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Los pobres no escogen donde vivir

Juan Cristóbal Beytía
Por : Juan Cristóbal Beytía SJ, Capellán TECHO-Chile
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¿Por qué les cuento la historia de los Tapia? Porque es una historia concreta y real, que grafica la desigualdad de nuestro país, la cual se hace visible no solo en la sala de clases y en el salario que recibimos, sino que también en los lugares que vivimos: barrios para ricos y barrios para pobres. La distribución territorial de equipamientos públicos, servicios, empleos, transportes, espacios ciudadanos, establecimientos de seguridad y otros elementos que contribuyen al bienestar social es muy desigual.


La familia Tapia vive en San Bernardo, en la villa Los Andes. El próximo año se cumplirán dos décadas desde que tienen su departamento propio, ubicado en un condominio donde hay más de 3.200 viviendas sociales. Con mucho entusiasmo ellos se trasladaron a ese barrio con la esperanza de encontrar un techo firme y seguro donde vivir. En ese entonces, la familia estaba compuesta por tres personas –dos padres jóvenes y una niña de 2 años–, pero luego aumentaron los hijos y hubo un quiebre en la pareja. Hoy la familia Tapia se compone de tres jóvenes de entre 13 y 19 años, su madre y su abuela. Todos ellos duermen hacinados en un departamento de 42 metros cuadrados, como es la norma en la villa Los Andes.

En las mañanas, los dos hijos menores van al colegio. En el entorno cercano a la villa Los Andes las escuelas obtienen aproximadamente 25 puntos menos que el promedio nacional en las pruebas estandarizadas de lenguaje. Este resultado no es algo extraño, ya que como han señalado muchos expertos en educación, la vulnerabilidad de los estudiantes se asocia fuertemente a los resultados educativos. En el entorno de la villa Los Andes los colegios tienen en promedio un 86% de estudiantes considerados por el Estado como vulnerables. Este alto porcentaje tampoco es extraño, ya que en ese barrio hay otros 15 condominios de vivienda social y 5 campamentos, los que en total suman más de 40.000 personas. ¿Cómo es que las políticas habitacionales han llegado a concentrar tal nivel de población vulnerable en un sólo sector de la ciudad?

El hermano mayor de la familia se llama Jorge y tuvo que empezar a trabajar desde muy pequeño. Como también tenía que ir al colegio, sólo podía trabajar en lugares cercanos a la villa, fundamentalmente en sectores industriales. Hace 3 años tuvo un accidente laboral en una fábrica de zapatos, pero afortunadamente ello no implicó mayores dificultades: a diferencia de la mayoría de las villas de blocks del Gran Santiago, la villa Los Andes queda cerca de un hospital (aproximadamente unos 15 minutos en transporte público). Ese día Jorge tuvo suerte: la micro pasó justo a tiempo y pudieron atenderlo rápidamente. Pocos podrían decir lo mismo.

[cita]¿Por qué les cuento la historia de los Tapia? Porque es una historia concreta y real, que grafica la desigualdad de nuestro país, la cual se hace visible no solo en la sala de clases y en el salario que recibimos, sino que también en los lugares que vivimos: barrios para ricos y barrios para pobres. La  distribución territorial de equipamientos públicos, servicios, empleos, transportes, espacios ciudadanos, establecimientos de seguridad y otros elementos que contribuyen al bienestar social es muy desigual.[/cita]

Para evitar futuros accidentes, Jorge decidió cambiarse de rubro y buscó un trabajo en el área de servicios. Lamentablemente, la concentración de servicios de Santiago queda en el sector nororiente de la capital, por lo que tuvo que empezar a pasar 3 horas diarias trasladándose hacia su trabajo. Eso produjo que dejara el colegio. Lo que da más rabia en esta situación, es que el transporte público en Santiago es menos efectivo para quienes más lo necesitan: hay 17 villas que no tienen ningún paradero a 500 metros a la redonda y todas ellas tienden a tener poca conectividad de transporte, al ubicarse en zonas periféricas y con poca rentabilidad para las empresas operadoras del Transantiago.

Entre tanto tiempo ocupado, la familia sólo puede compartir tranquilamente el fin de semana, cuando busca aprovechar al máximo su tiempo libre. Lamentablemente, en el entorno de la villa Los Andes no hay muchas áreas verdes y las que existen están en un evidente mal estado. De todos modos, la villa no es un buen espacio para pasear al aire libre: incluso en su interior, hay un vertedero clandestino que contamina el medioambiente.

¿Por qué les cuento la historia de los Tapia? Porque es una historia concreta y real, que grafica la desigualdad de nuestro país, la cual se hace visible no solo en la sala de clases y en el salario que recibimos, sino que también en los lugares que vivimos: barrios para ricos y barrios para pobres. La  distribución territorial de equipamientos públicos, servicios, empleos, transportes, espacios ciudadanos, establecimientos de seguridad y otros elementos que contribuyen al bienestar social es muy desigual. Hoy en día hay chilenos que viven en zonas residencialmente segregadas teniendo menos recursos y menos oportunidades, como el caso de la familia Tapia. Ellos son víctimas de una segregación residencial que determina su vida en todas las dimensiones.

Muchos de los problemas que hoy tienen “Los Tapia” podrían haberse evitado si viviéramos integrados, si sus viviendas sociales no hubiesen quedado localizadas en lugares desconectados porque el suelo ahí era más barato.

A dónde van a terminar viviendo los más pobres es una pregunta constante, más aún cuando en abril de este año el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu) anunció que hay 45.710 subsidios de vivienda sin proyecto habitacional. Queremos que esos proyectos no se desarrollen en cualquier lugar, sino que en terrenos de calidad cercanos a servicios, equipamientos, fuentes laborales, transporte y espacios públicos. Pero además, en un contexto de población heterogénea, con capacidades económicas y sociales diversas que puedan complementarse mutuamente. Desde TECHO-Chile estamos seguros que nuestras vidas y nuestro país serían tanto mejores si viviéramos realmente juntos.

Es fundamental que las políticas habitacionales propicien la creación de un banco de terrenos públicos, de cuotas de viviendas sociales y que se generen incentivos para construir estas viviendas sociales. Todas estas propuestas se deben considerar si queremos construir ciudades verdaderamente justas. Desde el Centro de Investigación Social de TECHO-Chile hemos elaborado una propuesta sobre escasez de suelo y segregación urbana. La pueden encontrar aquí: http://www.techo.org/paises/chile/opina/escasez-de-suelo-y-segregacion-urbana/

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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