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Opinión: El circo romano de la discusión del sueldo mínimo

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Roberto Fantuzzi Hernández, Presidente de Asexma

El Presidente Sebastián Piñera anunció que nuestro país en el año 2018 debería llegar a ser una nación desarrollada y para lograr esta anhelada meta, es que impulsó la “Agenda Chile País desarrollado”, la cual contempla 50 medidas, entre ellas, mesas de diálogo al interior de las empresas, comisión de salario mínimo y Sernac financiero.

Sin embargo, y muy por el contrario a lo propuesto por esta agenda, hace un par de días, el mismo mandatario anunció un proyecto de ley que reajustaría el salario mínimo en un 6 %, planteando un sueldo mínimo de $205.000. Sin embargo, y contradictoriamente a las aspiraciones del gobierno, la propuesta pasó a votación a la Cámara de Diputados y fue rechazada, generando con ello una intensa discusión entre los congresistas, que acapara todas las miradas de la prensa y que se transforma en una guerra de dimes y diretes.

Parece vergonzoso que año a año se repita esta situación y se produzca el debate entre el gobierno y oposición, además de trabajadores y empresarios, cuando ya debería estar zanjada esta materia en manos de una comisión, independiente del gobierno de turno, que regule el ajuste del sueldo mínimo en base a los diversos factores que influyen en nuestra economía. Por lo demás, la manera poco elegante en que se planteó este aumento de salario, levanta demasiada suspicacia al ser este un año un año de elecciones, y por sobre todo, considerando que el año pasado no se quiso aumentar  las remuneraciones a $200.000 argumentando, por parte del ministro de Hacienda que, nuestro país no estaba en condiciones de pagar este monto.

No son los ministros de Hacienda ni del Trabajo los encargados de determinar el reajuste al salario  mínimo, sino que es necesario un modelo de cálculo que ajuste automáticamente el sueldo mínimo cada año y que considere los múltiples factores de la economía como inflación, cesantía, crecimiento, etc.

Chile podría, si así realmente se lo planteara, aspirar a un sueldo mínimo mucho más alto, sin embargo, para ello, se necesita una política de capacitación que permita aumentar la productividad de nuestras empresas. En relación a este punto podemos ver lamentablemente que nuestro país es conocido en el exterior, como una de las naciones donde los trabajadores registran una mayor carga horaria, que no se condice con los niveles de producción.

Creo firmemente que el sueldo mínimo, es una las variables que podría acortar las brechas de desigualdad de este país. Sin embargo, hay que profundizar y profesionalizar su forma de cálculo y, por sobre todo, entregar educación y capacitación  a nuestros trabajadores en materias de producción, ya que de esta manera la empresa genera mayor ingreso y, con ello, mejora la base salarial de sus empleados. Es de esperar que el próximo gobierno, independiente de la coalición a la que represente, entregue de una vez por todas esta responsabilidad a expertos, para que así, dejemos presenciar a través de la prensa, el circo romano que se levanta luego de cada propuesta de sueldo mínimo, discusión que por cierto, mayoritariamente carece de fundamentos técnicos.

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