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2012: Toco madera

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Sergio Prenafeta
Por : Sergio Prenafeta Profesor de Biología y Química. Profesor de periodismo científico en la Universidad de Chile y en la Universidad de Santiago de Chile.
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Entramos al 2012 asistidos por talismanes, la pulsera de los 14 poderes, filtros, amuletos y las cartas del tarot. Antes de “tocar madera” seguimos creyendo, como lo señaló Thomas H. Huxley) (1850), que la superstición es la religión de los espíritus débiles.


Todos los medios informativos anuncian los anticipos que los  Nostradamus criollos hacen del año que comienza. Voltaire fustigaba sin excusas este dislate del periodismo: “Las ciencias ocultas son meras imposturas gnoseológicas y éticas. Cosas que la bribonería ha inventado para subyugar la imbecilidad”. El tema no es de ahora pero no hay diario, revista ni radio que se respete que no incluya un horóscopo en secciones destacadas, aún cuando su texto  carece de toda lógica.

Parapsicología es un  término que inventaron los ingleses hacia 1882 para presentar como ciencia a la percepción extra sensorial, por lo menos en tres modalidades: las captaciones de pensamiento (telepatía) y de objetos perdidos o acontecimientos pasados (clarividencia); la adivinación del futuro (precognición), sin dejar de lado otro embuste: la psicoquinesia (mover objetos con la mente). Como el tema daba rápidos dividendos, se extendió luego al ocultismo, la supervivencia después de la muerte, la reencarnación, la levitación, la ufología y las curaciones milagrosas de las posiciones demoníacas, o del exorcismo.

[cita]Entramos al 2012 asistidos por talismanes, la pulsera de los 14 poderes, filtros, amuletos y las cartas del tarot. Antes de “tocar madera” seguimos creyendo, como lo señaló Thomas H. Huxley) (1850), que la superstición es la religión de los espíritus débiles.[/cita]

Se trata de actividades esencialmente dialogales porque solo son posibles en y por la presencia del otro (cliente). Ese “otro” es un elemento interno a la propia construcción gnoseológica, al conocimiento. Resulta esencial para ejercer sobre él influencia. Otras, en cambio, son poco dialogales o más bien sin testigos. En todo caso, el discurso se construye previa desconexión de los principios lógicos básicos, con el pedido de un acto de adhesión incondicional a la fiabilidad del “experto”.

Hay también violación a las normas éticas porque supone engaño y deslealtad. Se manejan términos imposibles de precisar: ectoplasma (sustancia que saldría de un médium), cuerpo astral, bilocación, trance, xenoglosia, energía negativa, aparición, poltergeits (espíritus ruidosos) y otros que solo tienen existencia lingüística. Los usuarios de estas paraciencias son de tres categorías: el estafador (que no se cree nada), el enfermo mental (que cree al menos su propia locura) y el pobre ingenuo, que sin ser ni lo uno ni lo otro, se lo cree todo y se ocupa, además, de aportar el dinero.

Las hipótesis que se proponen no admiten una experimentación repetible, contrastable y comprobable por otros. No hay, tampoco, la objetividad del método científico sino que testimonios y vivencias absolutamente fuera de control. La hipótesis se aprueba por la sucesión de anécdotas y vivencias.  La astrología dice conocer el influjo de los astros sobre el ser humano. Creer en ello es un acto de fe con raíces culturales, históricas y sociales, pero no científicas. Entramos al 2012 asistidos por talismanes, la pulsera de los 14 poderes, filtros, amuletos y las cartas del tarot. Antes de “tocar madera” seguimos creyendo, como lo señaló Thomas H. Huxley) (1850), que la superstición es la religión de los espíritus débiles.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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