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“No se entienden las revoluciones árabes sin Al Jazeera y su propietario, que es el mecenas de esta revuelta”

Marc Homedes
Por : Marc Homedes Experto en terremotos
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El director adjunto del diario El País (Barcelona, 1950), del que ha sido corresponsal en París y Bruselas, es un experto en política internacional y conocedor de la realidad del Magreb y Oriente Medio. En su última obra El año de la revolución, cómo los árabes están derrocando a sus tiranos (Ed. Taurus) analiza las revueltas que cambiarán la realidad árabe un año después de su inicio.


-¿Hace un año y medio o dos años podíamos tener alguna pista del fenómeno que se avecinaba?
Un año antes de las revueltas, en algunos papers de think tanks, observatorios de política internacional y las cancillerías, había una enorme preocupación por las sucesiones en estos países, especialmente en Egipto y Túnez. Pero nadie llegó a imaginar que se produjera la acumulación de circunstancias que han llevado a un efecto en cadena. Hay diversas circunstancias que coinciden y permiten que suceda como la demografía, ya que los países en los que se han producido los estallidos son los más maduros demográficamente. Otro aspecto es el económico: ha habido un incremento del precio de los alimentos y son países que no aprovecharon en su momento la bonanza económica mundial, y que tienen mucha cesantía. El tercer elemento es el político, el más visible y es la indignación de las sociedades ante los proyectos de situar a los jóvenes herederos de los dictadores en el poder.

¿Está también el factor internacional?
-Hay otras circunstancias geopolíticas, más complejas, pero el hecho que se esté desplazando el eje de poder en el mundo, que EE.UU esté perdiendo su capacidad de influencia y poder, también la crisis europea que provoca desatención a zonas próximas… son un conjunto de factores distintos de los que actúa como catalizador un elemento central, la tecnología.

-¿La redes sociales, la televisión?
-Ya había habido un elemento de cambio de fondo en la cultura mediática árabe con las cadenas satelitales, especialmente Al Jazeera, cadenas que han introducido los lenguajes audiovisuales más libres. Además ha coincidido con un incremento del uso de las redes sociales en todo el mundo, también en el mundo árabe. El suicidio de Mohamed Bouazizi en Túnez en 2010, un suicidio como por desgracia hay muchos en países de rentas bajas y malas estructuras sociales y asistenciales, se convierte en la chispa que prende todo el reguero de pólvora.

-¿Era posible esta revolución sin Al Jazeera o las redes sociales que dan al pueblo un empoderamiento?
-El empoderamiento es una palabra importante: los cambios políticos de los últimos años, el desplazamiento de poder de Europa y Estados Unidos hacia Asia, de las clases medias occidentales a las clases medias de países emergentes, y también el desplazamiento de poder al interior de las sociedades de las élites hacia los ciudadanos a impulsos de la tecnología. Hoy el ciudadano tiene muchos más instrumentos de acción y más márgenes de poder que en la etapa tecnológica anterior. Los medios de comunicación actuales son más horizontales y tienen más capacidad de auto organización, son menos verticales que antes, menos jerarquizados. La tecnología favorece este desplazamiento de poder en el interior de las sociedades coincidiendo con otro desplazamiento de poder más geo económico.

[cita]Las revueltas son para mí el fracaso de Bin Laden y su jihad global, que en definitiva era la otra cara de las dictaduras. Hacían el papel del enviado del chantajista, hacían que los dictadores parecieran los garantes del orden y un mal menor. Esta revolución ha llegado porque se produjo primero una revolución en las cabezas de los jóvenes árabes que quieren ser libres. Seguirá habiendo lobos solitarios como Mohamed Merah en Toulouse o células terroristas, pero la moda jihadista está totalmente arruinada.[/cita]

Otro punto crucial es Al Jazeera, que no podemos olvidar que es la respuesta que da un país árabe al papel extraordinario de la CNN en la primera guerra del Golfo, y viene a llenar un vacío en un mundo que es sólido culturalmente como es el mundo árabe pero que no tenía medios de auto representación y explicación, tenía que verse reflejado en espejos de EE.UU. o Europa. En cambio, Al Jazeera lo hace con un lenguaje moderno y con la misma libertad y uso de la crítica e independencia de cualquier medio occidental. Hasta el punto que cuando sale el canal en inglés, Hillary Clinton dice algo impresionante, que para conocer qué pasa en el mundo árabe, el referente es Al Jazeera.

¿Puede entenderse Al Jazeera y su papel sin entender qué y quién hay detrás?
-Qatar, el segundo productor mundial de gas natural, un país riquísimo y al mando del cual, su «propietario», es un emir con una idea de la modernidad que no tiene nada que ver con sus «primos» de otras monarquías. Esta persona y sus características explican el papel que juega en las revueltas Qatar, sus servicios secretos, y su apuesta por partidos islamistas moderados, a pesar de que sea un islamismo wahabita, como el saudita, aunque modulado porque en Riad es mucho más reaccionario. Habrá que profundizar el estudio sobre este «mecenas de la revolución» que no quiere revolución alguna en su propia casa para asentarse como poder regional.

