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Es tiempo de desafiarnos Opinión

Es tiempo de desafiarnos

Verónica De la Cerda
Por : Verónica De la Cerda Gerente General de TriCiclos S.A.
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Las crisis nos invitan a aprender y adaptarnos a los nuevos escenarios, incluso más rápido de lo que nos hubiese gustado, para poder crecer. Y las empresas así debemos internalizarlo, pues ya no están los tiempos para sentarnos a pensar largamente en un futuro que nosotros mismos estamos acortando. Es momento de pensar y actuar rápido, de desafiarnos constantemente, de querer ir más allá de lo evidentemente fácil de lograr, de repensar nuestro negocio y caminar a pasos agigantados hacia la sustentabilidad ambiental, al mismo tiempo que la económica y social.


Si hay algo que nos ha quedado claro en el último tiempo es que, cuando hablamos de crisis climática, no solo nos estamos refiriendo al aumento de las temperaturas, sino también a las desigualdades que esta trae consigo.

Un ejemplo es lo que ocurre con los países de Centroamérica, donde ya la pobreza se hace sentir en gran parte de la población, pero incluso podría verse intensificada. ¿El motivo? La mayoría de los habitantes vive en zonas rurales y con una alimentación basada en una agricultura de subsistencia, por lo que las sequías o inundaciones impactan directamente en sus alimentos, como lo ocurrido en el 2018, donde, según registros de la ONU, la llegada tardía de la lluvia estropeó el 70% de la primera cosecha y luego una fuerte caída de agua dañó el 50% de la siguiente recolección.

Una situación completamente distinta, pero igual de precaria, es la que viven los ciudadanos de Agbogbloshie en Gana, quienes ven su entorno rodeado de plomo, cadmio, bromo, dioxinas cloradas, entre otros contaminantes, dada la impresionante cantidad de chatarra electrónica proveniente de un Primer Mundo que no se ha hecho cargo de lo que genera y no encontró nada mejor que enviarla al continente más pobre del planeta para seguir vendiendo.

La crisis climática es una crisis también de desigualdad, donde las brechas aumentan haciendo al pobre más pobre. Pero la crisis es, según la RAE, antónimo de cambio, y en este caso uno urgente que nos transforme en una sociedad sustentada en la equidad y la empatía, permitiéndonos una calidad de vida óptima para todos. Una transformación que requiere del trabajo de todos como ciudadanos, pero también de un esfuerzo extra de quienes podemos aportar en mayor escala desde nuestro rol en las empresas.

Las crisis nos invitan a aprender y adaptarnos a los nuevos escenarios, incluso más rápido de lo que nos hubiese gustado, para poder crecer. Y las empresas así debemos internalizarlo, pues ya no están los tiempos para sentarnos a pensar largamente en un futuro que nosotros mismos estamos acortando. Es momento de pensar y actuar rápido, de desafiarnos constantemente, de querer ir más allá de lo evidentemente fácil de lograr, de repensar nuestro negocio y caminar a pasos agigantados hacia la sustentabilidad ambiental, al mismo tiempo que la económica y social.

Las Empresas B no solo tenemos la convicción de que podemos hacer las cosas de otro modo, sino que también nos forjamos desde los desafíos, por eso es que, poniendo acelerador a la carbono neutralidad, nos comprometimos a lograrla el 2030, 20 años antes de lo que se ha estado planteando, durante la pasada COP25 Chile-Madrid. ¿Por qué? Porque los tiempos no están para relativizar la crisis ambiental, porque si hay que hacer cambios debemos hacerlos rápido, porque sabemos que podemos ser el ejemplo para muchos y porque hoy es tiempo de desafiarnos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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