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Ni intransigencia, ni represión: negociación

Roberto Meza
Por : Roberto Meza Periodista. Magíster en Comunicaciones y Educación PUC-Universidad Autónoma de Barcelona.
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El plebiscito podría consultar ¿Apoya Ud. la renacionalización del cobre? Y con certeza –como en el pasado- tendríamos mayoría absoluta, aunque quedáramos sin ahorros por el pago de indemnizaciones a empresas expropiadas. También rebasando el ámbito de la educación se podría consultar ¿Apoya Ud. el cambio del conjunto de autoridades para ser mejor representado? Y adivinen la respuesta.


Los estudiantes agrupados en la “Plataforma por un Acuerdo Social por la Educación” han anunciado su rechazo al documento con 21 propuestas entregado por el Ministro de Educación, Felipe Bulnes, afirmando que no responde a sus peticiones “centrales”. Dichas posturas son el fortalecimiento de la educación pública, garantizándola constitucionalmente –que ya lo está- y posibilitando que ella sea provista de modo prioritario por el Estado en todos los niveles; la eliminación del lucro –que ya está legalmente prohibido, aunque se eluda- y del crédito (endeudamiento) como medio de acceso a ella. En paralelo, han dado un plazo perentorio para obtener “respuestas concretas” y han convocado a un paro nacional para hoy martes 9 de agosto.

El Gobierno, por su parte, “desilusionado”, ha dicho que a contar de esta semana comenzará, sin más, a enviar al Congreso los proyectos de ley que surgen de su propuesta, el primero de los cuales reduce la tasa de interés del crédito con aval del Estado y reprograma las deudas a los 110 mil morosos del fondo solidario. En el ínterin, como el diferendo se ha trabado bajo presión, es decir, con reuniones con la autoridad en medio de movilizaciones, ya ha habido un par de manifestaciones en las que, como resultado, hay decenas de estudiantes y carabineros heridos y serios daños a la propiedad pública y privada.

Planteado así, estamos ante un conflicto en el que se han cruzado miradas político-estratégicas: el Gobierno ha respondido mediante la profundización del modelo de educación mixto vigente, aunque mejorando sustancialmente el control, administración y el peso de la carga educacional que tienen las familias respecto del que hace el Estado (con nuestros impuestos y las utilidades del cobre), mientras que los estudiantes han ahondado en una postura en función de una educación universal garantizada y provista básicamente por el Estado, proponiendo modos de financiamiento que apuntan a cambios en el modelo de propiedad dispuesto en la Constitución (p.ej. expropiación de las grandes mineras extranjeras).

[cita]El plebiscito podría consultar ¿Apoya Ud. la renacionalización del cobre? Y con certeza –como en el pasado- tendríamos mayoría absoluta, aunque quedáramos sin ahorros por el pago de indemnizaciones a empresas expropiadas. También rebasando el ámbito de la educación se podría consultar ¿Apoya Ud. el cambio del conjunto de autoridades para ser mejor representado? Y adivinen la respuesta.[/cita]

En un marco como el señalado no hay, en consecuencia, lugar a negociación sobre los temas específicos y prácticos que dieron origen al movimiento: más recursos basales para la universidades, mejora de infraestructura en liceos técnicos, desmunicipalización, extensión del uso de la TNE, rebaja de tasa de interés del crédito universitario, superintendencias para el control del lucro a través de cuentas públicas de las universidades privadas y de los recursos estatales dirigidos a ellas, mejor acreditación de universidades para asegurar calidad, más becas para estudiantes universitarios, de CFT e IP, entre otras. La polémica se ha trabado, a contar del viernes, en una de carácter “estratégica” o “ideológica”, es decir, entre la reforma al actual modelo propuesta por el Ministerio o un cambio global del sistema educación volviendo a uno cuya provisión dependa básicamente del Estado para “asegurar universalidad de acceso, equidad y calidad”.

Demás está señalar que tanto una como otra, nos plantean horizontes de ejecución de varios años y, por consiguiente, la postura de no negociar ni terminar las movilizaciones sin que antes no haya “respuestas concretas” -es decir, una claudicación del Gobierno a sus posturas- auguran un largo conflicto En esta comprensión, los partidos de la Alianza, el presidente de la DC, los rectores de las universidades estatales y tradicionales, así como sectores estudiantiles, han llamado a retornar a la actividad habitual y seguir negociando los diversos puntos originales desde las aulas, para no perder el año.

