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El viraje “revolucionario” de RN y la DC

Esteban Valenzuela Van Treek
Por : Esteban Valenzuela Van Treek Ministro de Agricultura.
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La crítica social, los movimientos sociales en la calle, las encuestas y las sugerencias internacionales, parecen por fin sensibilizar a los sectores refractarios a los cambios. Hay razones para estar optimista. Los grandes perdedores serán los operadores del “tate quieto” en ambas coaliciones.


El anuncio de RN y la DC abre posibilidades insospechadas para oxigenar, dinamizar y democratizar el sistema político. No es menor el anuncio de Carlos Larraín e Ignacio Walker, si no se esfuma en otro acto de imagología, de cinismo programático (los anuncios aperturistas han sido muecas banales durante dos décadas), o luego, llegue al juego de suma cero por la hoguera de vanidades de tener el protagonismo con la “propia” música.

Los conservadores de RN se han opuesto siempre a modificar el binominal: se opuso Jarpa, ahora lo rechaza Cardemil. Si el lenguaje no es un engaño, se habla de promover un “proporcional corregido”, mucho más renovador que agregar 20 parlamentarios nacionales al actual binacional, que eran el consuelo de alguna minoría relevante y nada más, ya que la arquitectura política seguía intacta; coaliciones por conveniencia, aplastamiento de minorías, predominio de los operadores, agresividad en la competencia, empate catastrófico, eliminación del centro y de las minorías relevantes (verdes, izquierdistas, regionalistas, indigenistas). Al hablar de “proporcional corregido” se ve en -política comparada- el modelo alemán, donde hay doble voto (parlamentarios distritales y nacionales), grandes distritos, pero con la regla del 5% en la región (no en el país) para poder tener representación. Sería un cambio sustancial, donde las minorías relevantes impactarían las agendas, enriqueciéndolas. Habría mayor fluidez de coaliciones y se avanzaría en un clima político de mayor colaboración y aceptación de la diversidad.

[cita]La propuesta de cambio de régimen a uno semi parlamentario (Presidente fuerte y primer ministro con voto de confianza en el Congreso), es la solución mixta que muchos historiadores y politólogos promovieron para Chile como camino de complementar sus tradiciones y romper el presidencialismo extremo.[/cita]

La propuesta de cambio de régimen a uno semi parlamentario (Presidente fuerte y primer ministro con voto de confianza en el Congreso), es la solución mixta que muchos historiadores y politólogos promovieron para Chile como camino de complementar sus tradiciones y romper el presidencialismo extremo. Recordemos que Eugenio Ortega de la DC, Oscar Godoy, cercano a  RN, con la presencia de los profesores Juan Linz y Arturo Valenzuela, promovieron infructuosamente dicha idea en los inicios de la transición (Gobierno de Aylwin).

Se ve la mano de Francisco Chauán, quien perteneció a la Comisión de la Cámara que el año 2009 logró una mayoría para que se aprobara un cambio de régimen político (con Enríquez-Ominami, Sule, Alinco, entre otros), promoviendo el regionalismo, semi presidencialismo, nuevo sistema electoral, primarias y limitación de reelecciones.

El compromiso de elegir no sólo a los consejeros regionales, también al Presidente de la Región, es una propuesta valiente y valorable. En el caso de la DC rompe con su tradicional centralismo tan opuesto a la tradición federalista de la DC alemana, belga y holandesa. Una DC que parece reencontrarse con el principio democrático de la subsidiariedad activa, que implica devolver el poder a los que habitan los territorios, y no expropiarlo centralmente por la vía de meros delegados capitalinos. En esta fórmula, el Intendente será un espejismo y nacerán vigorosos, legítimos y fuertes gobiernos regionales.

La crítica social, los movimientos sociales en la calle, las encuestas y las sugerencias internacionales, parecen por fin sensibilizar a  los sectores refractarios a los cambios. Hay razones para estar optimista. Los grandes perdedores serán los operadores del “tate quieto” en ambas coaliciones: barones, coroneles y calculistas. Hay que cuidarse, por cierto, que esa red invisible no encuentre los “peros” para boicotear una vez más la necesaria reforma política.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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