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La rebelión progresista de Wisconsin

Esteban Valenzuela Van Treek
Por : Esteban Valenzuela Van Treek Ministro de Agricultura.
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Estos movimientos serán los grandes aliados para contra restar las tendencias neoliberales y xenófobas, comunes en tiempos de crisis y estancamiento. “La misma crisis que provocaron los republicanos de Bush al recortar los impuestos a los millonarios y no fiscalizar sus negocios”, recuerdan al unísono los académicos de Wisconsin.


La crisis de Libia y el tsunami de Japón han oscurecido la principal noticia política del hemisferio Occidental: la masiva  revuelta social y sindical que durante dos meses logro contener la aprobación por el Parlamento de Wisconsin  de  una dura legislación antisindical que limita nada menos que los derechos a negociación colectiva de diferentes sectores de trabajadores del sector público. Miles de trabajadores y sus familias rodearon el Capitolio estatal en Madison, desafiando la nieve y las temperaturas bajo cero, con el mismo tesón, al parecer, del equipo de fútbol de la pequeña ciudad de Green Bay (los Packers, el popular equipo de los empaquetadores de Wisconsin), quienes se impusieron a las grandes metrópolis para vencer en el Super Bowl del fútbol (rugby) americano.

Las historias están entrecruzadas: los Packers son el único equipo cuyo dueño en forma cooperativa es todo el pueblo de Green Bay. No hay franquicia ni un súper millonario detrás. Hay asociatividad y organización en el gélido puerto al norte de Milwaukee, donde los sindicatos de estibadores fueron fuertes en todo el Siglo XX. Las ciudades son demócratas e incluso Madison (la ciudad universitaria) y Milwaukee ( el mega puerto de la cebada,  la cerveza,  la fábrica de las Harley-Davidson), han tenido connotados alcaldes liberales como Soglin (académico de las finanzas municipales) o el austero socialista Zeitlin, quien gobernó en Milwaukee en la tradición obrerista que conoció tempranamente la proliferación de grupos anarquistas, socialistas, cristianos sociales, marxistas y troskistas, animados por las oleadas de emigrantes alemanes y  franceses, además de muchos nórdicos- noruegos y suecos- que fueron los pioneros de estas tierras desde la segunda mitad del siglo XIX.

Territorio que se alió con Franklin en su visión anti esclavista y recibió migración de color que huía de los esclavistas del sur y buscaba trabajo en la pujante zona agrícola, una de la principales productoras de maíz, cebada y soya del mundo, entre medio del río Misisipi y el Lago Michigan (el símbolo del Estado es una vaca, por su actividad lechera y en quesos).

[cita]Estos movimientos serán los grandes aliados para contra restar las tendencias  neoliberales y xenófobas, comunes en tiempos de crisis y estancamiento. “La misma crisis que provocaron los republicanos de Bush al recortar los impuestos a los millonarios y no fiscalizar sus negocios”, recuerdan al unísono los académicos de Wisconsin.[/cita]

En Wisconsin ganaron Clinton, Al Gore y Obama por un margen importante. Sin embargo, en los distritos rurales y de las pequeñas ciudades, la mayoría que vota se ha inclinado en los últimos años por gobernadores republicanos. Uno de ellos, Tommy Thompson, realizó una gestión moderada, racionalizando gasto público sin afectar el Estado de Bienestar y los derechos sociales que son parte de la tradición de Wisconsin, que lo ubica como un Estado de ingresos medios, pero de alta calidad de vida (Madison ha ocupado el primer lugar entre las 300 ciudades de USA según un ranking de la Revista Money). La calidad de la educación pública les llevó a implementar sistemas de integración de alumnos de barrios de trabajadores en zonas de clase media alta para evitar los guetos escolares. Cuidan sus sistemas de salud, la red de parques y bibliotecas de calidad, la red de apoyo social (las familias de menos recursos reciben  un aporte que deben canjear en comida producida en el mismo Estado para a su vez ayudar al encadenamiento productivo local).

También cuidan el liderazgo de la Universidad de Wisconsin- Madison, ubicada entre los diez mejores centros públicos de USA, conocida mundialmente por su liderazgo en biotecnología y agricultura, por la parte científica, y en sociología, estudios de género y fomento de los gobiernos locales, en el ámbito de las ciencias sociales.  En América Latina fue conocida por la labor del Land Ternure Center, que promovió las reformas agrarias desde una visión capitalista democrática, aliados de la Alianza para el Progreso en época de Kennedy, como alternativa al “comunismo” y a los regímenes oligárquicos y autoritarios que seguían defendiendo, como en Chile, estructuras feudales como el latifundio.