Sin hacer juicio de valor respecto de una u otra estrategia y debido a que tanto estudiantes como sectores de la ciudadanía parecen haber perdido la confianza en la intermediación de la “clase política” –y por tanto del Congreso- al punto de agregar a las peticiones una Asamblea Constituyente, se ha señalado que la salida al impasse sería un plebiscito.

Pero, ¿qué dirían las preguntas de un supuesto plebiscito? Imaginemos algunas. ¿Está Ud. de acuerdo con la educación pública y gratuita para todos? Desde luego, y con seguridad en tal consulta arrasaría el “Si”. Pero como esa no es una propuesta realista, veamos otra: ¿Está de acuerdo con una educación privada y pagada? Es probable que hubiera un porcentaje dispuesto, pero también, una gran mayoría votaría en contra, porque es obvio que lo gratis es más atractivo, aunque sea malo. Una tercera, ¿Está Ud. de acuerdo con una educación mixta privado-estatal? Con cierta certeza no sería aceptada como consulta por quienes abogan por una educación pública mayoritaria, porque podría ocurrir que, a estas alturas, la respuesta fuera afirmativa. Así y todo, una pregunta como esa debería incluir, al menos, una precisión respecto de cuánto debería poner en ese esfuerzo la familia y cuánto aportaría el Estado.

Respecto del lucro, que está legalmente prohibido, pero como los impuestos, se elude mediante diversas martingalas, la pregunta ¿Está Ud. de acuerdo con el lucro en la educación?, parece inoficiosa. Las encuestas ya dicen que no (80%) y no hay sectores políticos de “derecha” o “izquierda” que impulsen la idea instalada desde la Constitución del 80. Tal vez, entonces, la consulta debería ser ¿Cree Ud. necesario aumentar el control para evitar el lucro en la educación? Pero para esa pregunta no vale la pena gastar dinero de los contribuyentes. Y una última casi absurda, ¿Está Ud. de acuerdo con una educación de calidad? Idéntica respuesta.

Finalmente, a propósito de los recursos -que no pareciera ser la preocupación central de los estudiantes movilizados, no obstante que se ha propuesto renacionalizar el cobre para solventar los mayores gastos en educación- el Gobierno ha presentado un plan cuyo costo inicial es de sobre US$ 4 mil millones. Nunca un movimiento estudiantil había conseguido tanto en Chile. Así y todo, hay quienes han calificado el aporte de insuficiente. Pero, ¡qué diablos!, para eso está Codelco y las mineras foráneas ganan mucho y además, eluden impuestos. Entonces el plebiscito podría consultar ¿Apoya Ud. la renacionalización del cobre? Y con certeza –como en el pasado- tendríamos mayoría absoluta, aunque quedáramos sin ahorros por el pago de indemnizaciones a empresas expropiadas. También rebasando el ámbito de la educación se podría consultar ¿Apoya Ud. el cambio del conjunto de autoridades para ser mejor representado? Y adivinen la respuesta.

La propuesta del Ministerio de Educación puede ser insuficiente (las necesidades siempre son infinitas y los recursos escasos), pero no cabe duda que se trata de un “paquetazo” atractivo a negociar. Sin embargo, si lo que los estudiantes movilizados buscan es un “revolución”, no hay punto de convergencia en la polémica y la evolución de los hechos seguirá su actual curso de colisión, sin victoria aparente para ninguna de las partes, pues se trata de una mera prueba de fuerzas y poder entre los oponentes.

Si se acepta que lo justo, oportuno, viable y posible es una reforma que alivie –no termine- el peso de la educación a las familias más pobres y de clase media y mejore –no solucione- la calidad y acceso, el cuadro tiene otro destino, porque es probable que en el curso de las conversaciones, las imprecisiones actuales, se clarifiquen. Pero para eso hay que sentarse a discutir, tener paciencia hasta ajustar cada significado y significante de las palabras y propuestas colocadas sobre la mesa y, finalmente, estar dispuestos a un razonable trade off que posibilite el éxito para las partes. Las 21 propuestas son un obvio paso adicional adelante respecto de la herencia dejada por los “pingüinos” del 2006. Los “pingüinos 2.0” ya lograron su propia victoria. Que el tejo pasado y “estratégico” no la transforme en una derrota.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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