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Opinión: El que debe salir del Euro es… ¿Alemania?

Opinión: El que debe salir del Euro es… ¿Alemania?

Para muchos es claro que, en esta ocasión, Alemania es tan culpable como Grecia. Como señala el ex ministro de finanzas griego Yanis Varoufakis, es tan culpable el que pide prestado dinero y vive por sobre sus posibilidades (Grecia) como el agente financiero que le presta dinero a una institución de dudosa solidez como el gobierno griego (los bancos alemanes).


Hace un par de semanas, en un prestigioso medio internacional, el economista indio de la Universidad de Princeton Ashoka Modi trajo de vuelta a discusión un tema que hace un tiempo viene rondando las conversaciones de pasillo: no debe ser Grecia la que salga de la Eurozona, sino que… ¡Alemania!

¿Alemania? ¿La economía más sólida de todo el grupo? La propuesta de Modi se basaría en un argumento que el mismísimo Milton Friedman ya había previsto hace casi 20 años. Friedman señaló en 1997 que los países europeos son muy distintos en demasiados ámbitos como para unirse monetariamente y renunciar a la mejor arma que tiene una nación contra shocks económicos: el tipo de cambio flotante. Incluso Friedman predijo que el euro iba a lograr el efecto contrario al deseado (la unificación de Europa), al crear tensiones políticas y favorecer el surgimiento de movimientos anti-Europa, como lo son hoy Syriza en Grecia, el Frente Nacional en Francia o Podemos en España.

Para muchos es claro que, en esta ocasión, Alemania es tan culpable como Grecia. Como señala el ex ministro de finanzas griego Yanis Varoufakis, es tan culpable el que pide prestado dinero y vive por sobre sus posibilidades (Grecia) como el agente financiero que le presta dinero a una institución de dudosa solidez como el gobierno griego (los bancos alemanes). Los bancos alemanes invirtieron mal y deberían asumir las pérdidas. Obligar a los contribuyentes europeos a rescatar a los griegos para evitar las pérdidas de los bancos alemanes es intervencionismo de libro, que solo causa daño y no afronta el real problema de fondo.

Si Grecia dejara el euro, como abogan algunos (entre ellos el ministro de finanzas alemán Wolfgang Schäuble), la brutal depreciación que sufriría el dracma les ayudaría en cuanto a competitividad de exportaciones se refiere, pero haría absolutamente impagable sus ya pesadas deudas en euros, por lo que entrarían en impagos, generando una dolorosa y profunda crisis para los habitantes griegos, con no menores riesgos para sus socios comerciales. Los acreedores (bancos alemanes) por su parte, no recuperarían su dinero. Todos pierden, menos el gobierno alemán, que terminaría por imponer su filosofía ordoliberal al manejo político-económico de la Eurozona.

Si Alemania dejara el euro, también habría perdedores, pero se solucionaría el problema de largo plazo. El euro sufriría una fuerte pero necesaria depreciación, lo que ayudaría a las alicaídas economías de la periferia europea, pero al mismo tiempo subiría con fuerza el costo de endeudamiento de dichos países. El nuevo marco alemán se apreciaría y haría inmediatamente más ricos a los alemanes, lo que impulsaría la demanda interna germana. El brutal superávit alemán comenzaría a descender y aparecería al fin un gigante comprador, hasta ahora dormido y ahorrador a más no poder, para un mundo que necesita demanda con urgencia. Esto también alejaría el fantasma de la deflación que aterra a Europa.

Al fin y al cabo, y como señaló David Ricardo hace dos siglos, una nación debiera exportar lo que comparativamente, y no absolutamente, le es más fácil producir. Esto quiere decir que aunque un país sea mejor en producir todo, como Alemania, no significa que deba exportar todo. Por supuesto, hay momentos en donde es bueno consumir menos de lo que produces, pero es siempre conveniente recordar que construir un superávit comercial significa financiar el déficit de otra nación. Es probable además que a una hipotética salida alemana se sumen países muy cercanos como Austria, Bélgica y Holanda, lo que depreciaría aún más al euro.

Y en la misma línea, una Eurozona sin sus países más poderosos no tendría mucho sentido. Las diferencias culturales, estructurales y productivas se mantendrían entre países periféricos. Una salida alemana debiera ser acompañada del fin de la Eurozona, pues los perjuicios han terminado por superar a los beneficios de una moneda única para los estados europeos. La idea tenía un noble motivo, pero hubiera sido mejor haber subdividido en más zonas de acuerdo a afinidades culturales y productivas. Será sin dudas doloroso el fin de la Eurozona, pero es como decir que un matrimonio debiera mantenerse junto solo porque los costos del divorcio son muy altos. Hoy en día, el fin de la Eurozona traería beneficios para todos y sinceraría posiciones en una convivencia algo forzada e incómoda.

Pablo Witto H.
Operador Senior Renta Fija Banco Penta

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