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“Nombres propios” de Gabriel Zanetti o escribir en cualquier minutito que tenga por ahí CULTURA|OPINIÓN

“Nombres propios” de Gabriel Zanetti o escribir en cualquier minutito que tenga por ahí

Ramiro Villarroel Cifuentes
Por : Ramiro Villarroel Cifuentes Poeta, escritor y productor ejecutivo para cine y TV. Vive y trabaja en Temuco.
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Un libro claro, transparente, que te invita a otear con la imaginación lugares y situaciones cuya tensión se encuentra en la espera del nacimiento de Flora Emilia y que logra hacernos ver lo esplendoroso de toda cotidianeidad, inclusive de toda rutina si nos detenemos a leer o a escribir.


Las crónicas de Gabriel Zanetti (1983) nos cautivan por los rasgos de intimidad que podemos observar en sus libros anteriores como “El pejerrey” (Editorial Aparte, 2020) o “Juro que es verdad” (Editorial Aparte, 2021), pero que con “Nombres propios” esa intimidad toma ribetes de una transparencia que no se reserva ni los momentos familiares más íntimos.

Nombres propios, ¿pero, de quién?

Los nombres aparecidos desde la primera página no son otros sino los de su propia familia: su mujer y su hija y de la que viene en camino; espera de la hija de la que podremos interiorizarnos a lo largo de este libro escrito en los pliegues que la realidad le permite a su autor: “Escribo en cualquier minutito que tenga por ahí” (p.11). Espera que se reviste de momentos de rutina y esplendor. Embarazo y espera que constituyen el objeto vertebrador de esta crónica en la que el autor busca, junto a su mujer, el o los nombres de la hija por venir y es ahí también desde donde aparecen otros nombres propios de la familia del cronista: “A Beny siempre le ha gustado Manuel, a mí no. A mi me gusta Emilia, a ella no mucho. Mi abuela Carmen está pegada con Fillipa y Alfredo de la Rosa como su abuelo materno” (p.14). También aparecen otras filiaciones, otros nombres y roles a ellos asociados. Nombres de amigos, ciudades, lugares y calles.

Crónica que perfectamente puede ser un diario de vida o una memoria, inclusive una nouvelle en código telegramático, porque hay algo de urgente en el texto que necesita ser consignado y comunicado para no perder el contacto con la realidad.

En estas crónicas podemos saber de comidas, países, de sexo, de amistade, del padre, el vecindario, del acto de escribir, de la geometría de la ciudad, de paisajes, territorios, emociones, recuerdos y sueños y otras enumeraciones, como ésta, tan ecléctica como un inventario de la realidad.

En “Nombres propios” seremos acogidos por una voz fresca, que no busca asombrar con elucubraciones filosóficas o intelectuales, ciñéndose más bien a una cotidianeidad en que por momentos asoma la rutina muy bien alimentada de imprevistos que enriquecen la narración, donde el protagonista es un hombre casi por completo inserto en el sistema pero que escribe para darnos una imagen de su tiempo y el nuestro al sernos contemporáneo; personaje que también desea escindirse de su realidad mediante la escritura: “Notas dispersas por todos lados. Tengo la mala costumbre de escribir de todo –poesía, diarios, notas, citas, pedazos de reseñas y crónicas en muchos cuadernos y de dejar que mi hija mayor dibuje en ellos. Números de teléfono, fondos marinos, flores pintadas con scripto, responsabilidades laborales” (p.65).

Un libro claro, transparente, que te invita a otear con la imaginación lugares y situaciones cuya tensión se encuentra en la espera del nacimiento de Flora Emilia y que logra hacernos ver lo esplendoroso de toda cotidianeidad, inclusive de toda rutina si nos detenemos a leer o a escribir “en cualquier minutito que tenga por ahí”.

Ficha técnica:

“Nombres propios”, Gabriel Zanetti, Ediciones Tácitas, Santiago de Chile, mayo de 2023, 68 páginas.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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