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Remake: ¿El regreso de la Concertación? Opinión Crédito: Agencia UNO

Remake: ¿El regreso de la Concertación?

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Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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La “Concertación” de hoy es un bloque que se siente más cómodo entre pares (PPD, Partido Radical y DC), que se autoidentifica más con el centro, pero que pragmáticamente establece alianzas con la centroizquierda e izquierda, participando del Gobierno, pese a marcar diferencias. Juntos pero no revueltos. Eso les permite alinearse con el PC y Frente Amplio. Sin embargo, sin el Partido Socialista, la neo-Concertación sería una legítima apuesta por el centro, un espacio muy bueno para rescatar a la DC, y una carta muy importante para darle gobernabilidad al tercer tiempo del Gobierno, considerando que le abre espacios a gente que se siente identificada con la centroizquierda y que hoy está desafectada de la expresión política de la izquierda de la Convención Constitucional 2021-22.


El viernes se terminó el misterio –dos semanas de especulaciones y rumores, completamente innecesarios– con el cambio de gabinete, que más bien podríamos decir que fue un cambio de subsecretarios. A nivel de ministros, pareció un ajuste menor, diseñado para sacar a Antonia Urrejola y, de paso, se aprovechó para reemplazar a los secretarios de Estado menos conocidos. Buenos nombres se integraron como acompañantes del Mandatario al iniciar su segundo año de Gobierno. La oposición no podrá cuestionar a Van Klaveren y los Jaime (Pizarro y De Aguirre), que de seguro ayudarán a subir algunos puntos en las encuestas.

Pero lo de fondo se verificó a nivel de subsecretarios. Ni más ni menos que quince nuevos rostros, varios de ellos protagonistas en las ex Concertación y ex Nueva Mayoría, como Víctor Barrueto –muy buena carta del PPD– y Gloria de la Fuente –laguismo–.

De Aguirre y Pizarro también podemos calificarlos como del mundo “concertacionista”, por tanto, la señal política de Boric fue clara: se corrió hacia el centro político, privilegió a los independientes y políticos de “los gobiernos de los 30 años”. De hecho, el PL y el PC perdieron pan y pedazo en esta vuelta. Curioso, justo en la semana en que se anunció una especie de remake de la política chilena: el regreso de la Concertación.

Un remake es la nueva versión de una película. Ha ocurrido con Romeo y Julieta, La Bella y la Bestia, Sherlock Holmes, Star Trek, Titanic, Batman, Drácula, Jesucristo, Un Cuento de Navidad y muchas más. La lista es larga. En general, estas nuevas versiones suelen ser superiores a sus antecesoras –como el espectacular Titanic de James Cameron de 1997; la de 1958 fue muy modesta–, aunque no siempre. El filme que cuenta la historia de un juego de mesa que toma vida, Jumanji, tuvo dos adaptaciones que ni se acercaron a la original protagonizada por Robin Williams en 1995, pese a los efectos especiales y tecnología de las de 2003 (Zathura) y 2017 (Welcome to de Jungle).

El pacto Todo por Chile –que integran el Partido por la Democracia (PPD), el Partido Radical (PR) y la Democracia Cristiana (DC)– hizo un anuncio que pasó bastante inadvertido, pero que no dejó de sorprender. En el despliegue de campaña, usarán como eslogan “Concertación por el cambio”, apelando a una tipografía muy similar al conglomerado de los 90 y el arcoíris característico. No sabemos aún si la intención de estos partidos es construir una nueva versión de esa alianza que duró 23 años –entre 1990 y 2013– y terminó por extinguirse de muerte natural con el nacimiento de la Nueva Mayoría, o simplemente están apelando a un recurso de marketing político para capturar la atención –y el voto– de un sector de la población que en su momento se sintió identificada con la coalición de centroizquierda. Aunque el uso de la marca Concertación pareciera obedecer a un intento de entregar una señal política de los partidos que forman Todo por Chile.

En el caso de que el PPD –que ha empujado la idea–, la DC –que ha recibido una buena dosis de oxígeno, de la mano de sus viejos estandartes, Carmen Frei y Andrés Zaldívar– y el PR, quisieran hacer un remake de la Concertación, aún no sabemos si esta sería una versión mejorada o una copia mala del viejo conglomerado, destinada a desaparecer del mapa una vez concluida la elección del 7 de mayo.

Pero ¿qué diferencias y semejanzas tienen ambas Concertaciones? En primer lugar, a la actual le falta un actor fundamental: el Partido Socialista. Recordemos que, en el origen de la Concertación de Partidos por la Democracia, el PS logró unificar todas sus facciones (Núñez, Mandujano, Históricos, Almeyda) gracias a esta nueva instancia posdictadura. El PPD era en ese momento un partido que mutaba desde lo “instrumental” –el plebiscito de 1988– para convertirse en un partido político moderno, con un relato ambientalista y de progresismo cultural. Y, por supuesto, era una coalición ubicada claramente en la centroizquierda política, muy lejos del PC.

La “Concertación” de hoy es un bloque que se siente más cómodo entre pares (PPD, Partido Radical y DC), que se autoidentifica más con el centro, pero que pragmáticamente establece alianzas con la centroizquierda e izquierda, participando del Gobierno, pese a marcar diferencias. Juntos pero no revueltos. Eso les permite alinearse con el PC y Frente Amplio. Sin embargo, sin el Partido Socialista, la neo-Concertación sería una legítima apuesta por el centro, un espacio muy bueno para rescatar a la DC, y una carta muy importante para darle gobernabilidad al tercer tiempo del Gobierno, considerando que le abre espacios a gente que se siente identificada con la centroizquierda y que hoy está desafectada de la expresión política de la izquierda de la Convención Constitucional 2021-22.

Creo que Todo por Chile fue una buena apuesta política –o la Concertación, si le creemos a su campaña electoral–. Le puede aportar mayor amplitud de votos en las elecciones y respaldo político al Gobierno de Boric. Veremos, claro está, si esta Concertación versión 2023 –algo trasquilada por la falta del PS– es capaz de competirles al PC, FA y PS en la elección de consejeros constitucionales el 7 de mayo. Y, por supuesto, si esto va en serio o no es más que un intento del marketing político de jugar con el inconsciente colectivo de los chilenos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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