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¿Qué modelo de gabinete seguirá Piñera?

Patricio Navia
Por : Patricio Navia Académico Facultad Ciencias Sociales e Historia UDP
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Ya que cada presidente anterior imprimió su marca en el tipo de gabinete que privilegió, el Presidente Piñera también impondrá un estilo propio. Pero como también cuenta con la experiencia acumulada por el desempeño de sus predecesores, deberá evitar errores y emular aciertos de estos 20 años de gobiernos concertacionistas.


Aunque ha repetido que su inspiración será Aylwin, el contexto en el que asumirá Piñera es diametralmente distinto. Las instituciones democráticas funcionan y ejercen mejor control sobre el ejecutivo. La Constitución es menos presidencialista y la sociedad civil está más desarrollada. Salvo en cuestiones relacionadas con los militares y derechos humanos, Aylwin pudo ejercer más poder que sus sucesores.

Por la luna de miel de la democracia y los riesgos de la transición, sus decisiones fueron también menos cuestionadas. El empoderamiento de sus ministros fue resultado tanto de lo incipiente de la democracia como de la voluntad de La Moneda. Adicionalmente, Aylwin armó un gabinete que ya tenía experiencia política. Desde los ministros que participaron en forjar la Concertación hasta los que negociaron las reformas constitucionales de 1989 y los que en dictadura estudiaron el funcionamiento del gobierno y de las políticas públicas, el gabinete de Aylwin conocía mejor las tareas y funciones del Estado que el recién nombrado por Piñera. Los de Aylwin tenían más experiencia al volante. Aunque el auto estaba en rodaje, el pavimento era nuevo, no llovía, había menos vehículos (aunque más poderosos) obstruyendo el avance, los obstáculos en la ruta eran conocidos y los pasajeros más pacientes.

[cita]“Equivocadamente, los presidentes restringen la posibilidad de brillar a sus ministros. Algunos prefieren excluir del gabinete a los presidenciables para evitar sombras. Esa estrategia es pan para hoy y hambre para mañana”[/cita]

El modelo de ensayo y error de Frei produjo un gabinete donde sobrevivieron los más fuertes. Por eso mismo, las prioridades al final de su mandato fueron distintas a las prometió al asumir. Ya que, por diseño o incapacidad, Frei permitió que compitieran por el poder, la fuerza de su gobierno dependió de los aciertos y errores de sus ministros más que de los lineamientos de La Moneda. Claro, la hoja de ruta heredada de Aylwin era clara y, por cierto, difícilmente modificable. Piñera ha prometido modificaciones específicas e inmediatas. Su gobierno pagará costos más altos que sus predecesores si el gabinete tropieza y debe ser ajustado en el primer año.

Al igual que Piñera, Lagos quería profundizar el modelo modificando parcialmente la hoja de ruta. Porque el país salía de una recesión económica, Lagos debía mostrar resultados con rapidez. Por eso, optó por concentrar poder. Las tensiones entre Hacienda y el Ministerio de la Presidencia -donde había un economista que bien hubiera podido aspirar al equipo económico- se resolvió a favor del primero. La salida de Alvaro García de Presidencia a poco andar el sexenio de Lagos dejó a Eyzaguirre como la contraparte del poderoso Insulza en Interior. En el resto del gabinete había aspirantes presidenciales, pero el poder se concentró en Interior y Hacienda.

Con Piñera, especialmente después del primer desencuentro entre Hacienda y Economía, el poder de Hacienda no está asegurado.  La excelente relación entre Boeninger y Foxley bajo Aylwin ha sido la excepción, no la regla entre Hacienda y Presidencia, cuyas atribuciones y poderes en las prioridades de política pública y en la agenda legislativa inevitablemente los lleva a confrontaciones.

[cita]“Piñera sabe que sus preferencias y las circunstancias lo harán forjar un nuevo modelo para ejercer el poder. También debiera saber usar la experiencia acumulada en 20 años. Si bien es molesto ser acusado de imitar los aciertos de otros, es peor ser reprochado por repetir errores”[/cita]

Piñera es presidente en buena medida porque Bachelet nunca incorporó presidenciables a su gabinete, y por eso no logró traspasar su popularidad al candidato oficial. Equivocadamente, los presidentes restringen la posibilidad de brillar a sus ministros. Incluso algunos prefieren excluir del gabinete a los presidenciables para evitar sombras. Esa estrategia es pan para hoy y hambre para mañana. El momento de mayor poder del presidente es al nombrar el gabinete. Después, la pendiente siempre es a la baja. Como puede echarlos o darles más poder, el presidente puede controlar a los presidenciables ministros y hacerlas trabajar en su propio beneficio. Igual que Bachelet, Piñera privilegió un criterio que tiene poco que ver con hacer bien la pega. Bachelet buscó paridad de género. Piñera se obsesionó con nombrar independientes. Ambos se fijaron más en la forma que en el fondo en la composición del gabinete.

Piñera sabe que sus preferencias y las circunstancias lo harán forjar un nuevo modelo para ejercer el poder. También debiera saber usar la experiencia acumulada en 20 años. Si bien es molesto ser acusado de imitar los aciertos de otros, es peor ser reprochado por repetir errores.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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