John Strasma y Michael Tisenheusen son algunos de los académicos que promovieron la repartición de tierras en Chile con títulos de dominio familiares (la diferencia con el exceso de colectivismo de los asentamientos  en el período de radicalización de la reforma). La Universidad es líder en fondos de investigación, tiene más de cincuenta mil alumnos y una de las tres principales bibliotecas de investigación del mundo. Ella también se veía afectada por el fuerte recorte del nuevo gobernador republicano. En las aulas de esta universidad estudió el arquitecto Frank Loyd Wright, y  decenas de chilenos, como el economista Alejandro Foxley, el constitucionalista José Luis Cea, el sociólogo Gonzalo Falabella. Allí enseña la doctora en Historia Florencia Mallon Montero, hace su doctorado José Roa el activo ex director del SERNAC, y allí estudiaron decenas de  profesores de la Escuela de Derecho de la Universidad Diego Portales, entre ellos Cristian Riego, uno de ideólogos de la reforma judicial, los fiscales De la Barra y Montes.

El ex profesor de la Escuela de Derecho, Joe Thome, creador del convenio con la Universidad Diego Portales, casado con la sicóloga chilena Pauline Roppert, nos advirtió en diciembre de la decepción con el gobernador republicano, quien rechazó una millonaria inversión  para el esperado tren rápido Madison-Wilwaukee,  propuesto por el Presidente Obama en su paquete keynesiano de apoyar mega proyectos de infra estructura con el doble propósito de activar la economía y transitar hacia un modelo de transporte menos dependiente del alto consumo de los vehículos particulares. El  Gobernador Walker argumentó que el tren era poco rentable y le costaría mucho subsidiarlo en el futuro. Para Thome y la mayoría de los académicos a quienes visitamos, simplemente la locura grotesca de un gobernador ultraderechista, financiado por las petroleras.

Walker durante seis semanas  no pudo pasar su legislación para acortar el poder sindical y de negociación colectiva a 170 mil funcionarios públicos: miles de personas invadieron el centro de Madison, levantaron carpas y el 45% de legisladores demócratas no daban el quorum para sesionar.  El gobernador no aceptó negociar, como se ha hecho en otras latitudes. España pactó alargar los años de jubilación y  Alemania ligó mejoras salariales a  resultados en productividad, sin afectar las conquistas sociales, confiando en el diálogo con los propios sindicatos (Zapatero sacó a su Ministro del Trabajo y viró hacia la mesa de acuerdo). En cambio, Walker, que se declara admirador de Reagan, fue al choque. Elegido por el Tea Party, el grupo extremo que remece al Partido Republicano con su discurso anti impuestos, anti inmigrantes, pro armas y pena de muerte, menos Estado y más consumo.

Finalmente, a mediados de marzo, Walker logró pasar sus leyes, pero miles de trabajadores y sus familias, en Wisconsin y en todo Estados Unidos, se juramentaron en crear un gran movimiento social por la defensa de los derechos sociales, la Red Sindical-Social, que en un choque de mística militante dibujará el escenario político de USA en los próximos años.

Las elecciones ya no se ganan sólo con la estrategia de atraer al desmovilizado elector de centro. Las elecciones se ganan movilizando  nuevos electores a votar y organizando redes sociales activas. La derecha tiene al Tea Party y a los sectores ultra conservadores de tele-evangelistas, que asustan a los propios bautistas, episcopales, unitarios y católicos sociales que abundan en las colinas de Madison.

Obama y los demócratas saben que el movimiento sindical y los latinos sufren los ataques de legislaciones antisindicales y anti-inmigrante lideradas por republicanos en diferentes estados.  Estos movimientos serán los grandes aliados para contra restar las tendencias  neoliberales y xenófobas, comunes en tiempos de crisis y estancamiento. “La misma crisis que provocaron los republicanos de Bush al recortar los impuestos a los millonarios y no fiscalizar sus negocios”, recuerdan al unísono los académicos de Wisconsin, los mismos que no se movilizaban desde sus marchas contra Vietnam hace cuarenta años.

Ahora se reencontraron  carteros, policías, profesores, personal de centros de salud para discapacitados, sectores que verán recortados sus puestos de trabajo, en el feroz ajuste estructural del Tea Party en  el estado de la cohesión social. La mayoría de Wisconsin pareció despertar de su letargo y dispersión.  Ellos marcaron un punto de inflexión en la historia, a menos que en las próximas elecciones, el Tea Party venza con sus marchas contra todo lo que huela a solidaridad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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