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Francois Burgat: La clase magistral de un trotamundos en el mundo islámico

Con 18 años de residencia en países árabes, el experto francés realizó una sabrosa exposición en la U. Alberto Hurtado, sobre el gran malentendido de Occidente con el mundo islámico. Tal es el cartel de Burgat, que ni el ex Presidente Ricardo Lagos quiso estar ausente. Alumnos de primer año, académicos y chilenos islámicos estuvieron presentes, en un diálogo fecundo sobre cómo tomar un vaso.


Los seis años en Yemen, siete en Argelia y cinco años en Egipto, obligan el galo Francois Burgat, experto en islamismo y el mundo árabe, a sincerarse frente a su público reunido en la casa central de la Universidad Alberto Hurtado.



Lo vienen a escuchar decenas de estudiantes de primeros años, con cuaderno en mano, tomando apuntes, quizás para realizar un informe para un curso de Política Internacional o Historia Contemporánea. Pero también está en primera fila el rector de la casa de estudios, el padre Fernando Montes, y nada menos que el ex Presidente Ricardo Lagos Escobar, más suelto que antes, sonriente.



Y la confesión se agradece, porque más que clase magistral desde la academia, Burgat advierte que "el patio trasero del derecho que me doy para poder hablar sobre este tema, no es la teoría ni las ciencias sociales, sino un cierto grado de empatía con una región en la cual tuve el privilegio de vivir largamente, y más largamente que en mi region de origen… En mi vida hubo dos momentos: uno, en el cual yo estaba dando una vuelta por el mundo, cuando mis cabellos eran tan largos que me prohibían la entrada en Singapur, y luego un periodo de adquisición de conocimientos más estructurada, en el cual acumule estadías más largas".



Autor de "Cara a cara con el Islam político", Burgat viaja por el mundo hablando sobre su consejo de "desideologizar" la mirada de Occidente frente a la cultura árabe, una aprensión que incluso pulula en Chile, tal como lo evidenció, al final de la exposición de Burgat, un chileno-islámico que relató que en la misma casa de estudios en que se encontraban, había solicitado una reunión con un religioso, acercándose a su secretaria. El religioso estaba ocupado y no lo podía recibir, pero él insistió en que era importante, pasando su identificación. En medio de la espera, salió el religioso hasta el escritorio de su asistente y le preguntó dónde estaba el musulmán, sin pensar que el hombre afeitado que esperaba en el despacho era el ‘temido’ musulmán.



Linguística



Son situaciones que a Burgat no lo sorprenden, jocosas anécdotas que no se acercan al horror de Medio Oriente, por esa exclusión cultural, por pensar que la cultura de los otros es de una clase inferior.



"De estas estadías traje una suerte de optimismo. En cuanto a la capacidad de todas las culturas del mundo; de todas las religiones del mundo, para producir lo peor y lo mejor. Y tengo la convicción que son parámetros trivialmente socioeconómicos y políticos que determinan el comportamiento de los individuos, y no su imaginario y su pertenencia primaria. Para convencerlos esta tarde, quisiera cantarles dos canciones francesas. Porque precisamente mi ambición es convencerlos de que no necesito cantar canciones de otras culturas para mostrar lo peor y lo mejor que pueden expresar culturas. La primera es bastante conocida, y es La Marsellesa: A las armas ciudadanos, que una sangre impura llene nuestras tierras. ¿Qué es lo que le pido a esta canción? Dos cosas: la distinción esencial entre la radicalización política y la sectaria. Que una sangre impura llene nuestras tierras es una frase inaceptable. Es la condena del otro por lo que es y no por lo que hace", reflexionó Burgat.



El experto añadió la segunda canción: "Él es de los nuestros, bebió su vaso como los otros. Esta canción también está en la cultura hispánica, donde se alude al consumo de alcohol. Y aqui hay que hacerse una pregunta a partir del malentendido de Occidente: ¿puede ser de los nuestros aquél que no quiere tomar su vaso como nosotros? Y una parte de nosotros dice no. No se puede. Porque la expresión del universal político está cercada a una pertenencia cultural. Los marcadores identitarios de una cultura son impensables a la expresión del universal político. En este caso es el consumo de alcohol, pero podría ser un sombrero, el largo de una falda".



"Mi convicción profunda es que los valores humanistas universales son compartidos por todas las poblaciones culturales del mundo, étnicas y religiosas. ¿Existe o no un universal político superior a las pertenencias humanas? En la historia del mundo, numerosos son los actores políticos en que han confundido la subsistencia de los valores y los materiales simbólicos abstractos de nuestros patrimonios históricos, de los cuales necesitamos para dar a esos valores un carácter suficientemente endógeno para ser considerados como legítimos", subrayó Burgat.



El politólogo volvió a tomar un nuevo ejemplo negativo de su comunidad, Francia, "por cortesía, y mis colegas de la embajada me van a perdonar, porque no es antinacionalismo". Hace 16 años, Burgat daba una conferencia en su país en el contexto del debate euro-árabe, "y esa vez dije más o menos lo mismo; ése es mi problema". En esa ocasión, un debate organizado en un importantísimo think tank parisino, a Burgat le preguntaron si todos esos países (los árabes) terminarían evolucionando hacia la democracia o seguirían hablando árabe entre ellos. Burgat recuerda que en ese momento nadie en esa sala se rió, a diferencia de lo que sí sucedió en la U. Alberto Hurtado.



"Me alegra que se rían, pero no fue simpático en ese momento. Porque quien hizo esa pregunta era un funcionario de alto rango, responsable de expresar institucionalmente la voluntad por parte de Europa de poder elevar el nivel de relaciones culturales con el mundo árabe. Pero lo que es menos divertido, es que esta persona tiene hoy un puesto mucho más importante en ese dominio. ¿Qué señalaba su pregunta? Que él construía en una relación de antinomia y de exclusión un universal político, que era la democracia,a la idea democrática y una pertenencia no religiosa, sino simplemente linguística. Él consideraba que el hecho de hablar en árabe, de no tomar su vaso como los otros… Desgraciadamente ese señor no es único. Desgraciadamente todos nosotros tenemos, en nosotros, una tentación en pensar en esa lógica. Negarle a otra cultura la capacidad de poder fabricar un universal político. Y ese problema no lo hemos sobrepasado y se está empeorando", advirtió.



La exposición de Burgat terminó con un pinponeo entre los asistentes y Burgat, quien, fiel a su estilo, a su segunda etapa de su vida, quería empaparse "de la voz de ustedes", aunque como insulares tomemos el vaso de una forma muy diferente.





lsolis_deovando@elmostrador.cl



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