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Chile: ¿Un pueblo defraudado de la clase política?

José Luis Balmaceda
Por : José Luis Balmaceda Director de Asuntos Humanitarios y Cooperación Internacional de la Fundación Help for the Andes
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Una de las virtudes emblemáticas de nuestro pueblo es la de sobreponerse a las adversidades que nos presenta la naturaleza. Sin embargo, esta sacrificada actitud que en la generalidad de los casos perjudica a los más desposeídos, no siempre cuenta con acciones oportunas y adecuadas de la clase política. Los devoradores incendios forestales que ya consumieron sobre 600 mil hectáreas arrasando pueblos enteros, han puesto en evidencia las profundas falencias que caracterizan a este sector, hoy afectado por el descredito y la corrupción.  Michel de L’Herbe, experto en emergencias, anticipó ante la Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados esta catástrofe, sesión a la que no asistieron los responsables de CONAF y ONEMI.

A la carencia de una formación profesional acorde con dicha investidura, presente en un significativo número de parlamentarios y otros actores públicos, se agregan la ausencia de vocación de servicio público y la falta de visión de futuro que permitan adelantarnos a hechos dramáticos como el que hoy enfrentamos. Las permanentes y justificadas manifestaciones de estudiantes, adultos mayores, sectores salud y minero, entre otros, son testimonios de la desesperación que embarga a una población que se siente huérfana de cuidado y de soluciones concretos.  La decepción es profunda y la gran mayoría la asocia a ineptitud y desconocimiento a la confianza que entregáramos en las urnas.  De allí que las actuales circunstancias aviven la necesidad de una activa participación ciudadana en la gestación de las políticas públicas.

A lo anterior cabe añadir la insólita reacción de burócratas como el Director de Conaf, que en su carta respuesta a la oferta de un avión supertanque no tuvo siquiera la delicadeza de agradecer el poder contar con un instrumento que podría prestar una valiosa ayuda para combatir el fuego. Muy por el contrario, se limita a poner condiciones en cuanto a su operatividad en circunstancias que la mínima contribución nacional es cubrir los gastos que su labor implique.  Más aun cuando la unanimidad de los expertos coincide en que Chile no se encuentra preparado para enfrentar fenómenos de esta magnitud. Actitudes como la descrita, sumado a la ausencia de previsión, no obstante que los científicos hace ya bastante tiempo advirtieron del impacto que el cambio climático tendrá en las zonas actualmente siniestradas, tenderán a ralentizar un salto cualitativo en el anhelado proceso de desarrollo. Resulta indispensable terminar con la cultura reactiva que caracteriza al Estado frente a la catástrofe que hoy padecemos pero que también se hace extensiva  a los problemas centrales que nos aquejan como Nación en el ámbito político…

[cita tipo=»destaque»]La asignación de recursos materiales y financieros, acompañados de planes maestros encargados de brindar soluciones a emergencias como la descrita son indispensables y  no caben excusas de índole alguna para no hacer cuando está en juego la vida y el trabajo de miles de personas.[/cita]

Ese es el principal desafío a resolver con suma rapidez. Los responsables estatales tienen la obligación de situarse  a la altura de los requerimientos que como nacionales de este territorio demandamos y no de poner trabas, relativizar o incluso ignorar el cumplimiento de sus funciones. La asignación de recursos materiales y financieros, acompañados de planes maestros encargados de brindar soluciones a emergencias como la descrita son indispensables y  no caben excusas de índole alguna para no hacer cuando está en juego la vida y el trabajo de miles de personas. Si bien cabe destacar que finalmente se  apelara a la ayuda internacional, tratándose de un fenómeno recurrente hay que invertir más en carros bombas, aviones, helicópteros, equipos y capacitación usando parte de los de los fondos del cobre que se destinan a las FFAA. Bomberos, que cumple una abnegada y silenciosa labor, requiere contar con un presupuesto digno. Es inadmisible que salgan a mendigar dinero en las esquinas para poder comer y vestirse con el equipo adecuado.

Todo parece indicar que gran parte de los siniestros ocurridos son intencionales, lo que demanda un rápido accionar de las instituciones de seguridad  y de los tribunales. Una catástrofe de tales proporciones exige no solo el liderazgo del gobierno de turno, proveyendo tempranamente las respuestas adecuadas, sino que el concurso de las entidades ad hoc, Fuerzas Armadas, empresarios y resto de la ciudadanía. Chile nos pertenece a todos por lo que nadie puede ser excluido cuando se trata de proteger su integridad. La solidaria reacción de la gente, especialmente de los sectores más modestos, nos enorgullece como país y constituye un categórico llamado de atención a incorporar conductas proactivas en quienes cumplen obligaciones políticas,  donde la autocrítica debe ser parte del cambio , si pretenden recuperar la confianza de la gente y enfrentar de manera eficiente las dificultades que padecemos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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