amé. (A la manera de Frank Delgado, trovador cubano, fragmento, p. 39). Todo puede ocurrir, estallar el planeta, pero estuvimos, fuimos invitados “al banquete” de la vida, o a lo que sea…; hay poemas escritos en Francia, los poemas de Loinville: “La Tormenta/ Hay alerta/ Todos los insectos y animales/ han buscado protección/ Soy el único poeta de Loinville/ que sigue escribiendo/ mientras los rayos caen/ y los truenos remecen ventanales” (p. 17); temas de nuestros personajes históricos: Pedro de Valdivia o legendarios del deporte: “Última Pelea de la Noche/ Vi caer a Martín Vargas/ de un solo aletazo/ en el Teatro Caupolicán/ de Santiago de Chile” (fragmento, p. 54).

Muchos otros poemas donde encontramos lo apocalíptico, la amenaza nuclear; la contingencia nacional e internacional; la guerra de Ucrania y Rusia; alusiones a los poderosos del mundo, Biden, Putin; todo lo que está ante la vista del poeta y se estrella con su sensibilidad, la del poeta que ama la belleza por sobre todo, que es capaz de sentir la plenitud de unos cerezos en flor, el estar de un mirlo en el árbol y un gato que lo observa (en ese contrapunto del “juego de la vida”); lo político, el recuerdo de la dictadura; el abuelo, tal vez el “primer comunista verdadero”, vivo en la memoria.

El poeta se expresa en un lenguaje claro, directo; los poemas tienen una diagramación cuidada e intencionada; la verdad del vate “enamorado” y desencantado, del artista que contempla críticamente y a veces con un cáustico sentido del humor sus circunstancias y su tiempo. El poema “La Chica Nabokov” es uno de los ejes o leitmotiv que nos lleva a lo esencial o síntesis de todo el poemario: el mundo tal como es, bello y cruel, y la belleza, y la sensualidad y el eros y lo prohibido…

Un poemario mayor, con reminiscencias de otros tiempos y arraigado en el hoy; con temas y tonos agrupados bajo título sugestivos; con poemas coloquiales unos, visionarios otros (la “peste” presente y anunciada tiempo antes en un texto premonitorio, “Cavafis”, p. 7); un canto a la belleza aun en medio del complejo mundo contemporáneo; poemas escritos en Chile y Loinville, lugar del poeta y del gato-mascota, Luchito Ocelote, llevado a Francia desde Cartagena –se señala en la reseña introductoria del libro– y el que, como cualquier gato rebelde, es más del vecindario que de la casa familiar, se desaparece, para regresar cuando quiere, estoico y orgulloso, con sus “heridas de guerra”…

Finalmente decir que en la poesía de José María Memet, aun en la marcadamente más contingente, existe un anhelo de belleza, tal vez nacida o revelada en la infancia profunda de los lares del sur. El poeta buscando asomarse a lo sublime, a lo poético y luminoso aun en un mundo amenazador: “Tenía 8 años./ Estaba recostado en un camastro/ en una casa antigua en el campo/ y amanecía.[…] /No tenía sueño/ y escuché claramente/ como entraba un rayo de sol/ por la ventana./ Por primera vez me di cuenta/ del poder de la vida./ Giré y lo vi hermoso/ iluminando la pared/ y supe que nunca me sentiría / desolado/ aunque fuera duro/ el camino./ Es horrible vivir/ entre canallas/ y asesinos,/ pero la fuerza/ de la luz/ en tu alma,/ es indestructible” (Rayo de sol, p. 86).

Ficha técnica:

José María Memet, Ed. Colección de Poesía Luchito Ocelote, Primera Edición: marzo, 2023. Santiago de Chile – Loinville, Francia. 300 ejemplares numerados.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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