Titulares de los últimos meses, mencionaron que la cantidad de vehículos que ingresarán al territorio este año para su comercialización, se pueden estimar en 1.000 unidades diarias. Esto nos da 360.000 unidades, una cifra no despreciable hasta para un país de economía galopante, de burbuja evidente para muchos. Esto significa que hay 360.000 compradores quienes desembolsarán entre USD 10.000 a USD 100.000.-
La mayoría corresponde a personas o empresas en proceso de renovación, dando de baja los vehículos que han usado hasta la fecha, de modo el desembolso es solamente parcial. Lo que es un desembolso total, no siempre estimado en el valor de compra es la adquisición de la garantía. Así como lo lee.
Lo natural era que los vehículos trajesen incorporada la garantía, tema que antaño era motivo de argumento de venta, y que imperceptiblemente, se ha convertido en un costo adicional para los compradores, ocupando el primer lugar en el podio que se podría titular «ingresos no tradicionales de las automotoras».
El primero en subir al sitial de honor data de la década de los ’90 donde se dispararon los precios de las partes y piezas, principalmente aquellas que se dañaban en los accidentes. De esa época data la Ley de los 60, denominada así porque eran más o menos 60 faroles delanteros el precio del auto nuevo. Hoy, que la guerra por la supervivencia arrecia, y en ausencia de organismos defendiendo y asesorando a los consumidores, muchos casos basta con el valor de 30 faroles. Antecedentes detallados en (www.elgranrrobo.cl, capítulos 4.06.02-3-4).
El precio de compra, se incrementó por la adquisición de seguro propio por daños, incorporado obligatoriamente, repartiendo la utilidad generada por las automotoras con el otorgante del crédito. Hablando del crédito, es otra figura de los elementos de extracción monetaria del bolsillo de los adquirentes, de tal importancia que, en la mayoría de los casos, se niega veladamente la venta cuando se trata de modalidad contado, o se efectúa un descuento cuando es a plazo, arbitrariedad tolerada por las autoridades por vacíos legales que nadie se interesa en llenar.
Volviendo a la figura de la garantía, las automotoras la condicionaron a revisiones obligadas cada 5.000 y 10.000 km con un valor arbitrariamente alto, por labores innecesarias y materiales y lubricantes a precio de boutique. La garantía cuando es negada, se hace extensiva a todo el vehículo, aunque en las revisiones no formen parte como la transmisión, frenos o embrague. Se puede estimar, el mayor costo en el primer año de vida del vehículo, en promedio, de un millón de pesos, esto es, dos mil dólares, sea por valor de revisiones o reparaciones que debiesen estar cubiertas por la garantía.
Curiosamente, la garantía pareciera ser un valor constante, ya que el desembolso para un prestigiado Mercedes es parecido, incluso menor, que de un proletario Mahindra. Con el agravante que el Mercedes casi no falla, lo que no se puede decir del ejemplar indio.
Multiplicando este monto por el número de vehículos que ingresarán en 2013, tenemos solo por el concepto de garantía un ingreso adicional de las automotoras de 720 millones de dólares, a cambio de nada. No lo pongo en pesos por economía de espacio. Sólo como referencia menciono que el impuesto específico de los combustibles genera al Fisco 1.000 millones al año. Es mucho dinero, sin más esfuerzo que un acuerdo no escrito.
Todo lo anterior es legal, amparado por la licuación de la antigua ley antimonopolios y control de tasas de interés, modificaciones comprensibles a la vista de estos guarismos parciales. A pesar que la supresión arbitraria y unilateral de la garantía pudiese ser judicialmente discutible, porque ni siquiera forma parte de un contrato de adhesión, las automotoras se amparan a la inoperancia de los tribunales civiles, que de fallar favorablemente tardarían unos 10 años, resolviendo el caso de un adquirente afectado, sin sentar jurisprudencia.
Queda de claridad meridiana, que los favorecidos de este traspaso indoloro de bienes, bancos, automotoras y compañías de seguros, usarán todas sus influencias para evitar que siquiera se mencione la posibilidad de evaluar la seriedad de su proceder.
Tampoco desean visualizar el escenario en que se suspenda el ingreso de más vehículos a la Región Metropolitana, cuyo tránsito está colapsado y la calidad de vida por la contaminación y congestión afecta posiblemente más la salud de lo que es perceptible.
Nicolas Gabor
Ingeniero Civil, Empresario