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Sobre la poética glocal y los pájaros en “Teoría del ojo” de Rolando Martínez Trabucco CULTURA|OPINIÓN

Sobre la poética glocal y los pájaros en “Teoría del ojo” de Rolando Martínez Trabucco

Ramiro Villarroel Cifuentes
Por : Ramiro Villarroel Cifuentes Poeta, escritor y productor ejecutivo para cine y TV. Vive y trabaja en Temuco.
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Su poesía es de largo alcance, amplia, compleja, cuyos registros van abriendo nuevos caminos a partir de un puñado de temas, que a su vez destacan sus colores glocales y plidimensionales. Una poesía fresca, que recoge también el rumor de la historia, los medios y la intimidad.


A Soledad Martínez, por su vuelo.

Lo primero que salta a la vista después de la lectura de “Teoría del ojo” de Rolado Martínez Trabucco es la amplitud temporal y espacial que recoge en sus páginas, otorgándole visos de universalidad a su poética, sin dejar el arraigo territorial nacional a que pertenece. Así, podemos ver que hay una línea de tiempo actuando desde los títulos –prácticamente la totalidad de los poemas llevan por título un año referencial de nuestra era cristiana-; una dimensión territorial en el contenido de los poemas; que a su vez están ubicados en locaciones que de pronto pueden ser las formaciones montañosas de La Araucanía, así como Estados Unidos o Bélgica, además de hitos históricos acaecidos en momentos diversos de la humanidad.

[cita tipo=»destaque»]La poesía de Martínez Trabucco es de largo alcance, amplia, compleja, cuyos registros van abriendo nuevos caminos a partir de un puñado de temas, que a su vez destacan sus colores glocales y plidimensionales. Una poesía fresca, que recoge también el rumor de la historia, los medios y la intimidad[/cita]

Estos elementos recién apuntados nos hablan de una diversidad de elementos que se reúnen en la poética de Martínez Trabucco, donde no sólo opera lo estético, sino que también una visión de conjunto de problemas y fenómenos que colocan su producción en un lugar destacado en lo que podemos llamar arte contemporáneo, desde la poesía, que amplía los límites de su hacer a otras áreas del conocimiento y acción humana, permitiéndonos observar, como lo postulara el surrealismo en su época más influyente, objetos y dimensiones distantes que se dan cita en una nueva combinación que hace explotar nuestra concepción de realidad, como en los sueños, claro que, en este caso, como si el autor tuviera una inmensa batería de instrumentos de visión, reflexión, medición, análisis y archivo, cosa que podemos ver en germen también en una de sus obras anteriores como es “Ciudad Bárbara” (Das Kapital Ediciones, noviembre de 2017) en aspectos como la pajarería, del cual citamos los siguientes versos: “el rancho huele a sed/ a palomas recién muertas/ huele a granos molidos y queresas” (CB: 2017, pág. 10), o en el poema “Cronología de la transparencia”, donde aparecen los siguientes versos: “porque en mi se esconden pájaros que queman con su sed/ y con sus alas” (CB: 2017, pág. 13), libro que también hace referencia al surrealismo antes mencionado, como por ejemplo en “Velorio”: “Sus mejillas parecen dos carretas/ en cuyos tablones/ el frío emprende sus trayectos” (CB: 2017, pág. 18), a la manera de los cuadros de Dalí donde se pueden ver imágenes simultáneas a manera de fundidos de dos o más imágenes, en una sola.

Volviendo al libro que nos ocupa, son los pájaros los que abren, destacan y sobrevuelan el libro con su canto, por lo que podríamos decir que éste pertenece a una genealogía de autores que escriben -libros que se han publicado y poemas que expresan contenidos diversos sobre las aves- que, por ejemplo, encontramos en el majestuoso “Arte de pájaros” de Pablo Neruda, donde éste escribe en su poema “El poeta se despide de los pájaros”, los siguientes versos: “pájaro a pájaro conocí la tierra:/ reconocí donde volaba el fuego:/ la precipitación de la energía/ y mi desinterés quedó premiado/ porque aunque nadie me pagó por eso/ recibí aquellas alas en el alma/ y la inmovilidad no me detuvo”, temática pajarera que también encontramos en Juan Luis Martínez (oh! la cuestión del apellido que se transforma en el denominador común en esta crítica de poemas sobre pájaros, que aúna tanto a Juan Luis como a Rolando) en su “Nueva novela”, específicamente en el poema “Los pájaros cantan en pajarístico”: “Los pájaros cantan en pajarístico/ y nosotros los escuchamos en español./ (El español es una lengua opaca, con un gran número de palabras fantasmas;/ el pajarístico es una lengua transparente y sin palabras)”, antecedente directo de Martínez Trabucco, hay que notar, al atender a su poema “1945”: “si todo el mundo hablara también/ el idioma de nuestras palomas/ el lenguaje contaría con tramos/ alumbrados y notas musicales” (P.22) ó, por último en este recorrido y correlación de versos sobre pájaros, vayan unos de “Oda a unas palomas” de Nicanor Parra, donde éste nos comenta que: “Sus estudiados vuelos, sin embargo/ Hipnotizan a mancos y cojos/ Que creen ver en ellas/ La explicación de este mundo y el otro”.

