Óscar Martínez, periodista y escritor, instó a Chile a comprender un importante aspecto que algunos en El Salvador ya han comprendido: la violencia no se puede resolver mediante el uso de la fuerza y el aumento de militares y policías. Según Martínez, la violencia y el crimen son consecuencias de profundos procesos de desigualdad, ya que son manifestaciones de la desesperación de las personas que intentan escapar de la miseria absoluta en la que viven. Si bien reconoce la necesidad de medidas efectivas de prevención del delito, insiste en que también se requieren programas sociales de integración.
El reconocido periodista salvadoreño Óscar Martínez manifestó su preocupación por la situación en su país. Según el jefe de redacción de El Faro, El Salvador ha olvidado las lecciones de su pasado y ha experimentado un desencanto con la política después de que tanto la derecha como la izquierda “saquearan” el país tras la guerra civil.
“Derecha e izquierda, ambos signos políticos, saquearon el país como pudieron, se robaron todo lo que pudieron robar y eso generó un gran desencanto en la población”, relató el periodista a Mirna Schindler durante el programa Al Pan Pan de El Mostrador Radio.
Martínez, autor del libro Los muertos y el periodista, también criticó la gestión del actual mandatario, Nayib Bukele, por su ascenso al poder como un “outsider” hábil y por gobernar de manera autoritaria. Señaló que aunque Bukele ha logrado reducir los homicidios en el país, existen preocupaciones sobre la veracidad de las cifras y los presuntos enfrentamientos entre pandilleros y la policía que no se registran como homicidios.
“Esto se ha conseguido con un régimen de excepción, que lleva más de un año, y ha encarcelado a más del uno por ciento de la población salvadoreña en solo un año”, comentó.
El periodista, que se encuentra en Chile para dictar una cátedra abierta en la Universidad Diego Portales (UDP), destacó que El Salvador ha sido clasificado como un régimen híbrido por los centros de pensamiento internacionales y que ha habido una erosión de las garantías constitucionales y el debido proceso bajo el gobierno de Bukele. “Estamos gobernados por un solo hombre, un autócrata, un solo hombre tiene todo el poder, pero es profundamente popular”.
Óscar Martínez reconoció que se han desarticulado las pandillas, pero junto con ello añadió que también se han perdido muchos rasgos de la democracia.
“La idea de que la democracia ha fracasado es falsa, nunca la probamos realmente. Hemos tenido gobiernos mediocres y pusilánimes que se dedicaron a robar todo lo que podían”, recalcó. Por tanto, declaró que “la idea de que es necesario un hombre fuerte que, con militares, tome las calles y tenga todo el poder y solo de esa forma podemos salir de esquemas delictivos que nos carcomen como sociedad, es falsa, ya que hay otras vías”.
Su diagnóstico es recalcitrante: “Si probáramos la democracia de verdad, si la división de poderes fuera fuerte, si las fiscalías de la República tuvieran capacidad investigativa, si las policías tuvieran habilidades reales para reconstruir siquiera una escena del crimen, si tuviéramos suficientes agentes del Estado que, con debido proceso, llevaran pruebas ante un juez y los jueces no fueran un conjunto de corruptos, como ocurrió durante años en buena parte de los jueces de El Salvador, aunque no todos, sí habría posibilidad de combatir estas expresiones delictivas”.
Martínez fue enfático en plantear que “la idea de que la solución desesperada de darle todo el poder a un hombre para que haga lo que le dé la gana, es la única alternativa a democracias incipientes y mediocres que hemos tenido, es de una pereza intelectual enorme”.
El periodista salvadoreño también destacó la situación de la libertad de prensa en el país, señalando el encarcelamiento de periodistas y el exilio de otros. Martínez concluyó que Bukele se encamina hacia una reelección inconstitucional y advierte que podría convertirse en un dictador.
Óscar Martínez recomendó a Chile comprender un rasgo que en El Salvador han comprendido solo algunos, pero que es claro: “Si quieren resolver la violencia a balazos, no lo van a lograr, menos con más militares y policías”, afirmó. A su juicio, “la violencia también depende de procesos profundos de desigualdad, ya que el crimen y la violencia son una expresión mediante la cual la gente trata de estallar esas enormes burbujas de absoluta miseria”.
El periodista finalmente afirmó que los procesos de prevención del delito deben existir y deben ser efectivos, pero también es necesario que haya programas sociales de integración. “Si no hay un brazo social fuerte por parte del Estado, como no lo hubo en El Salvador, ni acuerdos económicos mínimos que permitan a la gente imaginar una vida diferente, seguirán teniendo ese tipo de manifestaciones”.
