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Historias de verano en Caburgua y Ranco: semejanzas y diferencias entre Bachelet y Piñera Opinión

Historias de verano en Caburgua y Ranco: semejanzas y diferencias entre Bachelet y Piñera

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Si bien hace algunos años, el verano servía para calmar las pasiones políticas y los medios se entregaban a las noticias irrelevantes pero entretenidas, más uno que otro político que dictada el devenir del año desde algún rincón de Chile en vacaciones, este verano del 2019 fue muy distinto. En primer lugar, por más que los titulares y reportajes de los pocos medios escritos tradicionales que van quedando intenten marcar la agenda, la presión que están ejerciendo los ciudadanos a través de los medios instantáneos –radio, redes, web- es tan potente, que de seguro destapará cada vez más esas luchas cotidianas contra los privilegios, la prepotencia y abusos como los que observamos este verano de parte de los Pérez Cruz y Rosselot.


Cómo ha cambiado este país en una década. El verano, con dos largos meses, era una época en que Chile se convertía en una especie de Macondo. Calor sofocante, un letargo solo interrumpido por el Festival de Viña del Mar -¡Viña tiene festival, antorcha de plata!-. Nuestros políticos de vacaciones, entrevistados por Cosas y Caras desde sus terrazas en lagos y playas exclusivas –jamás en Cartagena, salvo que fuera en Cartagena de Indias, claro está-, haciendo pronósticos para el año político que partía recién en marzo. Calles vacías en Santiago, noticieros dedicando largos reportajes a lugares exóticos y desconocidos, a los que pocos chilenos podían acceder.

Hoy, en cambio, los incendios ya son parte de lo cotidiano gracias al cambio climático, las inundaciones por los inviernos altiplánicos son cada más severas, el 27F y, por supuesto, los escándalos políticos. Y claro, los medios digitales y las RRSS son más diversos que hace cinco años, por tanto, han ayudado a romper los cálidos y aburridos veranos de antaño. Febrero de 2015 Qué Pasa –en la era de los medios escritos tradicionales- golpeaba con Caval. Febrero de 2019, un portal informativo difunde investigación en que el Presidente consiguió derechos en el lago Caburga y las redes ciudadanas viralizan a un empresario que de manera prepotente y poco estética intenta expulsar a unas mujeres de su “orilla privada”, además de un abogado –top 50 según él- que trata como patrón de fundo de la Colonia a quien se le cruza por delante.

Veamos las semejanzas y diferencias entre febrero de 2015 y 2019. Caval fue una denuncia de un medio político –hoy en versión digital– con la evidente intención de dar un “golpe noticioso” y de paso, arrastrar a la presidenta Bachelet al abismo gracias a la conducta de su hijo y nuera. La noticia rompió la tranquilidad de ese caluroso verano y se convirtió en la agenda periodística de todos los medios tradicionales, especialmente de las cadenas de El Mercurio y La Tercera, con el apoyo de los canales de TV.

Cuatro años después, los escándalos de Matías Pérez, Cristián Rosselot y los 800 metros de playa del mandatario rompieron las redes sociales inundando las conversaciones playeras, pero los medios tradicionales –especialmente los escritos– ignoraron los casos. Una esquizofrenia entre la gente y esos medios. Dos países que se enfrentan en torno a sus prioridades. El de los diarios y algunos canales de TV para los cuales existe una agenda v/s las radios, RRSS, medios y plataformas digitales, que van reflejando una realidad más ligada a los intereses, expectativas y expresiones de la molestia ciudadana frente a los abusos de poder

La noticia de Qué Pasa sorprendió a Bachelet en la terraza de su casa en el lago Caburga. La reacción, tanto del Gobierno, como de la presidenta, no estuvo a la altura. Desfase en la respuesta, minimización de los hechos, sumado a un largo período en que Sebastián Dávalos prefirió seguir de vacaciones, como si nada, hasta aceptar lo obvio: tenía que renunciar. Y la mandataria que coronaría el episodio con una frase célebre: “Me enteré por la prensa”. El daño para la imagen de Bachelet y su gobierno fue catastrófico. De ahí en adelante empezaría el declive, apenas a 11 meses de iniciado su período.

