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Evelyn ¿razón o emoción con intención de voto?

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Cristian Leporati M.
Por : Cristian Leporati M. Director Escuela de Publicidad UDP, Profesor Asociado, Magíster en Filosofía y Antropología
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Pero creer, que la política está despojada de emoción es poner las bases de liquidación de la centro derecha. Y por eso mismo, Evelyn Matthei es una buena competidora frente a Bachelet, a pesar de que a veces no ha gestionado bien sus emociones.


Las crisis existenciales de los actores políticos, a propósito de Pablo Longueira, y las relaciones entra emoción y razón me llevaron a retomar uno de mis textos preferidos: “Carne y Piedra” de Richard Sennett. En el capítulo relacionado con los antiguos griegos, el autor señalaba que estos percibían en los seres humanos dos mentes. Intuían una dicotomía entre el corazón y la cabeza, el alma y la mente, pero no consideraban una superior a la otra. Si bien ensalzaban la lógica, la razón y el entendimiento empírico también admiraban la inteligencia intuitiva, estética e imaginativa.

En esa misma línea de pensamiento, varios siglos después, la revista Nature Neuroscience (septiembre, 2007) difundió un estudio de las visiones políticas con los estilos cognitivos. Concluyendo que la centro derecha tiende a buscar el orden y la coherencia, en cambio la centro izquierda suele ser más tolerantes con la ambigüedad y la complejidad, reforzando su capacidad al cambio. Tesis homologada a su vez por Felipe González en un discurso, al describir el Socialismo «como un sentimiento, que no debe ser una construcción ideológica. Para liderar el cambio es imprescindible hacerse cargo del estado de ánimo de los otros».

Lo dicho, entrega pistas para entender el desgaste psicológico sufrido por Longueira en su coalición. Quién ha sido poseedor de un liderazgo sustentado en la inteligencia intuitiva esencialmente. Esa es su clave. Emocionar y emocionarse: por el cambio social, por las nuevas ideas y por los retos… Muy distinto a los perfiles promedio de los miembros de Renovación Nacional y la UDI, al igual que muchos funcionarios de gobierno; que parecen estar sumergidos permanentemente en la Ilustración; pensamiento que desde el racionalismo francés y alemán nos ha hecho creer que el hombre puede y debe guiarse únicamente por la razón pura. La misma racionalidad, que castiga perceptiva y electoralmente a la centro derecha chilena. Que a su vez, persiste en contradecir la ciencia moderna, que tiende a apoyar la idea de que la razón y las emociones son aliadas y no antagonistas.

Gran parte del éxito reputacional de Michelle Bachelet, parafraseando a David Hume, se explicaría en ella bajo el concepto de que «la razón es esclava de la pasión (emoción)»; bajo el fundamento de que los sentimientos son las fuerzas que nos determinan a obrar, que dotan de valor moral a una decisión y son una forma de sentimiento básico de simpatía hacia un candidato, como Bachelet sin ir más lejos. En definitiva, el cerebro político es un cerebro emocional. Y por esta razón, a pesar de que una parte relevante de los chilenos comparten el modelo económico neoliberal, van a seguir votando en las elecciones por la centro izquierda. Porque las elecciones se ganan en el mercado de la emoción y no en el de la razón y, que cuando emoción y razón  se enfrentan, ésta pierde normalmente.

Las respectivas directivas de la Alianza, saben que cuando la política es sólo pasión y emoción, la probabilidad de que la tensión social aparezca y el invento de la convivencia democrática quede hecha pedazos es muy probable. Pero creer, que la política está despojada de emoción es poner las bases de liquidación de la centro derecha. Y por eso mismo, Evelyn Matthei es una buena competidora frente a Bachelet, a pesar de que a veces no ha gestionado bien sus emociones. Seguramente se va a enfocar en persuadir para su causa al 10% o 15% de los electores de centro definidos como swichters (cambiantes) y que agregados a su base partidaria tradicional, la convierten en un player de cuidado para la Nueva Mayoría.

Nicolás Sarkozy afirmó en su momento, que para derrotar a los socialistas había hecho suyo el análisis marxista de Gramsci sobre que «el poder se gana con las ideas»; pero a todas luces Matthei no es Sarkozy ni los socialistas franceses tenían a Bachelet.

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