Fui jefa de local del Manuel de Salas 3 para la primera vuelta presidencial del 17 de noviembre, y escribí un artículo sobre lo que yo viví ese día ahí.
El 15 de diciembre volví a ser jefa de local en el mismo lugar. No estaba muy animada, porque ¿para qué mentir? Las perspectivas eran negativas. Las dos candidatas en pugna por el sillón presidencial, Michelle Bachelet y Evelyn Matthei no motivaban para votar, menos después del debate. Así que la perspectiva era clara: habrían menos votantes y menos votos marcados AC.
Pues me equivoqué. No en el primer punto, porque sí, hubo menos votantes. Estaba desde las 10 de la mañana en el Manuel de Salas, y hubo una baja en los votantes de la primera vuelta, aunque menos de la debacle que me esperaba, cumpliéndose el pronóstico ciudadano de que varios de los que fueron la primera vez con un candidato presidencial ya elegido, no iban a trasladar sus votos hacia las dos candidatas, lo que fue un problema porque algunos observadores de la campaña no se presentaron por eso, por no tener candidato por el cual votar. Pero una vez que comenzaron a contarse los votos, me dí cuenta que me equivoqué en lo segundo: hubo más votos marcados AC.
De hecho, en el local de votación Manuel de Salas 3 hubo 20,02% de votos marcados AC. La primera vez fueron 17,69% de los votos, considerando el gran detalle que no hubo una baja destacable de votantes en ese local en particular (no más de 30 personas que no fueron a votar).
Pero la sorpresa no fue esa, que en los cuatro locales del Manuel de Salas hubiera más votos marcados AC que la primera vez (de hecho, el Manuel de Salas 4 pasó del 20,87% al 24,31% de votos marcados AC, convirtiéndose en el local de Ñuñoa con la subida más notable de toda la comuna), sino que otros lugares de Chile que se pudieron evaluar en la primera vuelta, tuvieran alzas de votos marcados AC el 15 de diciembre.
Así que el lunes en la mañana fue terriblemente decepcionante e indignante oír en la radio que la clase política descartaba de plano cualquier cosa que empezara como “Asamblea Constituyente”, y que decidieron que se iba a discutir una Nueva Constitución en el Congreso en una “comisión”. ¿Cuál es ahora el gran argumento de políticos como Andrés Zaldívar contra la AC? La cantidad de votos marcados AC, que según él no llegan ni al 6%.
¿Cómo puede saber eso Andrés Zaldívar? Considérese que estamos hablando de que los resultados de la Campaña Marca tu Voto son sólo de las mesas que se lograron escrutar, que a nivel nacional no fue más del 30% del total, porque nuestra clase política se niega totalmente a la idea de hacer un plebiscito masivo sobre el tema; y que esta vez no solo hubo que luchar contra la campaña del terror del “voto marcado=nulo” que se mantuvo intacta, sino con la gran apatía que nos provocaron las candidatas, contra la navidad, contra los recién electos congresistas y contra los que no fueron electos que se dedicaron a las polémicas y a las declaraciones que mejor se hubieran ahorrado, etc. Y con todo eso y más en contra, hubo ciudadanos que en segunda vuelta fueron directamente a marcar AC. ¿Por qué Zaldívar y la gran mayoría de la clase política sigue sin querer siquiera considerar esa alternativa?
Si realmente se hubiera hecho un plebiscito oficial sobre la Asamblea Constituyente, si en la primera vuelta se hubiera puesto una papeleta sobre el tema, o si se hubiera hecho en la segunda vuelta, y una vez escrutados los votos resultara que sí, que realmente la mayoría de los chilenos están en contra de la Asamblea, pero no por una campaña del terror, sino porque creen que efectivamente la mejor alternativa es que haya una Nueva Constitución vía comisión parlamentaria, perfecto. Pero la Campaña por una Asamblea Constituyente demostró, al lograr que pese a toda la mala publicidad contra la AC ciudadanos marcaran su voto, que a una parte de los chilenos el Congreso no le da la confianza para hacer una constitución que realmente nos represente, considerando el detallito, insignificante, que en ese mismo Congreso se aprobaron reformas a la Constitución de 1980, sabiendo, como sabemos todos, que la Constitución de 1980 tiene muchísimas contradicciones y que la “reforma” de 2005 sólo fue un maquillaje para darle algo que no tiene: legitimidad.
La actitud de Zaldívar y de otros políticos es de miedo: tienen miedo a que una Asamblea Constituyente haga algo que durante más de 30 años se ha combatido, poner sobre la mesa el pacto social.
Se han acostumbrado al paternalismo de la Constitución de 1980, a considerar que los ciudadanos somos niños y que el poder que ostentan les pertenece para hacer lo que quieran, y tienen miedo a que los ciudadanos dejemos establecido por ley constitucional que no habrá más carta blanca, que la inmunidad de la que gozan actualmente para promulgar leyes a su libre arbitrio y en su directo beneficio se acabaría. Hay temor a que los ciudadanos recuperen el control del poder que como pueblo tienen, porque la soberanía reside en el pueblo, no en el Congreso, y menos en este Congreso del binominal, algo que es iluso pensar que va a cambiar si se hace una nueva Constitución dentro de él.
Lo escuché de mucha gente en el Manuel de Salas: no se sienten representados. Los que fueron a votar el 15 de diciembre, aún cuando marcaran a favor de alguna de las candidatas, no lo hicieron porque ellas los hayan convencido, sino porque están dando la ultima oportunidad a la clase política para hacer lo correcto, o sea, oír a los ciudadanos y atender sus demandas. Si en estos cuatro años eso no pasa, el 2017 los políticos tendrán que enfrentarse a algo que quieren negar: que más del 70% de los ciudadanos no confían en ellos, y que la crisis de legitimidad es muy grave y sí, entonces sí la institucionalidad tendrá un problema.
La Campaña Marca tu Voto terminó el 15 de diciembre, cumpliendo el objetivo: que los ciudadanos votantes marcaran su voto en pro de una Nueva Constitución y de una Asamblea Constituyente, y si bien hubiera sido muy bueno que mucha más gente lo hiciera y que se hubieran podido contar todas las mesas, todos los que participamos logramos demostrar que no es algo quimérico o puramente académico el tema de una Asamblea Constituyente, y menos todavía que es una mera “aspiración”, porque dejamos plasmada nuestra decisión en el documento más solemne que tiene un ciudadano, que es el voto.
Se inicia ahora una nueva etapa, más dura, lograr que todos aquellos que marcaron AC, que quieren una nueva Constitución vía Asamblea Constituyente, no sean ignorados, e impedir que tengamos una Constitución a la pinta de los únicos que se benefician de ella, que no incluye a la mayoría de los ciudadanos. No podemos tener una Constitución en la que los políticos “escuchen” a ciudadanos pero luego hagan su interpretación personal de lo que oyeron, probando que no prestaron el menor interés a lo que los ciudadanos dicen, como es ya su costumbre.
Se dio más de 20 años al Congreso para que hiciera una nueva Constitución, y no lo hicieron, no por falta de quorum, sino porque transversalmente los políticos y los congresistas son los grandes beneficiados con la Constitución ilegal e ilegítima de 1980-2005. ¿Por qué lo harán ahora? ¿Qué confianza se puede tener en congresistas que ocupan un sillón por obra y gracia del binominal, que van a generar una Constitución que reconozca el poder de los ciudadanos?
(*) Texto publicado en El Quinto Poder.cl