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La crítica liberal al legado cultural de Piñera Opinión

La crítica liberal al legado cultural de Piñera

Vlado Mirosevic
Por : Vlado Mirosevic Diputado Partido Liberal de Chile
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Aquel desprestigio de valores liberales por responsabilidad de una derecha excesivamente economicista, han dado paso a un país que mayoritariamente pide volver a otros valores, instalándose el no-lucro como uno de ellos. Entonces nos encontramos con un peligroso despropósito: la exagerada veneración del mercado y el éxito personal de parte de la derecha –y su negación de los bienes públicos- han empujado al país hacia una cierta radicalidad.


Dos fenómenos florecieron en Chile en los últimos años. Primero, Chile está dentro de los 10 países que más crecen en el mundo en medio de una crisis global, lo que algunos podrían considerar un triunfo del modelo chileno y, segundo, todo tipo de marchas repletan las calles mostrando insatisfacción con un gobierno que habla otro idioma.

El panorama no era así hace tan sólo tres años, para las elecciones de 2009. El país había vivido el fracaso del Transantiago, que dejó la reputación de la eficiencia pública en el suelo; y los escándalos de corrupción en Chile Deportes, que lograron producir en los ciudadanos un repudio generalizado a las malas prácticas. Todo aquello benefició al entonces candidato Sebastián Piñera y la necesidad de cambio fue encarnada por un empresario que prometía manejar el país como la mejor de las empresas privadas, logrando indicadores económicos que el oficialismo de entonces puso en duda fueran posibles de alcanzar.

Sin embargo, tres años después de la urgencia de cambio que le dio el 50+1 a Sebastián Piñera, pareciera que la eficiencia, la competencia y el reconocimiento por el esfuerzo privado, conceptos que tradicionalmente están asociados a la derecha, terminaron por “patear” a una mayoría de ciudadanos que veían como diariamente el gobierno piñerista les tiraba cifras por la cabeza. Aquello es un pésimo legado de la actual administración: el emprendimiento ha caído bajo sospecha y el esfuerzo personal y la eficiencia son vistos como activo exclusivamente de los titulados de la PUC o de Harvard. Sin duda un pésimo legado cultural.

[cita]Lamento ver como la ideológica y fanática defensa de las ideas de la libertad y lo individual terminó por producir la —también ideológica— respuesta del antilucro contra los “valores individuales”, logrando su desprestigio. La moraleja es clara: sí este gobierno hubiese sido menos fundamentalista, más pragmático, más centrista y liberal no tendríamos un país con los nacientes niveles de polarización que dejará de herencia Piñera.[/cita]

Aquel desprestigio de valores liberales por responsabilidad de una derecha excesivamente economicista, han dado paso a un país que mayoritariamente pide volver a otros valores, instalándose el no-lucro como uno de ellos. Entonces nos encontramos con un peligroso despropósito: la exagerada veneración del mercado y el éxito personal de parte de la derecha —y su negación de los bienes públicos— han empujado al país hacia una cierta radicalidad.

Cuando el gobierno piñerista niega la educación pública, está negando una serie de valores que aquella ha encarnado durante toda nuestra República. En el fondo está negando la educación como un espacio de fraternidad multiclasista y el valor de educarse no sólo para ganar individualmente una posición social sino también para servir al país. Por sobre esos valores el gobierno resalta sin éxito la libertad de enseñanza y la libertad de elegir en educación. Es decir, el complejo de la derecha con los bienes públicos terminó por producir paradójicamente un repudio a los “valores individuales” y han dado espacio a posiciones más radicalizadas que pretenden extrapolar el no-lucro en educación superior —con el que estoy de acuerdo— en el resto de la sociedad.

Por mi parte soy un liberal-progresista que, desde la oposición, creo profundamente en que la generación de riqueza debe ser una tarea nacional —no sólo de la derecha— y no debe estar bajo sospecha una actividad lícita y necesaria como el emprendimiento. Sin perjuicio de aquello, desde mi concepción las ideas de libertad no son una contradicción con las de igualdad, y los bienes públicos no lo son con las libertades individuales y el esfuerzo personal. Aquello es lo que no ha entendido la actual administración, que parece atrapada en su exitismo economicista y atrincherado en los valores de un sector.

Lamento ver como la ideológica y fanática defensa de las ideas de la libertad y lo individual terminó por producir la —también ideológica— respuesta del antilucro contra los “valores individuales”, logrando su desprestigio. La moraleja es clara: sí este gobierno hubiese sido menos fundamentalista, más pragmático, más centrista y liberal no tendríamos un país con los nacientes niveles de polarización que dejará de herencia Piñera.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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