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La jugada de los Martínez para salir de los aprietos que complican su imperio de casinos

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Fue un error de apreciación. O exceso de   confianza. En tres años de operación un solo casino –Monticello- en San   Francisco de Mostazal se llevó el 35,4 de los ingresos de la industria en   2009, el 30,5% en 2010 (cifra corregida por efecto terremoto dado que cerró   123 días) y el 28,5%, según la Superintendencia de Casinos.

Su operadora, Sun International, supo cautivar al público chileno con una fórmula patentada en 1979 y conocida a nivel mundial: Sun City, el gran complejo que construyó en medio de la nada en Sudáfrica, famoso por su aparatosa arquitectura y un sinfín de actividades y por haber contado con el beneplácito de los gobiernos del apartheid que le permitieron operar en un país declarado independiente, Bofutatsuana, ya que   en Sudáfrica estaban prohibidas las apuestas.

La empresa, que ahora cuenta con 14 casinos en ese país, y sólo uno afuera, el chileno, tiene al clan Martínez, el más poderoso del negocio en Chile, en duros aprietos, y los obligó a comprar el 70% del casino más cercano a Santiago, Rinconada de Los Andes, al hotelero colombiano Carlos Salguero. Y a endeudarse para construir un hotel, un paso bajo nivel y mil tragamonedas.

En total, US$130 millones que financió con una emisión de bonos por US$220 millones en 2010. Parte fue a pagar créditos que, al cierre de 2009, sumaban US$188 millones y que un año después bajaron al 10% de esa cifra.

En febrero pasado Enjoy S.A. –que agrupa a   los casinos concesionados de Antofagasta y Colchagua, otro en Castro que debuta en mayo, uno en Mendoza, e incluye las utilidades de los municipales de Viña, Coquimbo y Pucón, a través de un contrato de administración con Antonio Martínez y Cia.- anunció que no podría cumplir el compromiso con los bancos de mantener una relación deuda financiera sobre Ebitda de 5,0 veces.   Al 31 de diciembre ésta ascendía a 5,66 veces.

El problema toca a las AFP Cuprum y Capital que tienen en su poder US$63 millones en bonos y que después de La Polar quedaron muy cuestionadas  El atraso en la puesta en marcha de Rinconada –rebautizado Enjoy Santiago- comprado en septiembre de 2010 produjo un   descalce que se tradujo en el incumplimiento del covenant.

El nuevo casino perdió plata en 2009 y 2010: $5.315 millones y $5.057 millones, respectivamente. Las de 2011 aún no son entregadas a la   superintendencia.  Su rival Monticello   también perdió plata esos dos años: $11.000 millones y $2.111 millones.

En su negocio consolidado, Enjoy anotó utilidades $865 millones al 31 de diciembre de 2011 versus $7.531 millones de 2010, cuya magnitud se explica   por la venta del 50% del casino de Puerto Varas a Dreams (Claudio Fischer y   Citi), su socio y competidor en otras regiones. Ambos hicieron ofertas en   sobre cerrado y Dreams ofreció un valor más alto (US$31 millones).

Lo que hay detrás del hecho esencial

Antonio Martínez Ruiz, el patriarca del clan, se ligó al negocio de los juegos de azar cuando a sugerencia del ex   ministro DC Enrique Krauss, postuló en 1975 a la concesión municipal del Casino de Viña junto a su íntimo amigo Juan Cueto, a Moisés Rozenthal, Mario y Sergio Vilensky, entre otros. Con la caída del llamado grupo Banco Concepción, el negocio lo conservó Martínez, hombre de una amplia red de   contactos políticos y admirador de Pinochet. Y Cueto, cercano a la DC,  conservó Fast Air, que no era más que un avión de carga y se transformó en Lan.

ESta semana la compañía envió un hecho esencial a la Superintendencia de Valores informando escuetamente los próximos pasos a seguir. En la   práctica, lo que hará Enjoy es crear un fondo inmobiliario que incorporará los activos de Rinconada para ofrecerlos a inversionistas como family office y aseguradoras a cambio del pago de un arriendo a largo plazo. La meta es recaudar US$50 millones para cumplir el compromiso e invertir en una sala de conferencia y shows, una discoteque y más estacionamientos. Enjoy mantendrá el control del activo, lo que da mayor seguridad a los inversionistas.

Eugenio Cristi, gerente de estudios del Fondo Independencia, explica que es una figura muy usada en Estados Unidos por cadenas de supermercados y multinacionales con sus oficinas. En Chile es poco empleada: el caso más conocido es el del Banco Santander  que, en 2010, vendió varias sucursales con este esquema. “No recuerdo otra operación en algún otro rubro. Lo que se evalúa es el contrato (cuánto ofrece pagar de   arriendo el interesado) y el uso alternativo del activo si no cumple con los pagos y queda en mano de los inversionistas”.

Los fondos exigen una rentabilidad por sobre  el 7% anual; los family office se quedan tranquilos con un 6% o 6,5%,  dado que su estructura de gestión es más barata.

“Si salimos al mercado y no hay interés los Martínez harían aumento de capital”, dice una alta fuente de la empresa.

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