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Asumir liderazgos

Resulta fundamental proceder frente a estas emergencias que nos afectan a través de un gran acuerdo nacional.


Ante la crisis que afecta al país, cuyas proyecciones económicas periódicamente se analizan hacia la baja mientras el desempleo se enseñorea sin visos de una solución real, desde diversas tribunas hemos hecho un llamado al Presidente de la República para que asuma verdaderamente el liderazgo que reclama la realidad nacional, a través de convocar a un gran acuerdo de todos los sectores.



Ser gobierno exige que exista liderazgo, y que éste se exprese de manera real y efectiva a través de plantear al país posiciones claras y precisas, sin dejar que se abra un gran debate que a veces confunde y no apunta en la dirección correcta.



Frente a la situación interna que vive el país, no hemos sido capaces de plantearnos una posición común que mucho tiene que ver con lo que la gente está esperando. Hoy no sólo espera el inversionista o el empresario, sino que también lo hacen de manera muy dramática los empleados, quienes temen por la inseguridad en sus puestos, y los desempleados, que manifiestan su temor de seguir sin trabajo pese a los esfuerzos que realizan.



Resulta fundamental proceder frente a este tipo de emergencias que nos afectan a través de un gran acuerdo nacional. No es posible que el país siga simplemente mirando una discusión que a veces resulta contradictoria. Se dice que en estas circunstancias Chile no puede darse el lujo de aumentar o incrementar los impuestos. Y sin embargo, existen iniciativas tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados que conllevan, en escala, impuestos de todo tipo, bajo la forma de contribuciones de bienes raíces, tributos directos o de otra índole.



Se habla del proyecto de plataforma de inversiones, y nos encontramos con que esta agenda pro empleo, pro crecimiento, que había sido consensuada con el sector empresarial más dinámico del país -según lo manifestado por los dirigentes- no satisface a ninguno de los empresarios.



Es necesario hacer más flexible la normativa laboral del país, pero hay que hacerlo en términos eficaces, reales, y no simplemente con declaraciones. La legislación del trabajo no se flexibiliza con meras palabras. Hay que dar confianza al inversionista, al asegurarle, por ejemplo, que solo una vez recuperada su inversión empezará a tributar. Hay que otorgar incentivos particulares y especiales a quienes corresponda.



Con respecto a los pequeños y medianos empresarios, ¿qué podemos decirles si resulta que cuando llegan a los bancos éstos les señalan, pese a las garantías que estén dispuestos a entregar y a las buenas posibilidades de desarrollo que tengan, que carecen de los flujos de caja necesarios para ser sujetos de crédito?



En consecuencia, la palabra la tiene el país, y específicamente quien hoy lo dirige. Éste es el momento y la oportunidad de materializar los liderazgos.



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  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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