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La guerra, el racismo y el humanitarismo Opinión

La guerra, el racismo y el humanitarismo

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Pablo Álvarez
Por : Pablo Álvarez Secretario de estudios de la escuela de Historia de la UDP
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Todos(as) estos(as) periodistas y comentaristas que han señalado que esta guerra es terrible porque son europeos, civilizados y rubios los que la sufren, no como otras guerras, reproducen esos marcos bélicos que deshumanizan. Las noticias han publicado 24/7 imágenes que nos llevan a sentir muchas emociones, nos fuerzan a sentirnos mal por los que sufren, pero poco hemos visto de reflexiones sobre los orígenes del conflicto, qué poco hemos visto de análisis sobre las implicancias geopolíticas de los conflictos que hemos observado en este siglo.


Todas las guerras son una tragedia, de eso no cabe duda. En la actual guerra entre Rusia y Ucrania ha habido algo que ha llamado poderosamente la atención de quienes conocemos y nos dedicamos a estudiar las diversas formas de racismo. Me refiero a algunas declaraciones de periodistas y comentaristas occidentales que han circulado por redes sociales. Para algunos(as), esta es una guerra llamativa o especialmente trágica porque afecta a europeos, rubios, incluso un comentarista señaló que era una guerra entre naciones “civilizadas”, a diferencia de las otras guerras que hemos visto. Esa separación entre unos y otros, entre nosotros y los otros, entre civilizadas e incivilizadas es un asunto que no debe dejarnos indiferentes.

La división del mundo entre pueblos civilizados e incivilizados es propia del pensamiento imperialista. Este permitió darle sustento doctrinal al colonialismo en África, Asia y América (por ejemplo, la llamada “Pacificación de La Araucanía” por parte del Estado de Chile). Esa división entre unos y otros, entre civilizados e incivilizados se sustentó en espurias teorías raciales que posibilitaron genocidios sobre pueblos no europeos. Luego, en pleno siglo XX, ese pensamiento justificó el holocausto judío, en el cual murieron millones.

Entonces, cabe preguntarse, si este tipo de pensamiento ha demostrado ser tan nocivo, ¿por qué sigue reproduciéndose? Hay distintas formas de abordar esa pregunta, por lo que optaré por un par de ideas para que podamos entender qué está operando acá.

Lo primero es reflexionar sobre ese sentido de lo humanitario que lleva a sentir tantas emociones al observar una tragedia como la guerra. Somos seres empáticos, nos conmovemos con el dolor de nuestros semejantes. Sin embargo, como explica el antropólogo francés Didier Fassin, vivimos en una época en que hay algo así como una saturación del humanitarismo, nuestra sociedad codifica el sufrimiento en este registro, despolitizándolo. El sentimentalismo humanitario tiende a psicologizar el sufrimiento, a la vez que impone la ley de mercado. Nos vemos saturados de tragedias en la TV y en redes sociales, pero solo es el sufrimiento de algunos(as) el que nos conmueve. Independientemente de nacionalidad, raza, género y religión, todas y todos somos seres humanos, aun así, no todos(as) se ven conmovidos por las vidas perdidas o la miseria de los “otros”. La otredad (alteridad) es un mecanismo poderoso para situar, ubicar, mapear a categorías de seres humanos. Esto implica que, si bien todos somos seres humanos, todos somos iguales, algunos son más iguales que otros (como dijo Orwell).

La importante pensadora feminista Judith Butler señala que, para el reconocimiento mutuo, es decir, para reconocer la humanidad de los demás, deben operar ciertos marcos que permitan ese reconocimiento, ella les llama marcos de reconocibilidad. Se refiere a contextos e ideas que nos dan la posibilidad de ver al otro(a) como un humano igual a mí, lo que lleva a prácticas concretas que serían el reconocimiento. Las guerras son marcos específicos donde la deshumanización tiende a operar de tal manera que neutraliza la capacidad de conmiserarnos por las vidas perdidas de los “otros”.

Todos(as) estos(as) periodistas y comentaristas que han señalado que esta guerra es terrible porque son europeos, civilizados y rubios los que la sufren, no como otras guerras, reproducen esos marcos bélicos que deshumanizan. Las noticias han publicado 24/7 imágenes que nos llevan a sentir muchas emociones, nos fuerzan a sentirnos mal por los que sufren, pero poco hemos visto de reflexiones sobre los orígenes del conflicto, qué poco hemos visto de análisis sobre las implicancias geopolíticas de los conflictos que hemos observado en este siglo.

Qué poca reflexión sobre la humanidad puesta a prueba en esta y todas las guerras y conflictos recientes. Siria y Yemen son peores conflictos humanitarios en términos de vidas perdidas, pero impresiona su ausencia en los medios. Hace falta despojarnos un rato de esa saturación humanitarista y poner más en tela de juicio nuestras ideas y prejuicios sobre lo humano.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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