Sebastián Piñera también estaba en el lago cuando un medio digital publicó un reportaje que dejaba al descubierto que había iniciado el proceso de una concesión para su propiedad en Caburgua mientras ocupaba el cargo de presidente. Y si bien la resolución fue durante el Gobierno de la exmandataria, la imprudencia de presentar su caso a evaluación, sabiendo que esa era una presión propia de otros tiempos, a lo menos dejó en evidencia una falta de criterio que a ojos del ciudadano común –ese que escucha la radio e interactúa con los medios y redes sociales– se entiende como “presiones”, “influencia”, etc. ¿La reacción? Ignorar los hechos, bajarle totalmente el perfil. Una conducta que, si la comparamos con 2015, fue idéntica a la de Bachelet. La gran diferencia es que los “medios tradicionales” también prefirieron excluir el tema de su pauta informativa.

Bachelet se refugió en el silencio del lago, dilató su vuelta, como esperando a que febrero se llevara la noticia y en marzo nadie recordara nada. La Moneda pareció no tener libreto por más días de lo aconsejable. El subrogante del subrogante parecía a la espera de que la mandataria diera alguna instrucción que no llegó nunca. Piñera, en cambio, apostó por pasar cambio y girar de su manto de protección que parece hacerlo inmune a las críticas vinculadas a la forma que ha hecho su fortuna y poder.

La Moneda –¿había alguien de vocero durante las semanas de vacaciones de la ministra Pérez?- obvió el tema en medio de incendios e inundaciones y el Presidente optó por volver a la carga con Venezuela y sacar una carta “debajo de la manga” que parecía estar guardada para unas semanas más adelante: la incorporación a los postulantes del Mundial 2030. ¿Preguntas de la prensa o comentarios de la oposición respecto de los 800 metros de concesión en Caburgua? Por favor, el fútbol es más fuerte y las vacaciones de nuestros parlamentarios son sagradas. Vergonzoso.

¿Qué habría pasado en 2015 si Caval solo hubiera circulado en redes sociales y medios digitales? Y al revés, ¿que el caso de la playa del Presidente fuera noticia de portadas de diario? De seguro, ambas historias habrían evolucionado de otra forma. A lo mejor Bachelet no habría resultado tan dañada por una noticia que ni siquiera la involucraba a ella directamente, sino a su hijo estrella.

Tal vez, la funcionaria de la ONU podría haber dado vuelta la página con un tema más popular, como el anuncio del Mundial 2030 que sorpresivamente el Presidente Piñera hizo –casi de manera provocadora- desde el lago. A lo mejor Piñera habría sido duramente cuestionado, incluso por los suyos, permitiendo que JAK o Manuel José Ossandón aprovecharan la oportunidad de sacar ventaja en miras al 2021.

Pero la realidad por ahora es esta. La oposición de 2015 interrumpió sus vacaciones y se lanzó en picada contra Bachelet. La oposición de 2019 ni siquiera dio señales de vida. Por tanto, el hecho político quedó acotado a la cobertura e importancia que le dieron los medios. Para la exmandataria, los titulares de la prensa escrita la golpearon con dureza y convirtieron Caval en un cuestionamiento público que dejó incluso la sensación de que ella hubiera estado sentada esa tarde en el Banco Chile pidiendo el préstamo de su retoño. Para el Presidente Piñera, en cambio, las redes sociales, portales y radios comentaron su imprudencia en voz baja, con sarcasmo, pero sin que llegara a ser noticia de portada.

Este largo verano del 2019 deja varias lecciones y proyecciones respecto de cómo se comportarán los ciudadanos, la oposición y las élites durante el resto del año. En primer lugar, por más que los titulares y reportajes de los pocos medios escritos tradicionales que van quedando sean tan determinantes para crear realidad en nuestro país y definir lo que es importante y lo que no, la presión que están ejerciendo los ciudadanos a través de los medios instantáneos –radio, redes, web– es tan potente, que de seguro destapará cada vez más esas luchas cotidianas contra los privilegios, la prepotencia y abusos como los que observamos este verano de parte de los Pérez Cruz y Rosselot. Y, por supuesto, veremos si los pocos “intocables” que aún quedan en Chile seguirán manteniendo ese privilegio. De la oposición mejor ni hablar para no molestar su descanso.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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