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Bolaño o la difícil inmortalidad CULTURA|OPINIÓN

Bolaño o la difícil inmortalidad

Jorge Calvo
Por : Jorge Calvo Escritor; cuentista y novelista. Ha publicado varias novelas y libros de cuentos, con "Fin de la inocencia" obtuvo el Premio Municipalidad de Santiago de Literatura año 2003. En la actualidad dirige talleres literarios, conduce programas radiales y es miembro del directorio SECH.
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Veo continuadores de la obra de Bolaño en una serie de autores coloquiales y experimentales, un personaje arquetípico como Macistes en “Una novelita lumpen” se vuelve una golosina para quienes se interesan por ejemplo en la novela gráfica, y también en el comic y en cierto tipo de cine o videos; el poder de un cuento como Santini lo hace inolvidable o la fuerza incontenible de lo silvestre y de lo salvaje que tan naturalmente irradia la obra de Bolaño, hasta ahora único chileno en merecer el premio Rómulo Gallego.


Roberto Bolaño (1953- 2003) pertenece -sin duda- a la extraña tribu de los escritores experimentales, tanto en Chile como en Hispanoamérica y en el orbe literario completo y, al igual que su compatriota Álvaro Yáñez Bianchi, más conocido por el seudónimo de Juan Emar, otro legitimo precursor al que sistemáticamente se ignora, ambos escritores son exploradores de vanguardia y por eso han debido pagar un alto precio, deben enfrentar una cierta resistencia en el ámbito nacional.

Tampoco eso es extraño, en este país por largo tiempo ha existido una sólida tradición que establece que un texto debe contemplar la presencia de palabras como durmientes, magníficos rieles y pesadas máquinas de ferrocarril como mínimo para que califique de obra narrativa, cualquier otra cosa cae en la sospechosa condición de prosa poética. En este país desde el creacionismo de Huidobro en adelante ha existido una extraordinaria veneración por la poesía que además es el único genero donde se acepta con indulgencia la experimentación literaria. A fin de cuentas, aquí existen dos Premio Nobel de poesía.

Bolaño, por sus búsquedas formales y en especial sus lecturas, fue un ávido conocedor de Nicanor Parra, Jorge Luis Borges, Philip Dick, Edgar Allan Poe, Raymond Carver y Arthur Rimbaud y muy particularmente Julio Cortázar, el gran cronopio, de quien recibe filtrada la escritura de otro irreverente, Alfred Jarry, y todo esto lo sitúa en tanto escritor en una encrucijada que podríamos denominar “La casilla Morelli”, que por definición consiste en experimentar, explorar nuevos senderos literarios, dibujar en el vacío, lo que sin duda conlleva riesgo, pero simultáneamente lo convierte en guía.

La importancia de un autor se puede apreciar por la gravitación que su obra ejerce entre futuros escritores y también por las puertas y ventanas que abre a nuevas formas de tratar o comprender la literatura y podemos considerar que la influencia de Bolaño se engrandece y cobra mayor significado a medida que transcurre el tiempo.

Para nadie es un misterio que Bolaño bebe directamente y con placer de los afluentes cortázarianos y le seduce el concepto de cronopio, esa noción del ser a contrapelo, alguien que bien puede utilizar la adversidad como un invitación a volar y es aquí donde hay que ir y fijarse en la influencia que Cortázar mismo reconoce de Alfred Jarry y la aceptación de lo insólito en la vida ordinaria, ese pequeño detalle que interrumpe el orden cotidiano y se convierte en un hoyo negro o una apertura a otras dimensiones y es aquí donde conviene tener muy presente el humor, pero no el chiste fácil, sino el humor de alta categoría.

Porque unas de las banderas que enarbola Bolaño es que para él la literatura es un artefacto lúdico. Por eso Cortázar y la irreverencia a lo Parra. Ya resulta posible imaginar un ameno dialogo entre aquel hombre imaginario y un cronopio que recorre el mundo caminando hacía atrás; motivo suficiente para que la ló(gi)ca se suicide.

En este sentido el legado de Bolaño se debe apreciar en los caminos posibles que Bolaño sugiere además del humor y la irreverencia, surge el fragmentarismo. lo coloquial al estilo Kerouac, una visión de vasos comunicantes entre dimensiones que se encuentran en constante mutación y evolución no es tanto para pensar en el futuro o en la ciencia ficción sino en el abanico de posibilidades que abre a una literatura hibrida y alejada de formas petrificadas, dispuesta a internarse en zonas de riesgos a proponer nuevos derroteros y esto también ofrece alternativas inesperadas al cine y al comic. Como ya una seria de jóvenes autores lo han venido demostrando.

Su novela “Estrella distante” ha sido adaptada como novela gráfica por Javier Fernández y Fanny Marín, también la versión gráfica de “Por el olvido”, de Aitor Sarabia y Paula Bonet, donde incluyen la cara dibujada del escritor. O su alter ego Arturo Belano. Este es el tipo de escritor que persigue instalar la literatura en la realidad. En la primera novela mencionada se busca como recurso, la esencia autoficcional de la obra de Bolaño. Y en la segunda: suerte de máquina personal e híbrida, es una invitación a la lectura con varias alternativas y una incitación al viaje.

Desde la Iliada, el viaje del héroe ha sido la gran constante, y considero que el tiempo -el único transformador- acaba por consumir las posibilidades de entretener de una literatura minimalista o ligera, en el fondo obedecen a un ciclo, o una moda y tarde o temprano terminan sucumbiendo del mismo modo que sucumbió la novela de caballería o pastoril. Sin embargo, la necesidad de explorar, de experimentar, de inaugurar continua vigente para un inmenso número de escritores y en este sentido autores como Jarry, Cortázar, Bolaño o el antipoeta son precursores: encarnan el poder de la irreverencia.

Bueno, aquí es también donde los senderos se bifurcan, veo continuadores de la obra de Bolaño en una serie de autores coloquiales y experimentales, un personaje arquetípico como Macistes en “Una novelita lumpen” se vuelve una golosina para quienes se interesan por ejemplo en la novela gráfica, y también en el comic y en cierto tipo de cine o videos; el poder de un cuento como “Santini” lo hace inolvidable o la fuerza incontenible de lo silvestre y de lo salvaje que tan naturalmente irradia la obra de Bolaño, hasta ahora único chileno en merecer el premio Rómulo Gallego.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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