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Los altos costos que han pagado los ex directores de La Polar


Hoy parte el road show que La Polar llevará a Brasil, Londres y Nueva York como parte de su plan de aumento de capital de $ 120.000 millones. A 14 meses de que provocara el peor escándalo financiero de la historia chilena, el retailer parece haber dejado atrás lo peor. Sin embargo, para sus ex directores la situación es distinta: muchos de ellos aún siguen pagando el costo.

Fue un viaje al infierno que para algunos no ha tenido retorno. Lo han pasado mal en todos los planos. Dos perdieron fuentes de ingresos, otros sufrieron efectos físicos, bajaron notoriamente de peso, ganaron años en su aspecto, uno recurrió al siquiatra. Los efectos no hicieron distinción de riqueza o posición ejecutiva.

No importó cuánto tiempo estuvieron en el directorio, porque la Superintendencia de Valores los multó a todos. María Gracia Cariola y René Cortázar no alcanzaron a cumplir un año. A los que habían dejado la mesa igual. Raúl Sotomayor y Norberto Morita se fueron en 2009 y estuvieron seis años en La Polar. Jacques Louis de Montalembert lo fue durante tres años y también dejó la mesa en 2009.

La Polar marcó un antes y un después en materia de gobiernos corporativos. Ya nadie se sienta a escuchar, a revisar someramente los números y a no hacer preguntas.

Como dice uno de los ex directores de la multitienda, “este tipo de fraudes ocurre uno en 10 mil”, pero para la SVS no cumplieron con sus deberes de cuidado y diligencia.

A los costos de imagen y prestigio se suman los económicos. Todos debieron contratar estudios de abogados. Y los nueve sancionados con multas que van desde las 400 a 3.500 UF deben prever que esos recursos saldrán de sus bolsillos si los tribunales civiles confirman lo obrado por la SVS. Caso aparte es Pablo Alcalde, el décimo integrante de la mesa, ex presidente y antes gerente general de La Polar, al que la Superintendencia lo castigó con US$ 1,1 millones.

Laboralmente, dos fueron los más afectados. Andrés Ibáñez, el segundo en antiguedad  —asumió en 2004— y quien recibió la multa más alta (3.500 UF) junto a Fernando Franke, que perdió el cargo de director de la Escuela de Administración de la Universidad Católica. También los cursos que dictaba en su Centro de Gobiernos Corporativos y sólo se mantiene como profesor de planta de la Escuela de Administración.

El otro es Francisco Gana, quien renunció a Soprole en 2006 y decidió dedicarse a ser director profesional. Cuando se destapó el fraude, llevaba un año en La Polar representando a las AFP —antes estuvo en D&S y dos de sus filiales— y le pidieron abandonar los directorios de Enap y Trenes Metropolitanos.

La posibilidad de enfrentar demandas por indemnización de perjuicios de parte de los accionistas que vieron consumidos sus patrimonios por el fraude es lejana. Según la abogada Bárbara Salinas, que defiende a 400 afectados, si bien existe responsabilidad civil por negligencia, cuantificar y probar ante un juez el monto del perjuicio es complejo. “Estamos evaluándolo”.

Golpe más duro para el ex brazo derecho de Claro

Para Baltazar Sánchez el golpe en imagen fue, quizás, más duro. No sólo porque era el director más antiguo de La Polar —asume en 1999 invitado por Raúl Sotomayor cuando Southern Cross compra la cadena—, sino también porque es el ejecutivo más importante de las empresas de Ricardo Claro. Fue su brazo derecho y hoy le reporta a Jaime Claro, hermano del fallecido empresario, se entiende con su viuda, María Luisa Vial, y suma 30 años en el grupo.

La Polar fue el primer directorio que dejó a partir de 2011; después vinieron los de la Sudamericana de Vapores, su filial Saam, y Mega, que fueron vendidas al grupo Luksic, y a Liliana Solari y su hijo Carlos Heller, respectivamente. Ambas eran las compañías más valoradas por Claro, pese a no ser las más grandes ni de mayores ingresos.

En el resto de los directorios del grupo sigue igual: es vicepresidente de Elecmetal; presidente de Ediciones Financieras S.A, dueña de El Diario Financiero; y de Ediciones e Impresos S.A, dueña de la revista Capital. Y conserva el sillón en Siemel, filial de Angelini, grupo para el que cual trabajó desde 1985 a 1990.

Ha tenido que declarar en la arista penal ante el fiscal José Morales por haber comprado acciones de La Polar dentro del plan de incentivos creado por Sotomayor y Morita para los siete ex mayores ejecutivos —-entre ellos, los formalizados Alcalde, María Isabel Farah, Julián Moreno y Pablo Fuenzalida— cuando recién Southern Cross adquirió La Polar.

En ese esquema fueron invitados a participar Sánchez y Juan Enrique Riveros, socio histórico de Hernán Somerville, quien entró al directorio mientras la compañía era cerrada y dejó el cargo en 2005.

Sánchez creó Inversiones Portofino que integraba a su vez la sociedad formada por los ejecutivos para comprar y vender acciones de la cadena. El afirmó al fiscal que todas las acciones que adquirió las mantiene en su poder.

A diferencia del resto, Fernando Franke, el segundo director más antiguo, llegó al directorio con votos propios como dueño de un 0,45% de La Polar y el apoyo de las corredoras de bolsa. No vendió las acciones, por lo que ha hecho una pérdida que supera los US$ 3 millones.

Dedicado a las inversiones, es el de mayor patrimonio económico. Sólo en fondos accionarios y de renta fija maneja unos US$ 20 millones  De su portafolio público destacan Andrómaco, las AFP Habitat, Cuprum, ILC, recientemente abierta en bolsa y cuyo principal activo es Habitat, y Lan. Además de un 1 % de Colbún.

Es director de Andrómaco y Edelpa, del grupo Said, donde no posee papeles. Dejó la mesa de Colbún, a la que ingresó en 2001, debido a que las AFP aumentaron su participación y colocaron un segundo representante. Franke no está inscrito en el registro de directores de las AFP.

En su caso, el efecto ha sido fuerte por su larga permanencia en La Polar (a cuyo sillón renunció en abril de 2011), porque es conocido por estar encima de las decisiones y, según las actas, fue el más inquisitivo en materia de riesgo de los clientes y renegociaciones, pero no llegó a la médula.

Urzúa en Hortifrut, Forus y Relsa

A Heriberto Urzúa sus cuatro años en La Polar, de la que era vicepresidente al momento de destaparse el escándalo, no lo han afectado laboralmente. No ha perdido directorios, aunque es accionista de las empresas en que participa o mantiene lazos con sus dueños.

Sigue en Hortifrut, donde antes de su apertura a la bolsa, tenía un 6%, y en Forus, el holding de representación de marcas de Alfonso Swett, con quien trabajó largo tiempo.

Juntos entraron a la exportadora de berries de Víctor Moller cuando atravesaba una delicada situación financiera. Urzúa dejó el directorio de la colombiana Alsacia, operadora de micros del Transantiago, pero pasó al de Express que pertenece al mismo grupo.  Es cuñado del abogado Juan Enrique Allard, quien ingresó como secretario del directorio de La Polar, a mediados de 2009, nombrado por el estudio Guerrero y era la única persona ajena a la mesa que conocía lo que allí se trataba. Un parentesco que no todos los directores conocían.

Mantiene sus sillones en Relsa, la empresa de leasing de camiones y maquinaria minera de Juan Carlos Yarur Rey, y en Aceros Otero de la familia Otero Domínguez. Conoce el rubro, pues heredó de su padre una acerera en Ecuador.

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