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La OPA hostil de Piñera en la derecha ANÁLISIS

La OPA hostil de Piñera en la derecha

Camilo Feres
Por : Camilo Feres Consultor en Estrategia y AA.PP.
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En los meses que vienen, el devenir político de la centroderecha abrirá espacios en los que el Presidente aspira a tomar posiciones aprovechando —cómo no— las acciones a la baja. En su partido, el liderazgo de Carlos Larraín se tambalea tras la doble derrota propinada por la UDI (en primarias y en la crisis post-Longueira).


La principal habilidad de Sebastián Piñera, en la política y en los negocios, ha sido maximizar los réditos desde una posición minoritaria. Parece tratarse de una actitud tan arraigada que —sea por arte o por azar— termina convirtiendo cada escenario favorable en uno donde reina el caos, la confusión y la perplejidad; un ambiente en el cual el Presidente sabe moverse como pez en el agua.

Como un Rey Midas al revés, Piñera ha dinamitado cada posición ventajosa en la que se ha encontrado: desde la autoridad de la silla presidencial y el poder de los primeros días de gobierno, hasta la aprobación ciudadana derivada del rescate de los 33 mineros.

El único líder de su sector que ha logrado romper con la mayoría sociológica de la centroizquierda y que llevó hacia su cuartel a rostros de la otrora alianza de gobierno, dilapidó, en pocos meses, la ventaja electoral, la mayoría política y la supremacía de su partido frente a su socio de coalición. Fuera sólido, líquido o gaseoso, lo cierto es que todo lo político en sus manos terminó por desvanecerse en el aire.

[cita]El período 2013-2016 asoma como un páramo de oportunidades para la refundación de la centroderecha y el único de su generación que parece estar acumulando semillas y agua para ese momento es el Presidente de la República. Como tantas veces, en este juego Piñera no va de controlador sino de minoritario hostil. Como tantas otras veces, el político de derecha más exitoso de la transición está a punto de convertir dos pares en un juego ganador. [/cita]

Y es que Piñera compensa su talento para conquistar territorios adversos con una escasa habilidad para conservar lo adquirido. Puede que tenga algunos pasajes enmarcados en su repertorio de citas, pero difícilmente el Presidente ha leído con detención a Maquiavelo, particularmente en lo que se refiere a lo desaconsejable que es, según el florentino, fiarse de ejércitos mercenarios y/o auxiliares para mantener el poder de un principado o república.

Hoy, sin embargo, con un gobierno desgastado y en estado de cuenta regresiva; con su partido lamiendo las heridas de sucesivas derrotas ante la UDI y con la coalición en fase de competencia total ante una desventajosa contienda electoral, las cartas del Presidente parecen volver a relucir con una mano en la que se juega el control de lo que quede de RN, la conducción futura de la UDI y la carta presidencial del siguiente período electoral.

En los meses que vienen, el devenir político de la centroderecha abrirá espacios en los que el Presidente aspira a tomar posiciones aprovechando —cómo no— las acciones a la baja. En su partido, el liderazgo de Carlos Larraín se tambalea tras la doble derrota propinada por la UDI (en primarias y en la crisis post-Longueira).

Acá nuevamente es la coyuntura la que abre una posibilidad a Piñera, una que le había sido esquiva, aun cuando en sus anteriores intentos gozaba, desde La Moneda, de mayor poder objetivo para concretarla. Esta ventana es por la que hoy intentará entrar el único miembro de la “patrulla juvenil” que resta por debutar en esta obra.

En la UDI, en tanto, luego de masacrar con fruición a sus socios de pacto, deberán comenzar los gestos y concesiones propias del partido del candidato y, tras ello, el gremialismo deberá pagar los costos de la necesaria compensación que la figura principal debe tener para con quiénes demandarán ecuanimidad de su parte. Eso y el desgaste de una mesa que ha proclamado en pocos meses a tres candidatos para la Presidencia y ha incurrido en varios enroques parlamentarios, también podría ser aprovechado por algún primo del Presidente para tomar control del partido.

Con todo, el período 2013-2016 asoma como un páramo de oportunidades para la refundación de la centroderecha y el único de su generación que parece estar acumulando semillas y agua para ese momento es el Presidente de la República. Como tantas veces, en este juego Piñera no va de controlador sino de minoritario hostil. Como tantas otras veces, el político de derecha más exitoso de la transición está a punto de convertir dos pares en un juego ganador.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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