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El País Anda Muy Perdido

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Después de haber oído la prédica del sacerdote (en la parte en que se metió a opinar de la actualidad nacional), leído a columnistas, políticos, opinólogos, gobernantes, camioneros y dirigentes de pescadores, encuentro que el país está cada vez más perdido.

¡Todos están preocupados de cómo decirles que sí a los ayseninos, como si ése fuera el problema, y nadie se ha dado cuenta de que nos hemos quedado sin gobierno, lo cual sí es el gran problema! Porque yo soy partidario de que el Estado sea lo más pequeño posible y el gobierno intervenga sólo cuando es indispensable, pero siempre he pensado que, justamente, él es indispensable para hacer respetar la ley. Y acá el gran problema es que ya no se respeta la ley y parece que no hubiera gobierno para imponerla.

Ayer vi a un camionero de Aysén dictaminando quiénes podían y quiénes no podían transitar por una vía pública de la zona. ¡Él era la autoridad! Los encapuchados resuelven si usted puede o no pasar. ¿»Y dónde está el piloto»? Parece que en Talcahuano, donde llegó con sus ministros justo para inaugurar un gigantesco incendio. Bueno, éste amenaza extenderse a todo el país si es que sigue sin autoridad, en manos de los encapuchados. (Ayer una señora –la mía, para ser bien veraz– me decía que cuando oye un helicóptero siente espontáneo temor, porque puede ser el presidente llegando a la zona, y quizás qué puede ocurrir.)

Entretanto, doctos opinólogos se pronuncian a favor de las necesidades de Aysén y contra el centralismo. ¿Saben ustedes cuánto es la inversión pública por habitante presupuestada para Aysén este año? $278 mil pesos. ¿Saben cuánto es para la Región Metropolitana? 19 mil pesos. («El Mercurio» de hoy, p. B-6). ¿Saben ustedes cuánto es el desempleo en Aysén? 4,2 por ciento. En Santiago es 7 por ciento. Aysén es la región de más crecimiento en el país, con un espectacular 19,8 por ciento. Allá la participación laboral es de 69,3 por ciento, la más alta del país; la de Santiago es 62,5 por ciento. Y en cuanto a distribución del ingreso, en Aysén es, también, más igualitaria que en Santiago.

Esos son «los problemas de Aysén» y del «centralismo», según la prédica en la Misa de ayer, donde tuvimos que decir «escúchanos, Señor, te rogamos», cuando el sacerdote pidió que las demandas de los encapuchados fueran acogidas, lo mismo que solicita el obispo Infanti, de allá, para quien, a su vez, pide acá apoyo monseñor Ezzati. Y eso es lo que dicen todas las opiniones de los diarios de hoy. Es que el país anda muy perdido.

Ya, hay que darles todo a los ayseninos. ¿Para qué? Para que quede bien a firme el precedente, ya suficientemente sólido: si quieres conseguir algo en Chile, atropella la ley y emplea la fuerza. Entonces te lo darán.

¡Ése es el gran problema! El de que ya no tenemos autoridad. Porque la función primaria y fundamental de un gobierno es ejercerla y hacer cumplir las leyes, y si no es capaz de eso, por más publicidad que haga, por más fotos del presidente jugando tennis, fútbol o vestido de huaso galopando; por más cintas que corte y cifras positivas que se pueda exhibir, el país estará encaminado al desastre.

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