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Oportunidad de avanzar en derechos en la vejez

Paula Forttes
Por : Paula Forttes Experta Internacional del Programa de la UE Eurosocial Puente.
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Los seres humanos enfrentamos la vejez en la siguiente dualidad: como travesía y como ocaso; como crecimiento y declinación; una dualidad que representa el ejercicio dialéctico en lo que implica la resolución de la crisis psicosocial de la vejez, entendiendo que el crecimiento y la declinación requerirán del despliegue más profundo de las capacidades del individuo para el logro de integridad.

La resolución de la crisis psicosocial contempla solucionar aspectos asociados a la identidad, respecto de la continuidad del yo mismo, la consolidación de la autoestima en escenarios adversos y la instalación de la generatividad como eje del sentido de la vida. Implica también enfrentar la pérdida de la autonomía, ya sea física o psicológica, la pertenencia social en el cambio de escenario familiar y contextual al que nos vemos enfrentados con la partida de los hijos, a veces de las parejas y de los amigos.

[cita tipo= «destaque»]La vejez nos sitúa en un escenario de profundo trabajo respecto de nuestras capacidades y el entorno social aún no está a la altura respecto de políticas públicas y privadas que reconozcan en los mayores su aporte, su contribución, sus necesidades y su adecuada protección.[/cita]

Claramente, la vejez nos sitúa en un escenario de profundo trabajo respecto de nuestras capacidades y el entorno social aún no está a la altura respecto de políticas públicas y privadas que reconozcan en los mayores su aporte, su contribución, sus necesidades y su adecuada protección.

Convocar a un gran acuerdo país en temas de seguridad social es un gran avance en materia de ingresos en la vejez. De igual forma, la instalación de las bases de un sistema de cuidados a través del programa Chile Cuida, reconoce la vulnerabilidad a la que nos enfrentamos en situaciones de dependencia con necesidad de cuidados y nos permitirá avanzar en materia de protección.

Pero esta no es solo una tarea del Gobierno y requiere de una profunda reflexión de diversas instituciones académicas, sociales, culturales, de servicios, legislativas y judiciales, entre otras, para revisar lo que hacemos y cómo lo hacemos en un escenario demográfico diferente y envejecido. Todo esto para trabajar en que la edad no sea una determinante respecto de la vulnerabilidad o de la pérdida de derechos en la última etapa de la vida.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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