Pájaros que en el libro de Martínez Trabucco aparecen en una faceta distinta, inusitada, como en el poema “Récord mundial”: “En el pequeño pueblo belga de Arendonk, nace Rik van Steenbergen, tres veces campeón mundial de ciclismo. En ese mismo pueblo nace también Arthur Bricoux: el criador más grande de palomas mensajeras” (p.7), pero la pajarería no es el único aspecto destacable en este libro, ya que Martínez Trabucco nos entrega una propuesta escritural que hace del libro en sí una propuesta estética, porque en la página siguiente podemos ver en principio que la primera página en blanco de la cual damos cita, da paso a una página gris oscuro, donde el autor plasma un poema mucho más pedagógico sobre el arte de la colombofilia, a saber: “Para llegar al palomar/ emplean otro sentido/ de orientación// consiste en recordar/ y reconocer/ puntos fijos:// edificios, árboles, jardines.// Esta capacidad/ se llama// ferotaxia” (p.8), cosa que lleva la poética de Martínez Trabucco al campo del arte contemporáneo, como explico al principio de estos comentarios, por implicar en su conjunto distintos aspectos que lo enlazan no tan solo a otros géneros literarios, sino que también a un asentamiento en lo real para desentrañar sus códigos ocultos.

Junto a esto también comentar que los hitos históricos presentes en cada uno de los poemas, proyectados desde sus títulos, nos hacen entrar en una experiencia literaria que toma el aspecto de un almanaque poético, por sus continuas referencias a acontecimientos del pasado, que se enlazan en un ramo de diferentes momentos y detalles de profunda penetración en la materia del paisaje, como en el poema “1919”: “Muere Emiliano Zapata// La vertiente guarda un río/ donde alguna vez la luz guardó su sombra(…) Revolucionario y criador de palomas/ difieren en pequeñas cicatrices:// la soledad o la pérdida del tiempo/ en todas partes// es mejor morir de pie/ que vivir toda una vida arrodillado// Arde el fuego en Arendonk// una escuadra de palomas/ contamina el cielo” (p.11). Así mismo, a medida que se desarrolla el poemario, podemos apreciar variaciones en el tratamiento poético, que alcanza dimensiones documentales, como en el poema “1940”: “El día que el Dr. Bricoux regresó/ al silencioso pueblo de Arendonk/ encontró el mayor desastre que podría ocurrir/ a un colombófilo// (durante su ausencia/ el ejército francés/ había sacrificado/ a todas sus palomas)” (p.20), al igual que en el siguiente poema sin título de página gris oscura, que destaca por su textura visual: “Doscientas mil palomas se usaron/ como mensajeras/ durante la Segunda Guerra Mundial.// De las diecisiete mil enviadas/ a territorio enemigo// solo una/ de cada ocho// regresó/ al punto/ de partida” (p.23).

Podemos decir que este libro es uno de vuelos llenos de mensajes, viajes, movimiento, como en el poema “1991”: “Los ríos fluyen a través de los meandros/ el agua transcurre.// Todo transcurre:// el deseo/ el corazón/ y las palomas” (P. 40), pero también cambio, transfiguración y superposición de imágenes: “tres o cuatro buses interprovinciales/ que se estacionan/ como palomas” (p.30); “Tenía seis años cuando mamá me enseñó a leer/ en el lugar donde años más tarde la velamos” (p.33). Pero también viajes interestelares o galácticos, por lo menos, con anclas en los deseos de libertad, como en el poema “1986”: “El cometa Halley/ orbita alrededor del Sol.(…) Cometa, hermano/ llévate al tirano” (p.37-38).

La poesía de Martínez Trabucco es de largo alcance, amplia, compleja, cuyos registros van abriendo nuevos caminos a partir de un puñado de temas, que a su vez destacan sus colores glocales y plidimensionales. Una poesía fresca, que recoge también el rumor de la historia, los medios y la intimidad: “Pura desolación/ mientras mi hija escribe/ una lista de cosas/ que deberá hacer/ apenas abra sus ojos:// darle un veso a mamá/ aser la tarea/ jugar/ desir te amo/ convencer a mis papás/ para que duerman en mi cama.// El es año del cerdo/ y a esa misma hora/ astronautas chinos/ alunizan con éxito/ en la cara oculta/ de la luna” (p.68).

Teoría del ojo, Rolando Martínez Trabucco, Alquimia Ediciones, julio de 2020, 68 páginas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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