En medio de la disputa limítrofe anta La Haya, Bolivia le ha sacado ventaja a Chile en la carrera por ganar la compresión y respaldo de la opinión pública global. La clave ha sido presentar un relato claro y emocional y voceros audaces y atractivos.
Hace algunas semanas, se estrenó en Estados Unidos la película Our Brand is the Crisis, protagonizada por Sandra Bullock y producida por George Clooney, la que cuenta la historia de una estratega electoral que asesora a un candidato presidencial boliviano. La película se filmó en Bolivia y, fiel al estilo hollywoodense, muestra un país pobre y en crisis, pero con gente llena de esperanzas y bienintencionada.
Si bien La Paz no está detrás de la película, esta si es una muestra de cómo el país altiplánico ha ido ganando un lugar en las “mentes y corazones” de la opinión pública mundial.
Desde que presentó su alegato ante La Haya, Bolivia ha potenciado a voceros creíbles y atractivos comunicacionalmente: el presidente Evo Morales; el canciller David Choquehuanca; y el ex primer mandatario y representante de la demanda marítima, Carlos Mesa. Recorren el mundo, dan entrevistas –incluyendo a los medios chilenos– y se reúnen con líderes mundiales sin perder la oportunidad de posar ante las cámaras ni de entregar el Libro del Mar, texto con la historia y fundamentos de su causa. El presidente Morales y el canciller Choquehuanca lo hacen con sus vestimentas indígenas e intercalando frases en Quechua.
Hasta Twitter lo han utilizado estratégicamente. Cuando en septiembre pasado los presidentes Morales y Michelle Bachelet se toparon en un pasillo en el edificio de las Naciones Unidas, rápidamente el embajador boliviano les tomó una foto y la subió a esa red social, dando la idea de que ambos mandatarios estaban “dialogando”.
[cita tipo=»destaque»]Hoy, Chile debe utilizar a sus dos principales figuras internacionales para “conquistar” al público mundial: la Presidenta Michelle Bachelet y el nuevo agente de la defensa chilena, José Miguel Insulza. Nuestro país, además, tiene que construir su relato, uno que le haga sentido a un público internacional y sume apoyo y comprensión. Poco servirá quedarse únicamente con argumentos legales e históricos, tal como se ha hecho hasta ahora.[/cita]
Bolivia ha desarrollado un relato unitario, coherente y atractivo. El discurso es simple, claro y repetido disciplinadamente: que Chile les “ha robado el mar”, perpetuado la pobreza, y que esta es una causa nacional, más allá de las diferencias políticas. Ponen énfasis en la imaginería indígena, apelando a la épica de “David versus Goliat”. Bolivia habla desde la emoción y apela a los sentimientos de sus audiencias.
Chile, en tanto, ha optado por la estrategia opuesta: sus voceros tienen un perfil muy formal, poco atractivo y racional. Más apto para alegar frente al Tribunal de La Haya que para explicar y convencer con el “caso chileno”. No es extraño, entonces, que los representantes chilenos no hayan desarrollado un estrategia proactiva ante los medios de comunicación internacionales.
Hoy, Chile debe utilizar a sus dos principales figuras internacionales para “conquistar” al público mundial: la Presidenta Michelle Bachelet y el nuevo agente de la defensa chilena, José Miguel Insulza.
Nuestro país, además, tiene que construir su relato, uno que le haga sentido a un público internacional y sume apoyo y comprensión. Poco servirá quedarse únicamente con argumentos legales e históricos, tal como se ha hecho hasta ahora.
Recientemente, la Cancillería chilena entregó el balance del viaje que un grupo de senadores realizó a Europa para explicar los argumentos chilenos. Visita que, obviamente, tuvo nula cobertura internacional.