Publicidad

El auto del gobierno


En medio del sofocante calor de Santiago en mitad de enero, se escuchan noticias y explicaciones que quizá por el mismo calor ambiental producen un alza de la temperatura corpórea.



Con el manido argumento de que los pocos dineros que hay deben usarse para la erradicación de la extrema pobreza (?) se azota en modo descomedido a nuestra pobre clase media y en modo particular a la que tiene un vehículo por la vía de las permanentes y sistemáticas alzas de la bencina y del petróleo.



Se dan explicaciones que resultan menos creíbles que una conferencia de Fujimori y, en nombre de la innovación, se dice que los anteriores gobiernos de la misma Concertación estaban equivocados pues habrían subvencionado los combustibles.



Se agrega, como ignominia a los efectos propios del delito, que en comparación a otros países aquí todavía los precios serían bajos, sin explicar que en aquellos la renta per cápita es 4 ó 5 veces superior a la de Chile. Se aduce que hay coyunturas especiales que así lo obligan y etc..



Pero el Estado no es responsable en nada de los 10 años de promociones de venta de vehículos con crédito que tantos beneficios produjeron a nuestra banca. ¿Y las decenas de miles de chilenos que viven directa o indirectamente de su vehículo? Creo que ahogarlos es contradictorio con lo que se dice acerca de fomentar el empleo.



Lo otro es que algunos ministros sueñen con un país en que TODO, inclusive los vehículos menores, sea propiedad de los 4 ó 5 grandes grupos económicos que dominan la vida nacional. Pero eso no sería precisamente lo que se ofreció al país cuando se le pidió el voto.



Esto, junto al chiste de la rebaja del costo del dinero, puede generar en las clases medias un más que justo sentimiento de decepción seguido de enojo y no parece siquiera aconsejable producir estos efectos cuando aún faltan días para celebrar el primer aniversario del ejercicio del gobierno, que dura seis años y no menos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias