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Educándonos para el siglo XXI

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Cristián Briones
Por : Cristián Briones Director Ejecutivo Fundación Educándonos. @F_Educandonos
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El centro de nuestro sistema educacional no puede estar reducido a ciertos conocimientos que mide una prueba estandarizada. Con esto se está invisibilizando numerosos aprendizajes en contextos informales y no formales que se desarrollan día a día y en los cuales hay que prestar más atención para que florezcan y se asienten, pero que en la actualidad no se están observando debido a la miopía de nuestras mediciones.


“Lo único que interfiere en mi aprendizaje es mi educación”

Frase atribuida a Albert Einstein

George Bernard Shaw dijo: “La única ocasión en que mi educación se interrumpió fue cuando acudí a la escuela»Aunque pudiesen leerse fuertes y muy críticas las frases de estos connotados personajes de los siglos recién pasados, es indesmentible que para la mayoría de l@s que pasaron por la escuela básica y media, sus sensaciones posteriores no distan mucho de las expresadas en estas afirmaciones. La pregunta por consiguiente es ¿Por qué ocurre esto? Probablemente sea porque el sistema educacional actual aún tiene fuertes rezagos e influencias de un sistema creado por y para la revolución industrial,  no para la naciente era digital en la cual estamos inmersos.

No tendremos una educación que nos permita dar un salto al desarrollo, (por favor no confundir con crecimiento económico), mientras no realicemos urgentes cambios de fondo y no solo de forma como el fin al lucro y la desmunicipalización de la educación, que pueden ser necesarios e incluso imprescindibles, pero no suficientes. Estos cambios de fondo van en la línea de como entendemos los procesos de aprendizaje para este nuevo milenio y como estos deben guiarnos para modificar las actuales estructuras del sistema educacional.

[cita]El centro de nuestro sistema educacional no puede estar reducido a ciertos conocimientos que mide una prueba estandarizada. Con esto se está invisibilizando numerosos aprendizajes en contextos informales y no formales que se desarrollan día a día y en los cuales hay que prestar más atención para que florezcan y se asienten, pero que en la actualidad no se están observando debido a la miopía de nuestras mediciones.[/cita]

El ir centrando cada día más nuestros esfuerzos en lenguaje y matemáticas, que son medidas a través de una prueba estandarizada como el SIMCE, es ir en un camino que no es el correcto. No se trata de que nos olvidemos de esas asignaturas,  pero sí  que se conviertan en medio para lograr lo realmente importante: los aprendizajes para que nuestros estudiantes se inserten adecuadamente en esta nueva época con todas las opciones que ella entrega, potenciando así sus capacidades y habilidades.

El centro de nuestro sistema educacional no puede estar reducido a ciertos conocimientos que mide una prueba estandarizada. Con esto se está invisibilizando numerosos aprendizajes en contextos informales y no formales que se desarrollan día a día y en los cuales hay que prestar más atención para que florezcan y se asienten, pero que en la actualidad no se están observando debido a la miopía de nuestras mediciones.

El desafío hoy es cómo podemos comenzar a considerar e introducir todos estos aprendizajes en nuestras comunidades educativas y cómo reutilizamos las Tecnologías de Información y Comunicación (TICs) para lograr esto ya que llenando de computadores las escuelas no se resuelve el problema, hay que dar unos pasos más allá. El sistema educacional debe comenzar por incorporar y potenciar en el currículo de manera real, no solo en el papel o la virtualidad, las habilidades que las sociedades actuales y del futuro están demandando. Me parece que la discusión actual sobre la educación se queda muchas veces en lo que Moravec define como la sociedad 1.0, la industrial, mientras que lo que se discute a nivel de las sociedades desarrolladas es como se avanza hacia un sistema educativo para una sociedad 3.0. Es decir, una sociedad nueva producto del acelerado cambio tecnológico. Esto es muy preocupante ya que de no adecuar nuestro sistema educativo a los nuevos desafíos lo único que vamos a formar son estudiantes frustrados que como Albert Einstein sentirán que perdieron su tiempo en el colegio. Se debe comenzar a mirar el proceso educativo considerando las nuevas habilidades que son necesarias para el siglo XXI de lo contrario no vislumbro el despegue de nuestra sociedad. Cuatro ejemplos de estas habilidades invisibles que nuestro sistema educativo debe comenzar a desarrollar. Estas son: 1) Prosperar en medio de cambios, retos e incertidumbres; 2) Entender y utilizar eficazmente la información existente; 3) Utilizar eficazmente las actuales y emergentes TICs; y 4) Escribir y hablar de manera independiente, entre otras.

En este proceso los pedagogos tienen un rol protagónico y definitivamente deben ser los que tomen las riendas del cambio, ya que sinceramente los ingenieros sociólogos, psicólogos o economistas, no resolverán el problema desde el ministerio u ONGs sin el liderazgo docente. Ahora bien, solo con docentes motivados y que sepan bien lenguaje y matemáticas no es suficiente para lograr el despegue hacia una sociedad 3.0. Estos deben ser formados en las universidades para que puedan desarrollar las habilidades antes mencionadas y que se les entreguen las herramientas para poder transmitirlas a nuevas generaciones que con seguridad estarán mucho más prestas a incorporarlas en su aprendizaje formal ya que desde hace algunos años las vienen incorporando de manera informal.

Me preocupa que la política y, más específicamente, en las propuestas de los presidenciables no se vislumbre este aspecto trascendente en la educación. Esperemos que antes de las elecciones veamos propuestas de fondo para transformar una educación anclada en el industrialismo y que clama por que se le dé la oportunidad de transitar hacia una sociedad 3.0.

De esta forma no solo formaremos mejores personas en lo técnico, sino más felices.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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