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El pulso del soberano PAÍS

El pulso del soberano

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Francisco Arellano
Por : Francisco Arellano Militante de Comunes.
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Hubo voceros del Rechazo, ocultos durante buena parte de la campaña, que declararon que rechazaban porque no querían una nueva Constitución. La cuestión es que, transcurrida la elección, los voceros ocultos del Rechazo se tomaron la palabra y han llamado a interpretar el resultado del plebiscito como un voto contra el Gobierno del Presidente Boric, contra su programa de reformas y contra toda propuesta de nueva Carta Fundamental. Esta interpretación es sumamente antojadiza y cargada de ribetes antidemocráticos.


La democracia representativa es la mejor herramienta que conocemos para que las sociedades convivan en paz. Resguardándose ciertas condiciones básicas, la regla de la mayoría permite zanjar aquellas diferencias legítimas que el debate de argumentos no es capaz de resolver. Contar cabezas con cierta regularidad, valida el ejercicio del poder.

El pasado domingo Chile tuvo una elección como ninguna otra desde el retorno a la democracia. Por primera vez se utilizó el sistema del voto obligatorio con inscripción automática. El resultado fue extraordinario: 13 millones de votos emitidos. Jamás tantas chilenas y chilenos habían expresado su opinión sobre un mismo punto: 62% rechazó la propuesta de nueva Constitución, mientras que un 38% la aprobó.

Interpretar el significado del voto Apruebo es relativamente sencillo. Existía una propuesta concreta de nueva Constitución con una agenda de cambios que, al final del día, era lo que se estaba aprobando. No ocurre lo mismo con el Rechazo. Si uno mira la franja y sus principales vocerías, el mensaje fue que no les gustaba la propuesta de nueva Constitución, y que invitaban a rechazar para escribir una nueva, que recogiera las cosas buenas que ellos identificaban en la propuesta de Carta Magna (derechos sociales, paridad, protección del medioambiente, entre otras), pero que fuera mejor. Sin embargo, al mismo tiempo, hubo otros voceros del Rechazo, ocultos durante buena parte de la campaña, que declararon que rechazaban porque no querían una nueva Constitución.

La cuestión es que, transcurrida la elección, los voceros ocultos del Rechazo se tomaron la palabra y han llamado a interpretar el resultado del plebiscito como un voto contra el Gobierno del Presidente Boric, contra su programa de reformas y contra toda propuesta de nueva Carta Fundamental. Esta interpretación es sumamente antojadiza y cargada de ribetes antidemocráticos, pues cuestiona la agenda de reformas del actual Gobierno, ratificada democráticamente en la elección de diciembre pasado. Sin embargo, queda la pregunta sobre cuál es la voluntad política de esas cerca de 5 millones de personas que en su mayoría votaron por primera vez, si es que se les convocase a votar.

Por esta razón, Chile necesita a la brevedad una elección de fuerzas políticas con voto obligatorio. Una elección que permita “tomarle el pulso” adecuadamente a este nuevo y aumentado soberano que llegó para quedarse tras la elección del domingo. La elección de la nueva Convención es la oportunidad que tenemos para hacerlo, lo que permitiría además retomar el camino de aprobar una nueva Constitución, algo que comparte todo el Apruebo con la mayoría del Rechazo. En tiempos convulsionados como los que vivimos, el mejor camino para resolver nuestras diferencias es siempre apostar por más democracia.

 

 

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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