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El “Mamo” sigue en la Academia de Guerra

Claudio Fuentes S.
Por : Claudio Fuentes S. Profesor Escuela Ciencia Política, Universidad Diego Portales. Investigador asociado del Centro de Estudios Interculturales e Indígenas (CIIR)
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Lo que parece faltar son los gestos de repudio hacia quienes violaron el código de honor militar cometiendo actos considerados por la propia institución castrense como “infames”.


La semana que pasó nos informamos de una de las declaraciones más contundentes del Ejército en materia de derechos humanos desde el consistente proceso de apertura que vivió dicha institución posterior al retiro del general Pinochet en el año 1998.

En la declaración se “repudia a todos los partícipes en este cobarde asesinato, especialmente a los militares que lo consumaron, más aún que su acto criminal tuvo como víctimas a un ex Comandante en Jefe, y también a su esposa. Con su extrema crueldad violaron trágicamente, además, los principios que constituyen el acervo moral de la institución”.

Agregan que la bicentenaria historia del Ejército no debiera sufrir detrimento “por la infamia de aquellos que no adhirieron al tradicional código de honor y de conducta institucionales, que con su acción demostraron despreciar”.  Concluye la nota indicando que confía que con dicha sentencia judicial, se contribuya al avance para el reencuentro nacional y la mitigación del dolor a los deudos.

[cita]No puede ignorarse que el Ejército es la institución que más pasos simbólicos y concretos ha dado en repudio de los crímenes cometidos bajo el régimen de Pinochet.[/cita]

La pregunta que surge es si el Ejército de Chile debiese tomar nuevas  acciones simbólicas y materiales para abordar la temática de los Derechos Humanos, o bien, basta con la sentencia judicial para cerrar el tema. De hecho, esta institución hizo algunos gestos muy positivos al renombrar un regimiento en memoria del general Prats y destacar su figura en el hall central de la Escuela Militar.

Lo que parece faltar son los gestos de repudio hacia quienes violaron el código de honor militar cometiendo actos considerados por la propia institución castrense como “infames”. Por estar relacionado con los estudios militares, me ha tocado concurrir en reiteradas ocasiones a la Academia de Guerra del Ejército.  Y siempre me ha perturbado ver al entonces coronel Manuel Contreras en la lista de Directores en la entrada a dicho recinto, en su galería de retratos de ex Directores y en la galería oficial de su página web.

Tan flagrante violación al código de honor debiese estar acompañado por actos públicos donde la institución castrense deshonre a quienes abusaron de su poder violando el honor militar. Un oficial que se asoció ilícitamente para asesinar ya sea a un civil o militar no merece estar entre quienes son honrados día a día por las instituciones armadas.   Lo propio debiese ocurrir con todos quienes podrían llegar a ser condenados por la justicia y respecto del ex general Pinochet, quien tuvo el control directo de la DINA. Asimismo, de existir beneficios institucionales hacia estos oficiales en retiro, también debiesen ser eliminados para aquellos que rompan con dicho código de honor.

Dicho esto, no puede ignorarse que el Ejército es la institución que más pasos simbólicos y concretos ha dado en repudio de los crímenes cometidos bajo el régimen de Pinochet. Esto no hace sino destacar el contraste con las figuras civiles del régimen que siguen aparentando ignorancia de esos hechos. Lo anterior es inaceptable, y el fallo de la Corte Suprema debiera haber sido ocasión para que finalmente dieran el paso que nunca han tenido la valentía de dar.

En evidente contraste, el Ejército de Chile ha manifestado un cada vez más profundo compromiso con la defensa de los Derechos Humanos dando pasos efectivos en esa senda.   Gestos como los indicados contribuirían en forma significativa a proteger los principios del acervo moral de dicha institución. Así, el “Mamo” Contreras debiese ser retirado de la galería de directores de la institución que forma a los futuros oficiales de este país.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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