Publicidad

La UDI no debería revisar sus principios, debería desaparecer

Publicidad
Aldo Torres Baeza
Por : Aldo Torres Baeza Politólogo. Director de Contenidos, Fundación NAZCA
Ver Más

Hoy, y por mucho que cambien sus principios, vale preguntarse ¿qué cosa es la UDI?: ¿Un montón de señores empecinados en defender los intereses de la cota mil?, ¿eso es la UDI? La UDI, el “Partido ¿Popular?” (o populista, más bien). La UDI, que ve votos en el rostro de los pobres, con Jaime Guzmán, ideólogo de la segregación, como máximo referente. La UDI, amiga de Colonia Dignidad y los empresarios. La UDI, que reduce el papel de la mujer a la reproducción y al cuidado del hogar. La UDI clerical. La UDI del gremialismo, que no es más que la despolitización y división del sujeto social. La UDI, capaz de aplicar la Ley Antiterrorista a Joe Pino de 31 minutos, por subversivo y peligroso.


El nuevo presidente de la UDI, Ernesto Silva, ha dicho que comenzarán con un proceso de revisión interna, para refundar sus principios. Sobre todo uno, ese que se refiere al golpe de Estado como “gesta libertadora”. Rodrigo García Pinochet (nieto del dictador), que también podría llamarse Rodrigo García López, en virtud de esa misteriosa confusión de nombres que tenía su abuelo, que con un nombre mandaba (Augusto Pinochet) y con el otro robaba (Daniel López), dice que cambiar los principios de la UDI “representará el paso final para la muerte de un partido clave…”. Quizás tenga razón, pues sin esa declaración, que hacía entrar en éxtasis a sus miembros, ¿dónde encontrarán refugio ideológico tipos como Hermógenes Pérez de Arce, Iván Moreira, Jovino Novoa y otros representantes de la derecha más cavernaria de Chile?

En realidad, hace rato que la UDI se ve perdida, naufragando en el oscuro recuerdo de “su general”. El 2010, por ejemplo, decidieron apostar por la figura del empresario exitoso, que es la última estrategia de las derechas del mundo. Pero Piñera se escapó con las suyas: trató de “cómplices pasivos” de la dictadura a miembros de la UDI, condenó a Matthei por votar por el SÍ, pero sobre todo hay una cosa que no le perdonaron, ni le perdonan: cerró los hoteles que tenían de cárceles los criminales de la dictadura. Al final, la UDI, aunque no lo manifieste, terminó rechazando su gobierno, etiquetándolo como el “quinto gobierno de la Concertación” que, a estas alturas, no sabemos si es un alago o una ofensa para la derecha. Para las últimas elecciones fueron capaces de transar sus principios y dar el apoyo a Golborne, ex mano derecha de Paulmann en Cencosud, responsable de las cláusulas abusivas y alzas unilaterales en la mantención de las tarjetas JUMBO. Al fin y al cabo, Golborne terminó comprobando lo que se sospechaba: ser un tipo con mucha sonrisa, oculto propietario de cuentas millonarias en paraísos fiscales, mientras sus hijas usufructuaban de fondos públicos. Finalmente, la candidatura la asumió Evelyn Matthei, por la estrategia del descarte, al igual como asumió su padre, Fernando Matthei, en la Junta Militar tras la renuncia del general Gustavo Leigh, para así transformarse en uno de los cuatro jinetes del apocalipsis.

[cita]Hoy, y por mucho que cambien sus principios, vale preguntarse ¿qué cosa es la UDI?: ¿Un montón de señores empecinados en defender los intereses de la cota mil?, ¿eso es la UDI? La UDI, el “Partido ¿Popular?” (o populista, más bien). La UDI, que ve votos en el rostro de los pobres, con Jaime Guzmán, ideólogo de la segregación, como máximo referente. La UDI, amiga de Colonia Dignidad y los empresarios. La UDI, que reduce el papel de la mujer a la reproducción y al cuidado del hogar. La UDI clerical. La UDI del gremialismo, que no es más que la despolitización y división del sujeto social. La UDI, capaz de aplicar la Ley Antiterrorista a Joe Pino de 31 minutos, por subversivo y peligroso.[/cita]

Y así, la UDI demostró que no conoce uno de los principios básicos de la democracia. Cuando intentaron elegirse entre ellos, terminaron haciendo el soberano ridículo, levantando tres candidaturas en un par de semanas. ¿Será que sólo están acostumbrados a mandar?

