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Velasco on fire Opinión

Velasco on fire

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Carlos Correa B.
Por : Carlos Correa B. Ingeniero civil, analista político y ex Secom.
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En una coalición, a veces demasiado atenta de la escalerilla del avión y no de las ideas, la candidatura de Velasco los obliga a trabajar. Las viejas reglas económicas acerca de los incentivos, la competencia y la Teoría de Juego hacen esa magia. De lo contrario, sería solamente una espera del retorno al gobierno dado el fenómeno Bachelet, del que no tiene mérito alguno la actual Concertación.


En una temporada política claramente aburrida, Velasco con su lanzamiento para las primarias, ha provocado remezones en ciertos sectores que en el pasado lo aplaudían. Probablemente la fuerza de su despliegue, por mismo efecto de la vieja ley de Newton sobre acción y reacción, provocó una oleada de críticas, no sobre sus ideas, sino sobre los fundamentos mismos de su campaña.

Su VOY, que incluyó un lanzamiento a lo Steve Jobs, con el propio Velasco presentando su gráfica, y el mensaje subliminal que su campaña no está sujeta a la incorporación de la ex presidenta a la contienda de la oposición.

La frase de uno de sus publicistas, en una radio, diciendo que a Bachelet la apoyaba “la izquierda hedionda a pucho” hizo arder los conciliábulos, donde se pensó, y se temió, a un nuevo Marco Enriquez Ominami, esta vez de parte del ex ministro más importante del gobierno de la ex mandataria.

El ex asesor presidencial Juan Carvajal hizo ver que “su slogan ha tenido márgenes de agresividad y están marcando que su objetivo central de campaña es golpear a Bachelet o diferenciarse de ella”. Por otro lado, el comentarista político Alfredo Joignant, tras una sonrisa de complicidad propia de quien se siente compartiendo la misma altura intelectual que el ex ministro de Hacienda, en Estado Nacional le propina una puñalada comunicacional al cuestionar a Velasco, en su condición de economista, por su giro violento en materia tributaria.

No asombra la sonrisa de Joignant, sino que con tal de marcar su crítica, no tuvo pudor alguno en dejar en claro su profundo desconocimiento de materias económicas, pues es normal y razonable que en distintos escenarios macroeconómicos, como se lo explicó con mucha paciencia el profesor Velasco, la política tributaria no sea la misma pues es un instrumento y no un fin en sí.

[cita]La frase de uno de sus publicistas, en una radio, diciendo que a Bachelet la apoyaba “la izquierda hedionda a pucho” hizo arder los conciliábulos, donde se pensó, y se temió, a un nuevo Marco Enriquez Ominami, esta vez de parte del ex ministro más importante del gobierno de la ex presidenta.[/cita]

El adalid moral del liberalismo en Chile, Carlos Peña, le dedicó una ácida crítica, donde incluso presuponía problemas psicológicos del ex candidato. Sus palabras cuestionaban las razones del esfuerzo que estaba haciendo Velasco. Incluso con cierta crueldad, pues plantea la hipótesis que el ex ministro de Hacienda no es dueño de sus decisiones, sino que queda atrapado en un grupo que lo rodea, con la particularidad que su jefe de campaña, Cristobal Aninat, fue académico de la universidad que dirige Peña.

La lista de ataques a Velasco es larga, pero todas centradas en el hecho que el único rol de Velasco es posicionarse dañando la candidatura de Bachelet y, por tanto, es un peligro al aparentemente seguro camino de retorno de la ex presidenta a La Moneda.

¿Por qué tanto nerviosismo con su candidatura? ¿Es que acaso no se aprendió la lección de la vez pasada, que el ninguneo y las críticas a Marco Enriquez lo convirtieron en un héroe nacional?

La verdad que no. Velasco es quien le da verdadero sentido a la campaña. De los candidatos presentes, es el único que ha hecho bien la pega hasta ahora en materia de discusión e ideas.

Su rol de watchdog va a ser importante en la propia primaria y en la configuración del programa de gobierno. De hecho, aún perdiendo, como suele recalcar la teoría política, dejar planteado ciertos temas y la obligación de cierta discusión programática ya hace meritoria la participación del ex ministro.

Claramente Velasco tiene muy difícil ganar las primarias. La experiencia de las que se han realizado, con la excepción de Lagos–Zaldívar, es que son pocos los que votan y suelen ser más bien los militantes disciplinados de la Concertación, donde Velasco no tiene mucho arrastre. La presencia de la ex presidenta Bachelet, cada vez más convertida en un hecho cierto, en las primarias, evidentemente va a volcar a los electores a seguirla.

La campaña VOY, pese a su diseño estilizado, no tiene comparación alguna con el fenómeno profundo de la ligazón de Bachelet con el Chile de hoy. Es por ello que mantiene su popularidad intacta y los ataques que ha recibido, alimentan más la ilusión de su vuelta.

Alberto Mayol, que no se caracteriza por ser un apologista de la Concertación, suele describir esta ligazón mística, asociándola con la adversidad, el dolor y la redención.

Ya lo aprendieron con amargura en el gobierno, que tras su andanada de operaciones comunicacionales para culparla por el 27/F, terminaron ellos mismos en el descrédito, y el propio Presidente hundido aún más en las encuestas.

La campaña VOY de Velasco ante esta realidad, parece más pensada para las primarias en New Hampshire que en la del pueblo opositor que guarda en sus casas las piezas gráficas de la campaña pasada de Bachelet, como comprobaron muchos candidatos a alcaldes y concejales en los puerta a puerta de las pasadas elecciones municipales.

Pero Velasco es necesario, pues impone una racionalidad de argumentos vital para poder discutir asuntos urgentes como la desigualdad, el descrédito de las instituciones, la crisis de las tarjetas de crédito y el acceso a la educación, los dilemas energía-medioambiente, la necesidad de una reforma tributaria, entre tantos otros, que por obra y gracia de los desastres del gobierno actual han emergido como tareas para la clase política y que suelen olvidar quienes presentan a la ex Presidenta como una alternativa al aparente caos.

En una coalición, a veces demasiado atenta de la escalerilla del avión y no de las ideas, la candidatura de Velasco los obliga a trabajar. Las viejas reglas económicas acerca de los incentivos, la competencia y la Teoría de Juego hacen esa magia. De lo contrario, sería solamente una espera del retorno al gobierno dado el fenómeno Bachelet, del que no tiene mérito alguno la actual Concertación.

Ciertamente, Velasco tiene mucho más que beber del agua Clarita que ha convertido en un símbolo de transparencia. Todavía sus respuestas sobre su rol en el Transantiago son insuficientes, teniendo en cuenta que fue uno de sus ideólogos —incluyendo el paper original en el que se basan todas las ideas que se aplicaron de manera desastrosa y que todavía puede ser leído en la página del CEP— y su más acérrimo defensor durante el gobierno de Bachelet. En su posición respecto a la Ley de Pesca no menciona que sus puntos son coincidentes con los de una empresa pesquera extranjera, que tiene contratado a varios de su entorno como asesores.

La próxima encuesta CEP mostrará cuán efectiva fue esta instalación y cuánto pesa realmente Velasco en la opinión pública. Pero ya en la discusión de las ideas y la instalación de los conceptos de transparencia, tiene Velasco una victoria. Las palabras de sus detractores son su mejor medalla.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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