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De la evaluación al valor del reconocimiento

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Roberto Aceituno
Por : Roberto Aceituno Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile.
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La pregunta que orienta estas jornadas de discusión –¿Qué se evalúa cuando se evalúa?– es altamente pertinente en el escenario de las necesarias definiciones acerca de lo que se considera como “calidad” en el ámbito educativo superior y el valor diferencial otorgado a instituciones, equipos y académicos que, desde sus prácticas cotidianas, contribuyen al patrimonio científico y cultural en áreas sensibles del desarrollo sociocultural chileno.


¿Qué se evalúa cuando se evalúa?, es el título de un coloquio organizado por la Facultad de Ciencias Sociales y la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo de la Universidad de Chile. En el encuentro participarán académicos, investigadores y representantes de las instancias institucionales (CONICYT, Ministerio de Educación, Consejo de Evaluación, Comisión Nacional de Acreditación, entre otras) que evalúan la producción científica y cultural, los procesos de aseguramiento de la calidad, los proyectos de investigación disciplinaria e interdisciplinaria que acceden a recursos del Estado chileno, específicamente en el ámbito de las ciencias sociales, las humanidades y las artes.

La relevancia de esta iniciativa consiste en enfrentar creativa y políticamente los criterios por los cuales se reconoce el valor de la producción científica e intelectual en el ámbito universitario chileno, admitiendo la complejidad específica que, para las disciplinas y experiencias concernidas, implica el valor de su trabajo y la pertinencia para las necesidades y demandas de la sociedad y cultura de nuestro país.

La pregunta que orienta estas jornadas de discusión –¿Qué se evalúa cuando se evalúa?– es altamente pertinente en el escenario de las necesarias definiciones acerca de lo que se considera como “calidad” en el ámbito educativo superior y el valor diferencial otorgado a instituciones, equipos y académicos que, desde sus prácticas cotidianas, contribuyen al patrimonio científico y cultural en áreas sensibles del desarrollo sociocultural chileno.

[cita]La pregunta que orienta estas jornadas de discusión –¿Qué se evalúa cuando se evalúa?– es altamente pertinente en el escenario de las necesarias definiciones acerca de lo que se considera como “calidad” en el ámbito educativo superior y el valor diferencial otorgado a instituciones, equipos y académicos que, desde sus prácticas cotidianas, contribuyen al patrimonio científico y cultural en áreas sensibles del desarrollo sociocultural chileno.[/cita]

Ciertamente, la labor científica y académica en las instituciones de educación superior es valorada y reconocida a través de indicadores objetivos de producción e impacto: publicaciones indexadas, proyectos de investigación que acceden a recursos del Estado, grados académicos de profesores, empleabilidad y productividad académica de egresados de programas formativos de pre y posgrado, vínculos y alianzas internacionales, entre otros. Estos indicadores son relevantes en el ámbito no solo de las llamadas ciencias “duras” sino que también de las ciencias sociales, las humanidades y la producción artística o de impacto cultural. Sin embargo, es preciso considerar que dicha labor no debiera reducirse exclusivamente a tales indicadores, como tampoco únicamente a logros obtenidos bajo una competencia para el acceso a recursos limitados de las instancias gubernamentales existentes. Los recursos son siempre limitados, por lo que cual proyectos y procesos académicos de calidad no siempre acceden a una validación institucional, no obstante, a todas luces se vuelve evidente en un impacto científico y cultural diverso.

El hecho de que esta iniciativa sea organizada por la Universidad de Chile debiera llamar la atención por el fondo cultural y político que reclama. Esta institución ofrece los mayores indicadores de logro en todos los ámbitos mencionados: acreditación, proyectos de investigación científica financiados por el Estado, procesos de evaluación con altos estándares de calidad y con estrictas normativas para la jerarquización de sus académicos. Por ese mismo hecho, “objetivo” y “empíricamente” reconocible, resulta muy valorable que la Universidad de Chile no se duerma en los laureles de su prestigio y ofrezca nuevas e innovadoras vías de evaluación, valoración y reconocimiento.

Calidad, impacto, pertinencia, son términos que requieren ser analizados en su complejidad contemporánea. La educación superior en Chile y su desarrollo en las condiciones actuales de la sociedad chilena requieren ser pensados permanentemente: la producción de conocimiento, la innovación o la transferencia concierne a experiencias diversas, sujetas a criterios de validación que es necesario construir creativamente y, sobre todo, no disociadas de un valor cultural que las cifras o los indicadores oficiales solo revelan en parte. Es tarea de las comunidades universitarias, científicas, profesionales proyectar este desarrollo más allá de las competencias a las que nos obliga una educación superior mercantilizada y de la cual no alcanzamos a percibir del todo sus alcances para nuestra vida académica en común.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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