Hoy, y por mucho que cambien sus principios, vale preguntarse ¿qué cosa es la UDI?: ¿Un montón de señores empecinados en defender los intereses de la cota mil?, ¿eso es la UDI? La UDI, el “Partido ¿Popular?” (o populista, más bien). La UDI, que ve votos en el rostro de los pobres, con Jaime Guzmán, ideólogo de la segregación, como máximo referente. La UDI, amiga de Colonia Dignidad y los empresarios. La UDI, que reduce el papel de la mujer a la reproducción y al cuidado del hogar. La UDI clerical. La UDI del gremialismo, que no es más que la despolitización y división del sujeto social. La UDI, capaz de aplicar la Ley Antiterrorista a Joe Pino de 31 minutos, por subversivo y peligroso.

¿Qué podría ofrecer a Chile un nuevo proyecto político de la UDI?, ¿echar mano al conservadurismo clásico de la derecha, y conservar todo como está, y así mantener las AFP y sus pensiones miserables, que roban el trabajo de los chilenos y las chilenas? ¿Mantener el negocio de la educación y la salud? Pero no mover nada es dejar de hacer política, entendiendo a la política como el medio para consensuar las grandes ideas para convivir (vivir con) en sociedad. Entonces debiesen dejar de ser un partido político para transformarse en un partido apolítico. ¿Qué será de la UDI?, ¿qué le queda a la UDI? Ya no tienen un enemigo para meter miedo, o dirán que creer en la educación como un derecho es un acto de comunismo-leninismo-chavismo-castrista. Y también lo es el creer lo que cree (o siente) el pueblo Mapuche: que la tierra no es un recurso económico, que los ríos y los árboles no son propiedad del que ponga más plata arriba de la mesa.

Por décadas fueron parte de ese eufemismo con olor a nada que llamaban “democracia de los acuerdos”, que no eran más que los acuerdos entre la UDI y la DC, Escalona mediante. Pero hoy la DC los mira bajo el hombro (no los necesitan). Tampoco pueden levantar su discurso por negación del otro; no funciona el miedo como estrategia. Hoy están cada vez más marginados del escenario político, y nace Evópoli, por ejemplo, que rápidamente capta la atención de sus militantes más jóvenes, que entienden que el actual discurso pinochetista/religioso es imposible de extender más allá de sus trincheras.

Y, en fin, ¿qué estrategias, aparte de sacar eso de “gesta libertadora” de sus principios, tendrá la UDI para plantearse como posibilidad de acceder al gobierno?: ¿Seguir con esos panfletos ridículos que distribuyeron hace un tiempo?, ¿sacar de la palestra a los ministros de Pinochet?, ¿repletar sus medios informáticos con propaganda anticambios?, ¿transitar hacia la ultraderecha?, ¿al centro con Evópoli?

Estrategias como la de Felipe Ward (UDI), que repartió entre su bancada un documento llamado “Gramsci en Chile”, para combatir un posible gobierno socialista de corte totalitario en Chile. Ridículo, pero cierto. Tras sus lecturas, sólo espero que tengan precaución y no confundan el concepto de “hegemonía” con el de “dominación”. Ojo, que no es lo mismo. La hegemonía, como decía Gramsci, es el poder adicional que usa el grupo dominante para hacer coincidir sus intereses con el interés general. Y la dominación, por otro lado, es lo que Parson denomina como “deflación del poder”, una estrategia que sólo se puede garantizar por medio de la coerción. La única experiencia de gobierno que tiene la UDI fue a la fuerza, por medio del poder y el terror, violando los derechos humanos, sin Parlamento. En fin, sin política. La dictadura es su expediente. Es decir: sólo conocen la dominación. Y bajo este panorama, sólo podrían aspirar a una repentina amnesia colectiva y así crear su propia hegemonía cultural de tipo conservadora religiosa.

Por mucho que cambien el nombre, revisen sus principios o se maquillen, seguirán siendo los mismos. Como dice el dicho: aunque la mona se vista de seda, mona queda. Con todo el respeto a las monas y los monos, que tanto le gustan a mi hija.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias