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Izquierda Malagradecida

Ese sector político, reconocidamente culpable de lo que sucedió en 1973, fue, sin embargo, absuelto urbi et orbi por el general Cheyre, que asumió, en nombre del Ejército «las responsabilidades que como institución le caben en todos los hechos punibles y moralmente inaceptables del pasado».


El diario digital El Mostrador informa que el nombramiento de Juan Emilio Cheyre como presidente del órgano encargado de las elecciones «ha incendiado las redes sociales», con protestas de la izquierda por actuaciones violatorias de los derechos humanos del citado general (r).

Creo que la izquierda es malagradecida. Justamente yo he sido crítico de las actuaciones y abstenciones del señalado oficial, cuando estaba en actividad, por haberle dado en el gusto en todo a la izquierda. Como comandante en jefe hizo precisamente todo lo que ella habría podido desear.

Primero, ese sector político, reconocidamente culpable de lo que sucedió en 1973 (por algo Frei Montalva declaró «sin eufemismo alguno» que el gobierno de la Unidad Popular era el único responsable del 11 de septiembre), fue, sin embargo, absuelto urbi et orbi por el general Cheyre, que asumió, en nombre del Ejército «las responsabilidades que como institución le caben en todos los hechos punibles y moralmente inaceptables del pasado» («El Mercurio», 10 de diciembre de 2004). Con eso quedaron implícitamente indemnes los agresores, los que incitaron y organizaron la violencia armada para tomarse el poder, que fueron los socialistas comunistas y sus compañeros de ruta. ¡El malo había sido el Ejército!

Segundo, Cheyre, a gusto de la izquierda, ha hecho referencia textual a «nuestros camaradas y las víctimas», como los dos bandos en pugna, cohonestando así cabalmente la versión de aquélla, que era precisamente la agresora.

Tercero, él desvalorizó por completo la significación del 11 de septiembre. Siendo comandante en jefe, en 2003, le preguntaron cómo iba a conmemorar el trigésimo aniversario de la gesta, y respondió: «Como un día normal. Es un sábado como cualquier sábado». ¿Qué respuesta podría haber sido más del gusto de la izquierda? Sobre todo proviniendo de alguien que fuera condecorado, al término del Gobierno Militar, con la Medalla al Mérito «Misión Cumplida». Tan bien cumplida que Bill Clinton decía, en 1991, que Chile era «la joya más preciada de la corona latinaoamericana». ¿Quién transformó así al país arruinado y al borde de la guerra civil que había en 1973? Bueno, pero Cheyre opinaba que no había nada qué celebrar. Y ahora la izquierda le paga así. Otro ejemplo del «pago de Chile».

Más aún, un año después él declaraba, tras otro 11 de septiembre: «No sé qué tiene que celebrar Chile el 11 de septiembre. ¡El fracaso de todos los responsables de mantener una democracia estable!».

Pero el general tendrá que estar de acuerdo en que, por otro lado, malagradecidos y todo, los izquierdistas han sido comparativamente benévolos con él. Si bien ahora lo critican por haber estado en el regimiento «Arica» de La Serena, en octubre de 1973, cuando se registraron ahí trece fusilamientos ilegales, eso no obstó a que los sectores de izquierda le permitieran continuar su carrera hasta la cúspide. Pues a su contemporáneo el general Santelices, que en 1973 estuvo a más distancia que él de unos fusilamientos en Antofagasta, sin tampoco haber tenido parte en los mismos, le cortaron la carrera apenas ello trascendió, hace pocos años. Con razón en esa oportunidad el dirigente DC Jaime Ravinet declaró: «Si a Cheyre lo hubiesen tratado como a Santelices, no habría sido comandante en jefe» («El Mercurio», 8 de febrero de 2008).

En efecto, hay decenas de uniformados presos por versiones de gente de izquierda que, en manos de abogados como Hugo Gutiérrez y otros especialistas en «derechos humanos», llevaron a ministros sumariantes como Alejandro Solís a imponerles largas condenas, desconociendo la amnistía, la prescripción, la cosa juzgada y hasta la verdad de los hechos. A la izquierda no le cuesta nada juntar legiones de testigos y contra eso no valen ni siquiera las pruebas de inocencia del acusado. Sin embargo, no obstante que en el diario «El Siglo» de 22 de marzo de 2002 doña Eliana Rodríguez Dubó acusó al general Cheyre de haberla hecho víctima de violación y torturas el 6 de octubre de 1973, nunca se derivó de esas declaraciones ningún proceso en su contra. No hubo abogados comunistas que lo patrocinaran.

Que cada uno saque sus propias conclusiones. Pero una que extraigo yo es que, así como la izquierda se abstuvo de tratarlo como a tantos camaradas suyos, supongo que por agradecimiento, en aras de esa misma gratitud ella debería ahora guardar silencio ante el honorífico nombramiento de que lo ha hecho objeto el gobierno actual. Sobre todo si hay base para conjeturar que la propuesta ha nacido del conocido prurito presidencial de agradar a la izquierda, junto con desairar a los presos políticos uniformados, los «caídos tras las líneas enemigas». Pues a éstos les prometió velar por «un debido proceso», no obstante lo cual los ha perseguido con más saña política que los gobiernos anteriores… para agradar a la izquierda.

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