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Rodrigo Valdés insiste en que su prioridad es compatibilizar el crecimiento económico y las reformas

Rodrigo Valdés insiste en que su prioridad es compatibilizar el crecimiento económico y las reformas

Por segunda vez en menos de una semana el ministro de Hacienda da entrevista para tratar de balancear un mensaje que se le hace cada vez más complicado y que tensiona a la Nueva Mayoría. Esta vez eligió a La Tercera y, una vez más, su audiencia parecía ser el empresariado: «Si alguien piensa que realismo es renunciar a todo, no entiende lo que estamos haciendo», señaló.


Hace semanas que se le acabó la luna de miel al ministro de Hacienda Rodrigo Valdés.

Es más, en los últimos días sus esfuerzos parecen estar más concentrados en evitar quiebres al interior del Gobierno que en avanzar en su agenda.

Ayer, en una entrevista con La Tercera, Valdés volvió a insistir en que su prioridad es compatibilizar el crecimiento económico y las reformas

Era la segunda vez en menos de una semana que el ministro concedía una entrevista para tratar de balancear un mensaje que se le hace cada vez más complicado y que tensiona a la Nueva Mayoría.

El martes había sido con Radio Duna, donde dijo que su supuesta dupla con el ministro del interior Jorge Burgos era un «mito urbano».

Ayer eligió a La Tercera y volvió a insistir en que no tiene agenda propia sino es parte de un comité político que «sigue las órdenes de la Presidenta, en donde el ministro del Interior, Jorge Burgos, es el líder del comité político».

También, en aparente mensaje al empresariado que pide que se frenen las reformas, manifestó que “si alguien piensa que realismo es renunciar a todo, no entiende lo que estamos haciendo”.

”Tenemos que tener el crecimiento muy presente cada vez que diseñamos reformas», puntualizó Valdés, reafirmando que el Ejecutivo dará prioridad a algunos proyectos porque no cuenta con los recursos para cumplir el programa.

«En este segundo tiempo del Gobierno estamos trabajando en priorizar aquellas cosas que son más importantes, en ser muy realistas respecto de la capacidad de gestión política para hacer distintas cosas, tomando muy en serio el cuadro económico», sostuvo el ministro.

Añadió que la economía chilena está «bien preparada» para aguantar los embates externos, como la caída del precio del cobre, y que hay que esforzarse para que los problemas internos «tampoco sean una valla para crecer».

Valdés reconoció que a fines de 2012 se inició un ciclo de desaceleración, y que la economía chilena tiene «muchos desafíos», aunque consideró que el país sigue siendo un atractivo para los inversionistas.

El pasado junio, el Banco Central recortó en un cuarto de punto su previsión de crecimiento del PIB para este año, hasta un rango de entre un 2,25 % y un 3,25 %, mientras en julio el Gobierno recortó su propia previsión, desde un 3,6 % a un 2,5 %, debido principalmente al contexto externo.

En ese contexto, el ministro de Hacienda aseguró que será difícil que la economía chilena crezca un 5 % promedio durante los cuatro años del segundo Gobierno de Bachelet, como sostenía el programa electoral de la Mandataria.

Conflicto en la Nueva Mayoría

La percepción de que el ministro Valdés estaba jugando con agenda propia le valió una llamada de la Presidenta.

De acuerdo a un reportaje de El Mercurio de ayer, Valdés recibió un mensaje claro de la Mandataria respecto a que debía terminar con la idea de un «gabinete quebrado» y enfatizar el trabajo del equipo político.

El mensaje habría sido comunicado el martes por uno de sus aliados en La Moneda: el ministro de la Segpres, Nicolás Eyzaguirre.

La tensión que ha generado el concepto de “realismo sin renuncia” al interior de la Nueva Mayoría venía cocinándose a fuego lento desde hacía semanas, pero la entrevista de hace unos días de Bachelet en La Tercera y el anuncio de los cambios que se le harán a la polémica Reforma Tributaria, la hizo hervir.

La principal tensión está entre la DC y la Presidenta, y reflejaría las diferencias que tendría Valdés con respecto a cómo abordar la Reforma Laboral y su sensación de que no toda la coalición está alineada con que la prioridad debe ser el crecimiento.

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