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Commodities

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Manuel Riesco
Por : Manuel Riesco Economista del Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo (Cenda)
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El derrumbe «épico» de las materias primas y alimentos la semana del 4 de mayo del 2011 ha dado pie a una clase magistral del tema, por parte del diario británico Financial Times, en su editorial del 9 del mismo mes. Explica porqué materiales que hasta hace poco se utilizaban para fabricar ollas y latas de cerveza se han convertido en sofisticados instrumentos financieros. Concluye que los sucesos de la semana anterior recuerdan lo que ocurre cuando una buena idea es socavada por su propia popularidad.

Empieza recordando que la evidencia empírica demuestra que en el largo plazo la inversión en estos materiales probablemente solo arrojará pequeñas ganancias nominales. Sin embargo, académicos – muchos de ellos contratados por proveedores de instrumentos de inversión ligados a índices de materias primas, como Goldman-Sachs y AIG – convencieron a los grandes inversionistas que los contratos a futuro ligados a dichos materiales son otra cosa. Ambas cosas se muestran en el segundo de los gráficos adjuntos.Cifras ok

El argumento es que ofrecían dos fuentes adicionales de ganancia: intereses sobre los depósitos colaterales y un retorno positivo «de bicicleta» – la utilidad que se obtiene de usar la venta de contratos a futuro al vencimiento para comprar otros, si el comportamiento de los futuros sigue una determinada tendencia. Aún mejor, la moderna teoría de portafolios mostraba que la baja correlación de las materias primas y alimentos con las acciones y bonos permitía a los inversionistas ganar lo mismo con menos riesgo, sencillamente agregando algunas inversiones en estos materiales a su cartera. Un famoso trabajo que se muestra en el gráfico mostró retornos de 10,3 por ciento anual desde 1959 al 2004.

Sus proponentes sostenían que no hacían apuestas acerca de los precios, sin embargo, tantos inversionistas les hicieron caso y empujaron los precios, que hacia el 2008 éstos habían subido tanto que eliminaron todos los beneficios prometidos por los sesudos y bien remunerados profesores. Luego se derrumbaron estrepitosamente.

Sin embargo, revivieron a los pocos meses impulsados por inversionistas seducidos por dos nuevos argumentos diferentes y no excluyentes: proporcionaban cobertura frente a divisas debilitadas y eran una apuesta a las economías emergentes.

El hecho que la primera oleada de inversiones haya terminado en un cataclismo y que la segunda haya sufrido un gigantesco hipo la semana pasada no demuestran que sus sustentos conceptuales eran falsos.

Simplemente se atocharon demasiado, demasiado pronto.

Los profesores de finanzas están de vuelta en sus tableros de dibujo. Lo que sea que allí cocinen será igualmente convincente. ¡Ojo! – concluye el diario británico – si resulta demasiado convincente.

Pocas veces en tan pocas palabras se ha escrito algo tan sensato acerca de un tema de tanta importancia para Chile.

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