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Carlos III: las claves políticas del nuevo rey MUNDO

Carlos III: las claves políticas del nuevo rey

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Es conocido el lado político del nuevo monarca. Célebres son los memos que desclasificó en 2015 –después de una larga batalla legal– el periódico The Guardian. En ellos, el entonces príncipe de Gales enviaba “consejos”, sugerencias y críticas a los ministros del Gobierno. Hoy, los ojos están sobre él para ver si podrá cumplir con la condición apolítica que se le exige a la monarquía constitucional y limitarse a su rol diplomático e imparcial.


Si bien el reinado de Carlos III comenzó el día en que murió su madre Isabel II, recién hoy, después de su entierro, parte una nueva etapa para el monarca y para el Reino Unido. Y sobre esta realidad están expectantes cientos de observadores y en especial los asesores reales y la clase política. Esto porque, al contrario de la reina, el actual rey tiene fama de oponerse al Gobierno y manifestar su punto de vista cuando lo cree necesario. Por ejemplo, en junio pasado señaló –en privado– que la política de Downing Street sobre Ruanda (por la cual los solicitantes de asilo serían deportados en avión) era “atroz”. Entonces, el palacio debió aclarar que no haría comentarios sobre “supuestas conversaciones privadas anónimas” y reafirmó que el príncipe Carlos “sigue siendo políticamente neutral” y que “los asuntos de política son decisiones del Gobierno”.

La mano de la araña negra

El rey Carlos III manifestó sus ideales ecológicos desde muy temprano. Ya en los 70 hablaba de proteger el planeta y exigía mantener la biodiversidad en el país. En este sentido ha ejercido presiones para reducir las emisiones de carbono y es conocido también su interés en la agricultura orgánica. Hizo campaña contra los cultivos modificados genéticamente. Y en una ocasión calificó los alimentos transgénicos como “el mayor desastre medioambiental de todos los tiempos”.

En enero de 2021, lanzó la Carta de la Tierra, una carta de finanzas sostenibles que pide a los firmantes (normalmente empresas) que sigan una serie de directrices para ser más sostenibles.

Pero la mayor intervención quedó al descubierto cuando The Guardian descubrió 27 cartas, llamados de la Araña negra (por la letra garabateada del rey), en donde el entonces príncipe mantenía correspondencia (entre 2004 y 2005) con el ex premier Tony Blair y los ministros de comercio, innovación, salud, medio ambiente, colegios y familias, infancia, alimentación y asuntos rurales, cultura, medios y deportes e incluso con la oficina de Irlanda del Norte.

El periódico se enfrascó en un litigio con el Gobierno que duró 10 años para poder publicar los manuscritos y finalmente pudo hacerlo en 2015. En ellos, el príncipe de Gales exigía, por ejemplo, acciones urgentes para mejorar el equipamiento de las tropas que luchan en Irak, pedía la disponibilidad de medicinas herbales alternativas, que son sus favoritas. “En octubre de 2004 le dijo al ministro de Medio Ambiente, Elliot Morley, que esperaba que ‘la pesca ilegal de la merluza negra ocupe un lugar destacado en su lista de prioridades porque hasta que se detenga ese comercio, hay pocas esperanzas para el pobre y viejo albatros’. Otro memo ordenaba sacrificar tejones para evitar la propagación de la tuberculosis bovina, condenando a sus oponentes como ‘intelectualmente deshonestos’; presionó para que se nombrara a una persona de su confianza para tomar medidas contra el maltrato de los agricultores por parte de los supermercados; propuso a su propio asistente para informar a Downing Street sobre el diseño de nuevos hospitales; e instó al primer ministro Tony Blair a abordar una directiva de la Unión Europea que limita el uso de medicinas alternativas sobre la base de hierbas en el Reino Unido. Y presionó directamente a Blair para que reemplazara los helicópteros militares Lynx”, informó The Guardian.

Las cartas revelaron no solo que los ministros a menudo respondían activamente a sus sugerencias, sino que parecían tener sus intervenciones en alta estima. Blair le respondió en una carta: “Siempre valoro y espero sus puntos de vista, pero quizás particularmente sobre temas agrícolas”.

Charles Clarke, entonces secretario de educación, respondió a la queja de Carlos III sobre el contenido nutricional de las comidas escolares, firmó: «Tengo el honor de ser, señor, el servidor más humilde y obediente de Su Alteza Real».

Además de los memos, desde principios de 2010, el príncipe celebró 87 reuniones con ministros, líderes de partidos de la oposición y altos funcionarios del Gobierno, según mostraron nuevas cifras publicadas por el grupo de campaña República. Este año ha mantenido reuniones, entre otros, con David Cameron, líder del Partido Nacional Escocés, Nicola Sturgeon, el secretario de Educación, Nicky Morgan, y Alistair Carmichael, entonces secretario de Escocia. En 2013 su amigo y biógrafo Jonathan Dimbleby dijo: «Se está gestando una revolución constitucional silenciosa».

Pero no solo los habitantes del reino Unido están expectantes por el futuro desempeño del rey, las 53 naciones que forman parte de la Mancomunidad de Naciones, de las cuales 13 siguen teniendo al monarca británico como jefe de Estado, está observantes. Pues en junio pasado, el rey Carlos III les dijo a los líderes de la Mancomunidad que mantener a la reina como jefa de Estado o elegir el republicanismo es “una cuestión que debe decidir cada país”. Hoy sus comentarios se interpretan como un reconocimiento de que algunos países podrían independizarse, como hizo Barbados el año pasado.

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