¿Hay líneas rojas que no se verán afectadas por las revueltas, países como Marruecos o Arabia Saudí?
-El contagio se ha producido en todos los países, aunque con efectos distintos. En Arabia Saudí ha habido convocatorias de marchas, que no se han llegado a producir sencillamente porque la policía ha bloqueado los accesos al punto de convocatoria. En Marruecos ha habido protestas y se han movido las cosas. La respuesta de la corona ha sido inteligente, con una rápida reforma constitucional y una apertura con la renuncia de algunos poderes por parte del rey, cediendo lo indispensable, pero no más. Las últimas elecciones, que han sido más limpias que las anteriores, han dado acceso al poder a un partido islamista con una posición respecto al rey que no va a ponerle las cosas sencillas, hay una situación de tensión civilizada que provocará unos avances modestos pero no despreciables. Otras monarquías también han vivido tensiones como Kuwait. Todo esto desplaza también el poder dentro de los países, aunque sea milimétricamente. También hay que tener en cuenta que Arabia Saudita y Emiratos Árabes han jugado abiertamente a la contra revolución.

Hay otros actores no árabes: Turquía, Irán e Israel
-En el caso de Israel, las revueltas han puesto en duda los acuerdos de paz con Egipto y con Jordania, no formalmente pero sí los ha precarizado. Jordania también podrá estar en una situación complicada porque está viviendo una tensión importante. La revuelta siria preocupa a Israel con una doble cara. Por una parte es un alivio porque va a caer el régimen que encarna la resistencia más absoluta al establecimiento normalizado de Israel en la zona, pero también está inquieto porque no sabe qué va a sustituirlo. Siria ha sido para Israel un enemigo radical y absoluto pero cómodo, previsible y coherente. Además, Siria daba dolores de cabeza no en el Golán, sino en el Líbano. Israel ve que le cambia el vecindario a corto y medio plazo y a largo plazo, porque ya no podrá reivindicarse como la única democracia en la zona ni podrá pactar con regímenes dictatoriales.

El director adjunto del diario El País, Lluís Bassets.

El director adjunto del diario El País, Lluís Bassets.

Turquía antes buscaba una diplomacia de cero problemas y se han dado cuenta que los tienen con todos los vecinos, sin buscarlos. Además es la bandera de la democracia gestionada por un partido islamista. No es el modelo pero si el ejemplo que indica que es posible, en especial en la dinámica de tensión entre militares e islamistas y ellos ya llevan muchos años. Va a pasar en Egipto, en Argelia y en Marruecos. Los próximos años, vamos a tener una pugna entre el poder civil, el militar y el religioso con un horizonte democrático que indica que deben prevalecer los civiles.

En el caso de Irán, las élites tienen un problema: los clérigos quieren leerla como una revolución anti occidental, antiamericana y anti sionista pero saben que no es así, que son revoluciones que quieren cambiar las élites y reclaman una apertura. Se produce una sintonía subterránea entre Arabia Saudita e Irán para transformar las revueltas en una especie de enfrentamiento entre chiítas y sunníes, prefieren decir que es una guerra civil entre musulmanes de distintas identidades religiosas que no aceptar que es una guerra entre dictaduras y democracias. Irán tiene muy malas cartas en esta partida, probablemente perderá con la democratización de Siria que cortará sus nexos con Gaza y Líbano, ni la del arma nuclear que está muy relacionada con la otra. Creo que la presión económica y diplomática puede provocar una negociación en serio. Un ataque de Israel podría ser lo más perturbador, incluso en Siria para consolidar a Assad en una nueva fase.

¿Assad puede mantenerse?
-Está intentando reforzar sus lazos con las minorías como los drusos, pero lo tiene muy difícil porque las minorías buscan también una buena posición de negociar en el futuro.

Las revoluciones suceden el año que muere Bin Laden. ¿Cómo queda ante las revueltas árabes la Jihad de Al Qaeda?
-Los jóvenes árabes están dispuestos a morir para ser libres, pero no están dispuestos a morir o matar para ser esclavos del jihadismo. Las revueltas son para mí el fracaso de Bin Laden y su jihad global, que en definitiva era la otra cara de las dictaduras. Hacían el papel del enviado del chantajista, hacían que los dictadores parecieran los garantes del orden y un mal menor. Esta revolución ha llegado porque se produjo primero una revolución en las cabezas de los jóvenes árabes que quieren ser libres. Seguirá habiendo lobos solitarios como Mohamed Merah en Toulouse o células terroristas, pero la moda jihadista está totalmente arruinada.

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