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A 41 años del Golpe que no vivimos, septiembre nos duele todavía

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Felipe Rivas Severino
Por : Felipe Rivas Severino Estudiante de Licenciatura en Enfermería.
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Es cierto. No tuvimos la dicha de inflar nuestros pulmones para cantar «Decírselo, decírselo, volvérselo a decir; el 4 de Septiembre Allende va a salir», tampoco fuimos parte de los 1.075.616 votos (36,63%) en la elección presidencial del primer viernes de septiembre de 1970, ni mucho menos pudimos gritar ¡Viva el compañero Presidente! Al momento de conocer los 135 votos del Congreso Pleno, que a las 10.39 horas del 24 de octubre, ratificaría a Salvador Allende Gossens como el legítimo, democrático y constitucional Presidente de la República.

Aquellos emotivos momentos sólo forman parte del recuerdo rescatado de innumerables textos que buscan transmitir y conservar la inédita euforia de una gran mayoría de la sociedad chilena; aquellos postergados, segregados, sacrificados y que hasta aquel entonces, jamás pensaron que la ‘’tortilla se daría vuelta’’, para posicionar-los así como el motor, protagonistas y eje principal de un programa de Gobierno.

El proceso democrático y revolucionario que encabezó el Presidente Allende, no sólo se caracterizó por el histórico hito de ser el primer Gobierno socialista en llegar al poder por las urnas, ni tampoco por nacionalizar el cobre chileno, sino que también por redistribuir mejor la riqueza; reduciendo sueldos millonarios y mejorando jubilaciones de trabajadores, beneficiando a más de 250.000 personas al profundizar la reforma agraria, otorgando más de 70.000 hectáreas a comunidades indígenas, reduciendo la cesantía de un 8,3% (1970) a un 3,8% (1971), aumentando el consumo de calorías diarias a 2070 por persona y el de proteínas a 74, impulsando programa de medio litro de leche diario gratuito para todos los niños, programa odontológicos, sala cuna y jardines infantiles, se reconoció legalmente a la CUT, entre tantas otras medidas.

Ahora bien, afortunadamente no vivenciamos el terrorífico ruido de los Hawker Hunter bombardeando el palacio presidencial, las palabras del añejo Patricio Aylwin (DC) justificando el golpe de Estado, no escuchamos tampoco el agudo y patético color de voz del oxidado dictador enumerando los bandos, no vimos detenciones ilegales ni represión de la fuerza pública, introducción de ratones en vagina de las detenidas, al Mamo Contreras (DINA) lanzando cuerpos al mar, a Andrés Chadwick (UDI) lanzando piedras a sacerdotes que resistieron la dictadura cívico-militar en las poblaciones, ni tampoco vimos posteriormente, a Evelyn Matthei (UDI), Pablo Longueira (UDI) o Andrés Allamand (RN) en la franja del ‘’Si’’, llamando a la ciudadanía a votar por la continuidad de Pinochet en el plebiscito de 1988.

«¿Usted qué opina, si ni existía?» o el «No vivamos del pasado y miremos el futuro» dicen algunos soberbios veteranos junto a la misma derecha chilena de siempre, estas palabras sólo corresponden a clásicos intentos de argumentos que algunos utilizan para menoscabar la sed de Justicia y la falta de Memoria que a 41 años del inicio de la dictadura cívico-militar, aún se encuentran ausentes. Lo decimos con convicción, categóricamente e incluso con vehemencia; la generación del «no estoy ni ahí» sólo se le debe acuñar a aquel frívolo tenista, pues nosotros, nos negamos a la idea de la indiferencia y la pasividad. Es por esto que a más de 40 años del derrocamiento del Gobierno constitucional del Presidente Allende y ante la Memoria y Justicia de cada una de las víctimas, nos comprometemos a la búsqueda incansable de la Verdad y a la abolición del pinochetismo y sus símbolos que sólo rinden apología al exterminio.

Debemos ser majaderos y altivos, estamos más ahí que nunca y sin haber ni estado siquiera; sin perdón, ni olvido ni reconciliación.

(*) Texto publicado en El Quinto Poder.cl

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