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Alcaldes de 39 %

Claudio Fuentes S.
Por : Claudio Fuentes S. Profesor Escuela Ciencia Política, Universidad Diego Portales. Investigador asociado del Centro de Estudios Interculturales e Indígenas (CIIR)
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Se requiere un nuevo arreglo político que permita fortalecer la democracia. En algunas sociedades eso lo han definido como un nuevo momento constitucional. Y eso es lo que Chile necesita, repensar la forma en que se define y se distribuye poder de modo de reflejar de mejor modo los intereses de la sociedad con la representación política.


Ni los cálculos más conservadores estimaron una tan baja participación electoral. Las evaluaciones pesimistas estimaban que concurriría a votar el mismo caudal de 2008 (es decir, 6.8 millones). Los optimistas indicaban cifras superiores a 7.1 millones. Como en las encuestas la declaración de participación llegaba al 63 %, y como sabemos que los encuestados tienden a sobre-declarar esta participación, algunos osamos estimar que la concurrencia a votar rondaría el 50 a 55 % de los electores (unos 6.7 millones de votantes).

La cifra final se acercará al 39 % lo que abre un serio cuestionamiento al sistema político. Para comenzar, la voluntariedad del voto explicitó el desinterés de la ciudadanía con la actual oferta política, y en esta oferta priman candidatos que buscaron la reelección (84 %), hombres (86 %), y mayores de 45 años. Primó también una alta fragmentación de fuerzas políticas alternativas a la Concertación y la Alianza, y campañas tradicionales que no lograron motivar a los electores. Se cuestiona la actual oferta política que simplemente no motiva la participación.

[cita]Se requiere un nuevo arreglo político que permita fortalecer la democracia. En algunas sociedades eso lo han definido como un nuevo momento constitucional. Y eso es lo que Chile necesita, repensar la forma en que se define y se distribuye poder de modo de reflejar de mejor modo los intereses de la sociedad con la representación política.[/cita]

Esta baja participación es nefasta para la democracia por cuanto incentivará en el muy corto plazo fuertes prácticas de clientelismo. Como la gente no quiere participar, los partidos se volcarán a buscar el voto y la solución más recurrente será el aumento de los gastos de campaña, el acarreo y el clientelismo, particularmente en los sectores más empobrecidos de la sociedad.

La respuesta inmediata de las autoridades políticas ha sido un llamado a “reencantar” a esta ciudadanía que no quiere participar. Se comenten dos equivocaciones en esta respuesta. Por un lado se asume que los actuales líderes políticos tendrían las habilidades para provocar un reencantamiento. Por otra parte, se estima que bastaría con unos retoques de maquillaje para volcar a la gente a las urnas (transporte gratuito por aquí, cursos de educación cívica por allá).

En realidad, el problema es muchísimo más profundo. Se necesitan importantes transformaciones del sistema político, partiendo primero por la propia estructura de los partidos políticos, para generar un nuevo clima político-social. Se necesita tomar la agenda de reformas políticas en serio y evaluar una serie de cuestiones incluyendo financiamiento de la política, revisión del hiperpresidencialismo, reforma al sistema electoral binominal, mecanismos de participación ciudadana de abajo hacia arriba, políticas de acción afirmativa, revisión del centralismo estatal, acceso igualitario a los medios de comunicación en campañas, entre otras importantes áreas de política.

La solución no es fácil. Los partidos tienen un incentivo para mantener las cosas tal cual están, creyendo que un líder carismático o una cuántas reformas parciales devolverán a los chilenos a las urnas. Por lo tanto, hoy más que nunca se requiere de una sociedad civil muy activa y atenta para organizar una propuesta coherente de reformas que profundice y no debilite la democracia; que fortalezca y haga más transparentes a los partidos; que dignifique la actividad pública; y que permita incorporar la diversidad social, étnica y cultural en las decisiones políticas. Se requiere un nuevo arreglo político que permita fortalecer la democracia.

En algunas sociedades eso lo han definido como un nuevo momento constitucional. Y eso es lo que Chile necesita, repensar la forma en que se define y se distribuye poder de modo de reflejar de mejor modo los intereses de la sociedad con la representación política. Hoy tenemos alcaldes de 39 %. Sería altamente inconveniente el día de mañana llegar a tener presidentes o presidentas de un 39 %.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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