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Medios en Chile: pecar por omisión

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Arturo Arriagada
Por : Arturo Arriagada Académico de la UDP. Actualmente realiza un PhD en sociología en LSE.
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Al informar sobre temas de interés público y omitir sus conflictos de interés, los medios distorsionan la realidad presentándose como actores independientes cuando no lo son. Los medios son actores políticos y económicos que concentran poder y cuya existencia se justifica en intentar influir en los acontecimientos públicos (ya sea por intereses políticos, económicos, editoriales)


La transición a la que hoy en día se ven enfrentados los medios chilenos es pasar del “pecar por omisión” al “transparentar sin transar”. Para contradecir a quienes critican su desempeño por promover los intereses de sus dueños, los medios tienen que transparentar sus conflictos de interés y hacerse cargo de su papel en la sociedad. Un proceso que implica reflexionar respecto a la centralidad de los medios en la vida cotidiana y la necesidad de diversificar los discursos y voces que a través de ellos circulan en la esfera pública.

Un importante cambio se ha visto en parte de la prensa chilena. Desde hace un tiempo el grupo Copesa –que reúne a medios como La Tercera, Pulso, Qué Pasa, entre otros- publicó una declaración de intereses (http://www.grupocopesa.cl/declaracion/) para dar cuenta de las empresas relevantes ligadas al grupo y sus potenciales conflictos de interés. Lo que constituye una práctica frecuente en medios internacionales (The Economist, Wall Street Journal, Financial Times), para el contexto chileno es una novedad y un aporte en favor de la transparencia. Porque hasta ahora –a excepción de Copesa- otros medios ligados a grupos económicos no siempre dan cuenta de sus potenciales conflictos de interés al momento de informar. Así aparecen canales de televisión y sus relaciones con grupos empresariales (Mega-Grupo Claro, Canal 13-Grupo Luksic), radios y sus vínculos políticos (Cooperativa-DC), entre otros.

[cita]¿Por qué es importante que los medios hagan esas distinciones y expliciten sus potenciales conflictos de interés? Para no terminar reproduciendo desigualdades entre aquellos que tienen capacidad de acceder e influir en los asuntos públicos con la información que manejan y los que no.[/cita]

¿Por qué es importante que los medios hagan esas distinciones y expliciten sus potenciales conflictos de interés? Para no terminar reproduciendo desigualdades entre aquellos que tienen capacidad de acceder e influir en los asuntos públicos con la información que manejan y los que no. Por ejemplo, ya sea para tomar una decisión en política –por quién voto- o de consumo en el mercado –qué producto compro y a quién- la información y el acceso a ella son fundamentales. Si bien el ejemplo de Copesa representa un gran avance para disminuir esas brechas de desigualdad entre los chilenos en torno a la información a la que acceden, todavía hay tareas pendientes. Pulso omitió referirse a Saieh y sus vínculos con Unimarc –y con Pulso- al informar sobre la denuncia de colusión entre algunos supermercados. Igualmente como Canal 13 omite mencionar su relación con el holding Luksic cuando informa sobre el Banco de Chile. Sería un aporte que otros medios difundan sus declaraciones y las expliciten en noticias y reportajes. De igual forma, no solo es importante transparentar los intereses económicos de los dueños de medios, como también quiénes conforman sus directorios. Esto adquiere relevancia al ver la reciente oferta que hizo el grupo Bethia –dueños de Falabella- para comprar Mega. Si eso ocurre ¿van a explicitar en sus noticieros los conflictos de interés al informar sobre retail?

En este contexto de concentración de los flujos de información, surgen preguntas respecto de la falta de diversidad de voces y pluralismo en los medios chilenos a la hora de informar. Nick Couldry, académico de Goldsmiths University, en su reciente libro “Why Voice Matters” sugiere que el desafío actual del sistema político y económico está en abrir espacios para darle valor a la diversidad de ideas que estimulen el desempeño de los mercados y las democracias. A su juicio, recuperar el valor de la voz y las ideas –en vez de descansar sólo en los mercados y sus reglas- es un paso fundamental para imaginar una nueva forma de hacer política.

En este proceso los medios son actores fundamentales que hoy en día se ven enfrentados a un problema de identidad: intentar equilibrar los intereses –políticos y económicos- de sus financistas con las expectativas de sus audiencias. Son esos problemas de identidad los que han impedido a los medios seguir el ritmo a los intereses y visiones de mundo de sus audiencias. Qué mejor ejemplo que la tardanza de la televisión por reflejar discusiones que partieron mucho antes en las calles y la vida cotidiana de muchos chilenos (sistema educación, diversidad sexual, entre otros). Esto en un contexto donde las audiencias, al parecer, estarían más empoderadas que nunca. A través del uso de tecnologías como los medios sociales online que facilitan el acceso a más flujos de información y la existencia de métricas que miden sus comportamientos. También por una serie de discursos -desde la publicidad, la clase política y los propios medios- que relacionan el uso de esas tecnologías a la idea de un “consumidor-ciudadano, informado-empoderado”.

El principal capital de los medios hoy en día no está necesariamente en la objetividad, sí en la fiscalización y la transparencia. Al informar sobre temas de interés público y omitir sus conflictos de interés, los medios distorsionan la realidad presentándose como actores independientes cuando no lo son. Los medios son actores políticos y económicos que concentran poder y cuya existencia se justifica en intentar influir en los acontecimientos públicos (ya sea por intereses políticos, económicos, editoriales). Al transparentar de manera explícita esos conflictos de interés aportan a la calidad de la democracia cuando sabemos desde qué posición están hablando al querer influir en la esfera pública. Superada la falta de transparencia, pueden incluir nuevas voces e ideas que sean parte de sus contenidos sin la necesidad de apelar a un ideal de objetividad que muchas veces esconde esos conflictos de interés.

Para avanzar en mejorar la calidad del debate público y disminuir las brechas de desigualdad entre los chilenos, tenemos que hacernos cargo –como medios, ciudadanos, políticos, empresarios- de nuestro rol en la esfera pública. Que los medios dejen de pecar por omisión es un buen comienzo para estimular la discusión en torno a nuevas formas de hacer política.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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