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El perdón en Chile: Una golondrina no hace verano

¿No se enteraron nunca que en Chile se torturaba en distintos centros especialmente habilitados para ello, que desaaparecían personas tras ser detenidas e infinidad de atrocidades más aparte de que no había libertad de pensaminento en público, de prensa, de organización o de reunión?


En víspera de cumplirse 40 años del Golpe de Estado que dio inicio a la sistématica violación a los Derechos Humanos en nuestro país durante 17 años, con pocas horas de diferencia, el senador UDI Hernán Larraín pidió «perdón -dijo- por lo que yo haya hecho o por omitir lo que debía hacer durante esos años» en ese lapso de tiempo.

Por su parte, la candidata presidencial en representación de la alianza de gobierno y también militante UDI, Evelyn Matthei, dijo «no tengo por qué pedir perdón».

En ambos casos estamos frente a connotados adherentes a la dictadura militar y admiradores del general Pinochet, como se les conoció por sus propias opiniones y acciones durante el régimen que encabezó y cuando el dictador estaba detenido en Londres y a su retorno a Chile.

Lo que nos revela nítidamente esta situación es que para la derecha que gobierna actualmente, Unión Demócrata Independiente y Renovación Nacional, pero especialmente el principal partido en que se sustenta el gobierno de Sebastián Piñera, la UDI, no existe arrepentimiento de haber sido el soporte civil de la dictadura militar durante la totalidad de su permanencia en el poder.

Y es entonces cuando cabe preguntarse, considerando que son instituciones políticas integradas en la inmensa mayoría de sus dirigentes por personas que ejercieron altos cargos de gobierno, nominados por el dictador, tanto actuales parlamentarios, decenas de otros personajes en distintas actividades ¿nunca supieron lo que pasaba en la realidad en Chile entre 1973 y 1988, cotidianamente?

Funcionarios de la dictadura en importantes cargos de gobierno, de plena confianza de Augusto Pinochet en muchos casos como el actualsSenador UDI Jovino Novoa, ex ministro secretario general del gobierno militar; Sergio Onofre Jarpa, fundador de RN, ex ministro del Interior nombrado por el dictador y que ‘debutó’ con 31 muertos en operativos militares en su primer día en funciones; Joaquín Lavín, actual jefe de campaña de Evelyn Matthei, que cumplió similar actividad intentando el año 1988 que Pinochet fuera reelegido por 8 años más; el actual diputado RN Alberto Cardemil, vocero de Pinochet que demoraba la entrega de los cómputos a favor del NO en 1988 cuando Chile y el mundo ya sabían del resultado; el senador y actual presidente UDI, Patricio Melero, nombrado por el dictador como alcalde de Pudahuel; Cristián Larroulet, secretario general de Gobierno durante el actual gobierno, alto funcionario de CORFO nombrado en la dictadura y así tantos otros, ¿no se enteraron nunca que en Chile se torturaba en distintos centros especialmente habilitados para ello, que desaaparecían personas tras ser detenidas e infinidad de atrocidades más aparte de que no había libertad de pensaminento en público, de prensa, de organización o de reunión?

Todo esto lo denunciaba la prensa en Estados Unidos, Europa y América Latina mientras que durante la dictadura que ellos integraban fue condenada en Naciones Unidas.

Probablemente la casi totalidad de ellos se dice católico practicante pero, sin embargo, el máximo representante de su iglesia en Chile, el cardenal Raúl Silva Henríquez, parece ser que no les daba la confianza suficiente para creerlo, o bien, optaron por su opción política y simplemente no le hicieron caso.

El cardenal denunciaba las violaciones a los Derechos Humanos desde noviembre de 1973 a través del Comité Pro Paz en conjunto con otras iglesias y, posteriormente, al ser disuelto este por la dictadura de la que ellos formaban parte, mediante la Vicaría de la Solidaridad hasta el último día del régimen militar. Y, quienes tienen algún cargo en el actual gobierno, cualquiera, sin excepción alguna, jamás se acercaron al cardenal Raúl Silva Henríquez para ofrecerle su colaboración en la defensa de los derechos fundamentales de las personas.

Sea como sea, la derecha que nos gobierna hoy no quiere, no puede  o no sabe pedir perdón a través de sus funcionarios o parlamentarios por las atrocidades del gobierno dictatorial del que fueron parte.  Su candidata presidencial justifica que no tiene que pedir perdón porque -textual- «yo tenía 20 años cuando fue el golpe».  Y, el senador UDI Hernán Larraín le ha contestado: «Aquí nadie está en condiciones de eximirse de responsabilidad de las generaciones que tuvimos, aunque fuéramos jóvenes, participación en ese tiempo».

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