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La leche adulterada ocasiona enésimo desencuentro entre China y OMS

La contaminación de la leche infantil en polvo con melamina, un compuesto químico que genera problemas renales, surge precisamente tras la elaboración del protocolo estratégico de cooperación para 2008-2013 entre la OMS y el gigante asiático, firmado «para mejorar la salud de la población».


El caso de la leche adulterada con melamina ha motivado otro desencuentro entre la Organización Mundial de la Salud (OMS) y China, en una relación que ya vivió crisis como la aparición de la gripe aviar en 2003 y el descubrimiento de plomo en juguetes para niños el año pasado.



De momento, el escándalo ha causado el fallecimiento de cuatro bebés, pero el propio director de la OMS en China, Hans Troedsson, reconoció que «todavía puede haber más muertos».



Desde esta organización, Troedsson alabó el trabajo desarrollado por las autoridades chinas cuando se destapó la noticia de la adulteración, aunque también quiso apuntar deficiencias en el sistema de calidad chino.



«Creemos que este incidente ha sido una combinación de ignorancia y error deliberado, agravado por el retraso al informar de los hallazgos», apuntó.



Precisamente, uno de los retos concretos que contempla el protocolo firmado por la OMS y el Ministerio de Salud de China es la gestión de «amenazas emergentes para la salud pública».



Amenazas como la gripe aviar, el millón y medio de juguetes Fisher-Price fabricados en China contaminados en plomo y el hallazgo del tóxico dietilenglicol (usado en anticongelantes o como disolvente) en medicinas y pasta dentífrica.



Precisamente por lo común de estos problemas, la Asamblea Nacional Popular (ANP) promulgó el año pasado una nueva ley sobre calidad alimentaria para encuadrar el muy diversificado entramado de empresas implicadas en el sector y fortalecer la regulación en todas las etapas del procesado de alimentos «desde la granja al tenedor».



La simbólica firma de la «Declaración de Seguridad Alimentaria de Pekín» por parte de una cincuentena de países auspiciados por la Administración General de Supervisión de Calidad, Inspección y Cuarentena (AQSIQ) y la OMS parecía ser el paso necesario para que China se adaptara a los estándares de salud mundial.



Pero el gigante asiático, con 1.300 millones de habitantes y donde todavía son importantes los casos de enfermedades como la tuberculosis y la malaria, vio como después de unos Juegos Olímpicos brillantes su imagen internacional se volvía a empañar por la melamina, un viejo conocido en China.



Este compuesto, usado en la fabricación de productos como pegamentos, resinas y fertilizantes, carece de valor nutritivo pero cuando se añade a los alimentos eleva su contenido en nitrógeno y lo hace parecer rico en proteínas.



En 2007, dos empresas del país exportaron ilegalmente gluten de trigo y proteína de arroz contaminados con melamina en comida para animales, lo que condujo a la muerte de decenas mascotas en Estados Unidos.



El problema se repitió hace unas semanas, cuando inspectores chinos descubrieron melamina en el 20 por ciento de las muestras de leche en polvo para bebés en China, incluidas algunas «gigantes» nacionales del sector como Yili y Mengniu.



La feroz competencia empresarial en China y la necesidad de rebajar los costes y ampliar el beneficio a cualquier precio resultan fundamentales para explicar la problemática.



Desde la OMS -cuya directora general, Margaret Chan, es precisamente de origen chino-, Troedsson denunció que las malas prácticas en las empresas son moneda común en China y lamentó que «detrás del Ministerio de Salud hay más de 15 autoridades a cargo de la seguridad alimentaria, lo que fragmenta las responsabilidades».



En este diagnóstico coinciden también expertos de la Unión Europea y Estados Unidos, principales destinos de la exportación china.



«Los problemas surgen con los estándares diferentes y se complican cuando, por ejemplo, hay demasiadas oficinas responsables o se da más importancia al producto final que a los materiales empleados, lo que sucede en China», concluyó Raimundo Serra, consejero de la Delegación de la Comisión Europea en China.



EFE

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