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“El Robo del Dolor”: Un espejo de nuestra historia CULTURA|OPINIÓN

“El Robo del Dolor”: Un espejo de nuestra historia

Ricardo Rojas Behm
Por : Ricardo Rojas Behm Escritor y crítico, ha publicado “Análisis preliminar”, “Huevo de medusa”, “Color sanguíneo”, además de estar publicado en diversas antologías en Chile y el extranjero.
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“El Robo del Dolor”, no puede verse como una exposición más, ya que plantea una profunda reflexión sobre la memoria histórica de América Latina, que tomando las palabras de George Orwell – “La historia la escriben los vencedores”, y esto es una muestra de que la historia, no sólo debe responder a una única narración, sino a un conjunto de postulados a través de los cuales el espectador pueda sacar un común denominador que integre incluso su propia perspectiva, pudiendo explicarse por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen.


“Serían unos criados magníficos. Con cincuenta hombres los subyugaríamos a todos y con ellos haríamos lo que quisiéramos” Esta es sin duda una cita de Cristóbal Colón (1492), que retrata de manera lapidaria el significado del término colonización, y cuanto conlleva como forma de dominio y aniquilación amparada tanto en la fe o evangelización, como en la modernización o extractivismo del que se desprenden la explotación indiscriminada y el esclavismo.

Todos fenómenos que quedan de manifiesto en la exposición “El Robo del Dolor”, que se exhibe en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), y que ausculta críticamente los procesos sociales y económicos que han ido castigado a Latinoamérica por siglos, tal como lo explican en su texto curatorial Lucía Egaña Rojas y Francisco Godoy Vega: “Por más de cinco siglos la modernidad no sólo nos ha producidos dolor, sino que ha sido tan hábil en su estrategia extractiva que incluso ha logrado robar el dolor del robo”.

Brutal forma de devastación a la que debemos sumar las relaciones de poder racista y de opresión económica, que siguen precarizando a la masa migrante y a la naturaleza que cada vez está más disminuida o como dicen algunos “con propensión al deterioro”. Lo que se expresa en el severo daño medioambiental actual.

“El Robo del Dolor”, no puede verse como una exposición más, ya que plantea una profunda reflexión sobre la memoria histórica de América Latina, que tomando las palabras de George Orwell – “La historia la escriben los vencedores”, y esto es una muestra de que la historia, no sólo debe responder a una única narración, sino a un conjunto de postulados a través de los cuales el espectador pueda sacar un común denominador que integre incluso su propia perspectiva, pudiendo explicarse por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen.

Esta muestra además, forma parte de un extenso proyecto multidisciplinario internacional, liderado por la Fundación Mellon, y la Universidad de Pennsylvania, denominado Dispossessions in the Americas: The Extraction of Bodies, Land, and Heritage from La Conquista to the Present, a desarrollarse en Latinoamérica y el Caribe.

Incluye artistas como María Luisa Álvarez, Paula Baeza Pailamilla, José Miguel Blanco, Gloria Camiruaga, Giuseppe Campuzano, Elda Cerrato, Ani Ganzala, Colectivo con Voz Propia, Álvaro Guevara, Nadia Granados – La Fulminante, Pedro León Carmona, Pedro Luna, Ramón Mateu, Ana Mendieta, Natalia Montoya, Dominga Neculman Mariqueo, Lizette Nin, Reiner y Josoa Otten, Bernardo Oyarzún, Laura Rodig, Alejandra La Bala Rodríguez, Pedro Subercaseaux, Mirna Ticona, Susana Torres, Blas Tupac Amaru, Ximena Vásquez, Eli Wewentxu, más otras sin identificar.

Dan forma a una puesta en escena dividida en cuatro secciones: Episterricidio, Ficción de la racialización, Erótica de la extracción y Saberes ancestrales, como resultado de una investigación que interpela las nociones, denominaciones y jerarquías introducidas por una cultura impuesta por la fuerza.

Por fortuna con muestras como esta, se logra desbaratar el estigma que se cierne sobre los pueblos originarios, evidenciado en el total desprecio hacia su raza, cultura y sus saberes ancestrales. Tal como lo manifestara en 1868 Benjamín Vicuña Mackenna: “El indio no es sino un bruto indomable, enemigo de la civilización porque sólo adora los vicios en que vive sumergido, la ociosidad, la embriaguez, la mentira, la traición, y todo ese conjunto de abominaciones que constituyen la vida salvaje”.

Ciertamente un constructo cultural basado en el escepticismo y el menoscabo, pero especialmente en el robo más absoluto del dolor y la no-memoria, porque como dijo Neruda- “La Araucana está bien, huele bien. Los araucanos están mal, huelen mal. Helen a raza vencida. Y los usurpadores están ansiosos de olvidar o de olvidarse”.

Lo cierto es que “El Robo del Dolor”, apela a ser un espejo de nuestra historia, donde la idea no es olvidar, sino resituar, haciendo las distinciones necesarias, entendiendo que hoy la cultura responde a un mestizaje marcado por una visión opresora que ha degradado históricamente no sólo a los nativos de un continente, sino a las mujeres, los ecosistemas, destruyendo su hábitat.

Pero eso no puede ni debe continuar, e instancias como estas son fructíferas porque abren un diálogo entre el pasado, presente y futuro.

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  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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